Bajé decidido y lanzado al salón. Mis padres aún seguían deshaciendo las maletas. Mi hermana estaba con el móvil en el sofá, absorta en sus cosas. Bien, ¿todos reunidos? Hecho. Ahora, a soltar la bomba. Esto va a costar más de lo que me imaginaba. Pero, venga Yuri. No es tan complicado. Vale, lo es, pero hay que intentarlo.
-Papá, mamá, hay algo de lo que os quiero hablar-anuncié, lo más serio que pude, acercándome a ellos. Mi madre me miró preocupada y dejó de sacar las cosas de la maleta. Acabábamos de llegar del aeropuerto hace apenas unas tres horas. El viaje había sido demasiado largo (y sí, me quedé dormido casi todo el viaje y no, no fui al baño), como para que ahora soltara una mala noticia, pensaría mi madre o pensaría yo si fuera madre, no, padre. Perdón. Los nervios.
-¿Qué has perdido ya?- Joder, vaya confianza en su hijo ¿eh?
-Nada.-Creo, ¿He perdido algo? Bien, gracias por ponerme más nervioso. Te lo agradezco-. Sólo quería hablaros del tema del...del instituto...
Bien, aquí viene la bomba. Preparaos porque cuando empiece no voy a parar. Ya le he dado demasiadas vueltas en el avión. Mentira, me quede dormido. ¡Yuri! ¡Céntrate!
-¿Qué pasa, pajarillo?-preguntó directo mi padre, arrimándose, con la expresión preocupada. Mi hermana se incorporó, dejando su móvil a un lado. ¿Todos atendiendo? Hecho. ¿Nervioso? Hecho. Doble hecho.
-¡No es nada malo! Solo que creo que...tal vez...vuelva al instituto...
-¿Ah, sí?-se asombró mi madre. Entre nerviosa y eufórica. No, eso no es la bomba. Ahora sí que viene.
-He pensado que me resultaría más fácil volver si no...conozco a nadie...
-¿Quieres cambiarte de instituto?- Mi padre me miró sorprendido-. A ver, que a nosotros nos da igual, tú haz lo que quieras.
Mierda. No había estado tan nervioso desde la vez que tuve que salir del armario delante de ellos. Venga, que esto no es tan difícil.
-Sí. Pero no en Japón...-Mi familia me observó cambiando su expresión totalmente.
-¿A dónde si no?-intervino mi madre, elevando el tono.
-Kioko, déjalo terminar- la tranquilizó mi padre. Pero no lo consiguió.
-M-me gustaría...-tomé aire y les miré a la cara-. Me gustaría mudarme a España y estudiar allí.
¡Bum! ¿Qué? ¿A qué os ha sorprendido? Me llamareis loco o imbécil o cosas peores. Ya os conozco. Pero es que ese encuentro no había sido casualidad. Lo sé. O tal vez sea una superstición. Bah, lo mismo. Mudarme a España me daba miedo hasta a mí. Tendría que mejorar mi español, vivir sin mis padres y probablemente soportar a mi hermana hasta...no sé. Mucho. Además de hacer nuevos amigos y la suerte de encontrar a Abel. Además de que no tengo ni idea de cómo se vive allí, que está bien y que no... cosas así. Claro, iba a ser muy difícil y un gran reto. Acabamos de volver y de gastarnos un dineral y ahora habría que comprar otro vuelo y pagar mi piso, la matrícula... Ni de coña me dejan. Joder, piensa Yuri. Convénceles. Tú puedes. N-no puedo. Es imposible. ¿Para qué habré pensado yo en esto? ¡Yuri! Que te concentres. Tú inténtalo. Si no, puedes esperar a cumplir los dieciocho y buscarle. Mucho tiempo.
-No-negó mi madre en seco.
-Pero...-me intenté explicar.
-No.
-Mamá me vendría muy bien...
-¡No! No voy a dejar que mi hijo se vaya a la otra punta del mundo solo y siendo menor de edad. No pienso dejarte, pongas como te pongas-declaró. ¿Y ahora qué? Todo está perdido. Sabía que esto pasaría.
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Un ángel
Teen FictionYuriko hace un viaje inolvidable por su cumpleaños a su país favorito, España. Pero, gracias a su torpeza y penoso sentido de la orientación se pierde en plena Navidad en el centro de Madrid. Creyendo que no lo podía pasar peor, se mete en problemas...