Capítulo 13

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DAVID la vio quedarse dormida; esperó hasta que sus párpados dejaron de subir y bajar y descansaron por fin.

Fue al baño y se quedó mirándose en el espejo, conversando en silencio consigo mismo.

Es una chica muy especial, David, no le hagas daño. Desde luego que no, seré bueno con ella. Sólo necesita liberarse de la presión de su supuesta frigidez. Necesita a un hombre que sepa hacer que se relaje y se divierta, pero lo que más necesita es sexo.

La siguiente misión de David era mostrarle que el sexo no sólo podía tener lugar en la habitación, pero primero tenía que dejarla dormir un poco, y dormir él también. Tenía que asegurarse de estar en plenas facultades para el siguiente asalto.

Regina se despertó al sentir la leve caricia en su hombro. Por un momento pensó que era Henry, despertándola después de haber tenido una pesadilla. Pero no era su hijo el que la miraba, sino David.

Estaba sentado en el borde de la cama, mirándola.

-¿Qué... qué hora es?

-Sobre las dos. Has dormido un par de horas.

-Oh -dijo Regina débilmente, asaltada repentinamente por los recuerdos y las emociones.

Aún estaba asombrada por lo que había pasado, pero empezaba a pensar que el champán había tenido mucho que ver en hacerla tan receptiva a David. Un dolor intenso y rítmico en la sien le indicó que tenía resaca. Lo peor era la vergüenza de haberse dejado seducir tan fácilmente después de lo que le había dicho.

Su único consuelo era que estaban en casa de David, y que Henry no tendría que presenciar la caída de su madre.

-Oh, no -dijo David, moviendo el dedo-. Nada de eso.

-¿Nada de qué?

-De arrepentimiento.

-Pero estaba borracha, David -insistió, cubriéndose los pechos con la sábana-. El dolor de cabeza que tengo es la prueba -sabía que estaba exagerando, pero tenía que encontrar una excusa para su comportamiento.

-No estabas borracha cuando llegamos.

-¿Entonces por qué tengo resaca?

-A veces el sexo produce dolores de cabeza. Es por la subida de la presión sanguínea y la relajación repentina posterior. Tengo analgésicos en el baño. Espera y te traeré algo.

Hasta que no se levantó de la cama y fue al baño, Regina no se dio cuenta de que David estaba tan desnudo como ella aún. Se quedó mirando su trasero desnudo, sorprendida por los arañazos que tenía.

¿Eso se lo he hecho yo? Tengo que haber sido yo.

-¿Estás más descansada? -preguntó.

Era la evidencia de la pasión salvaje que recordaba, tan salvaje como sus orgasmos.

David volvió enseguida con un vaso de agua y unas pastillas en la mano, pero ella no se fijó hasta que no se las puso delante de la cara. Esa vez, se quedó mirando su pecho. ¿Es que a él no le daba vergüenza andar por ahí desnudo así?

-Ten -le dijo.

Para poder tomarse las pastillas, Regina tuvo que soltar la sábana que le cubría los pechos, y su repentina desnudez la hizo estremecerse.

-Tengo... tengo que ir al baño -dijo ella.

-Adelante.

-Pero no tengo bata...

-No la necesitas. El baño está ahí mismo -había una nota retadora en su voz.

Regina tomó aliento y retiró la sábana. En realidad era ridículo sentir vergüenza. David la había visto ya desnuda.

Una Princesa de Hielo (EvilCharming) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora