CAPÍTULO 10:

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Más tarde de mi incidente en la clase de Música nos tocó pasar nuestra segunda hora con nuestra tutora, Rosa. Era una mujer con un pelo rebelde oscuro y largo, que se expandía por su cabeza como el agua, ondulándose y enredándose entre sí. Llevaba un vestido rojo de tirantes con un estampado de flores y hablaba de forma animada y familiar con su tutoría. Ellos le hablaban haciendo chistes, de broma, como si fuera una más de la clase.

-¡Profesora!-chilló un chico de una de las filas de atrás-. ¿Quién es el chino?-y me señaló con la mirada. Yo estaba sentado (por obligación) delante, justo delante (no había otro sitio, no) de mi tutora, la cual iba a verla en primera fila todos los día. Nos daba Lengua de martes a viernes y los lunes nos daba tutoría a segunda. A mi lado estaba un chico de pelo largo y detrás de mí, los dos de antes. La chica de los murales y el chico al que dejaron en evidencia, concretamente, nuestra profesora de música aún sin nombre.

-¡Ah!-exclamó ella con entusiasmo al tiempo que se levantaba de un salto-. Escuchad, este es Yuriko ¿no?-Se sentó en mi mesa casi tirando todo al suelo y me dirigió la mirada. Asentí y ella prosiguió como si nada-. Ha venido nuevo y va a formar parte de nuestra clase. Viene... ¿de dónde venías, cariño?

-D-De Japón-respondí en un susurro.

-¡Eso! Bueno, que va a estar en nuestra clase. Por cierto, luego hablamos-mencionó.

    La tutoría transcurrió sin más. Os voy a ahorrar una hora de idioteces, barbaridades y risas, porque sí, me harté de reír con los comentarios de los demás, cómo les daba igual los temas que tenían que dar de tutoría y acababan hablando de tonterías o de su vida, prácticamente. Eso era una charla con la tutora más que una tutoría en sí. Pero era entretenido. Al acabar, me dirigí hacia mi tutora y esta, recogiendo sus cosas, me intentó mirar apresuradamente y guardar sus carpetas en su bolso al mismo tiempo.

-Lo siento mucho, Yuriko, pero ahora no puedo hacerte el tour que tenía planeado para que conozcas el instituto un poco más, pero mira, le digo a uno de mis alumnos que lo haga, y como ahora tenéis... ¿Qué tenéis?

-Plástica-hice memoria.

-Vale, perfecto, así no se pierde ninguna clase esencial. Resumiendo, ahora tengo una reunión importante y voy a dejarte al cargo de uno de mis mejores alumnos. Te enseñará un poco el centro y ya cualquier duda, búscame en la sala de profesores.

-Vale-asentí antes de ser interrumpido por su estruendo grito.

-¡¡ALBII!!!

    Reconocí a la aludida. Era la chica de los murales. Estaba hablando con el chico de antes y con otros más, formando un gran grupo en una de las esquinas, el más ruidoso de todos. Se colgó su maleta y se aproximó a nosotros con una amplia sonrisa que le iluminaba el rostro.

-Mira, Albi, este es Yuriko. Yuriko, esta es Alba, una de mis mejores niñas. Por favor muéstrale el centro al nuevo que ahora me tengo que ausentar para acudir a una reunión. Lo dejo en tus manos, que sé que tú lo vas a hacer muy bien. Muchas gracias, ¡adiós! -Cogió su maleta, se despidió girándose bruscamente hacia nosotros, moviendo su cabello hipnótico, formando olas con él, y se retiró corriendo dedicando un alto "adiós" a los que quedaban, que le respondieron alegremente como quien se despide de un amigo.

        Alba tenía unos ojos oscuros y marrones, que podían ser los más sinceros del mundo pero que guardaban una mirada asesina y fría. Podía clavarte su mirada como cuchillos y hacerte el mismo daño que ellos. Sus ojos brillaban tanto que parecía que estuviera a punto de llorar, pero solo era ese toque mágico de ellos, como los de Abel. Eran muchos más claros que su pelo, por lo que resaltaban a primera vista. El pelo le caía desde la cabeza hasta la mitad del pecho, ondulado y castaño oscuro. Lo tenía peinado con una raya en medio y los mechones cortados a capas de su flequillo caían enredándose los unos a los otros por su cabeza similar a las olas de Rosa. Brillante y bien peinado. Era bastante alta, metro casi setenta, la chica más altas de la clase. Su cara redonda tenía dibujada una sonrisa amigable con sus finos labios. Era una chica de muy buen cuerpo, oculto tras su sudadera negra de Owari no Seraph con los protagonistas en primer plano (¡necesito esa sudadera YA!), y unos vaqueros negros apretados a juego con la sudadera, con unas botas marrones y abrigadas, no muy altas. Un brillo plateado destacaba en su mano derecha. Una pulsera de plata casi oculta por la manga negra, inusual en una chica de quince años. Su maleta era de varios colores, azules y rojos, con la frase en inglés "Se quien tú quieras ser" por todos lados, decorándola. La había adornado con varios llaveros, uno de ellos era un corazón rosa envuelto en plástico con una cuerda rosa y blanca y un llavero de un emoji amarillo. Otro era un panda pequeño de peluche. Llevaba un llavero de Heartstopper con Nick y Charlie en el bolsillo pequeño, además otro de una pareja de chicos. Por si eso no fuera suficiente, tenía un llavero y una chapa de un anime que le gusta mucho a mi hermana, Kuroshitsuji. Y por último, llevaba una chapa de una de las series que me vi hace tiempo "La bendición del oficial del cielo" con los dos protagonistas. No es que esté promocionando series ni nada, es que Alba lo llevaba todo. Su mochila destacaría entre la multitud. Tenía un aire calmado y agradable y me sonrió mientras comenzó a andar hacia la puerta, invitándome a seguirla. Una sonrisa tímida y nerviosa, pero muy amable.

Un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora