Capítulo 10

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REGINA se había echado un buen rapapolvo en el baño, recordándose que la decisión de ir allí como falsa novia de David había sido suya, y que no era culpa de David que sus hormonas hubieran despertado de repente a la vida.

Desde luego, había sido toda una sorpresa, después de tantos años, desear a alguien tanto como ella deseaba a David. Lo decepcionante era que él no la deseara, pero así era la vida. Estaba en un restaurante precioso, así que lo único que podía hacer era disfrutar de la compañía y de la comida.

Una hora después, Regina estaba haciendo justo eso. ¡Era increíble lo que podían hacer un par de copas de champán! No sentía nada de tensión. Era como si fuera otra mujer, degustando con placer la comida, sin preocuparse por las calorías, como hacía normalmente, y sin preocuparse por nada.

La conversación fluía de sus labios afuera, mientras el champán lo hacía en sentido contrario. Incluso se atrevió a flirtear con David un poco. ¡Y él le devolvió el flirteo!

Regina sabía que estaba actuando, pero no le importaba. Era divertido. Él era Divertido. La velada estaba siendo divertida.

Cuando las fans iban a ver a David, y después de ganar el premio, se acercaron bastantes, él siempre les presentaba a su «novia», y volvía a besarla en el hombro o en la mejilla. Regina no volvió a ponerse tan tensa.

No se le pasó ni una vez por la cabeza que había bebido demasiado. Nada serio se le pasó por la cabeza. Se sentía feliz, por una vez. Feliz de verdad.

O eso creía.

Llegó el café, y también más fans. Tres de ellas, con el libro ganador del premio en la mano, se echaron sobre él para que se lo dedicara. Mallory estaba en otra mesa, hablando con otras personas, y David les presentó a las fans a su novia, como había hecho con las anteriores. Esta vez, le tomó la mano y se la besó.

—¿No es preciosa? —les dijo antes de besarla.

Si las fans dijeron algo, Regina no las oyó. Toda su atención estaba puesta en lo que David le estaba haciendo a su mano. No sólo la estaba besando, sino que le estaba haciendo el amor; con el índice le acariciaba la palma de la mano, mientras su boca se movía sobre el dorso de su mano, dejando un sendero húmedo con la lengua mientras buscaba su dedo corazón. Para cuando llegó a la yema del dedo, ella ya tenía la carne de gallina, pero cuando quiso retirar la mano, David no la dejó. Sus labios se separaron y le chupó suavemente la punta del dedo.

—David, de verdad —le regañó ella, sonriendo nerviosa a las alucinadas fans.

—¿Sí, cariño? —dijo, levantando la cara.

Llevaba toda la noche llamándola de ese modo, así que Regina ya se lo tomaba como parte del juego. Pero, de repente, aquello dejó de parecerle un juego o una farsa. Sus ojos, normalmente duros y fríos, se habían oscurecido y llenado de deseo. Si no se equivocaba, él quería hacerle el amor de verdad, y no sólo a su mano.

—No estamos solos —dijo.

Los ojos de David se aclararon cuando se volvió a mirar a sus sonrojadas fans.

—Disculpad. No es culpa mía —dijo, soltando la mano de Regina—. Es el efecto que ella tiene sobre mí...

Ellas lo perdonaron, claro, pero... ¿podría hacerlo Regina por actuar tan bien? Por un momento...

—¿Podrías llevarme a casa, David? —dijo cuando las chicas se marcharon.

—¿Lo dices en serio?

—Estoy cansada —cansada de tus besos, de que me llames «cariño» y de que actúes como si fuera tu novia.

—Muy bien —dijo David con sequedad, poniéndose en pie y recogiendo su trofeo en un solo movimiento.

Una Princesa de Hielo (EvilCharming) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora