A Enzo le quedaba tan solo un año para terminar el instituto. Era bueno en los estudios y jamás se había metido en problemas...
Hasta que conoció a Matías.
Habían pasado algunos días desde la última vez que había visto a Matías, y desde entonces hablaban a casi todas horas. Lo había visto algunas veces por el colegio pero no tenían más interacción que alguna sonrisa burlona que le dedicaba el mayor o varios cruces de miradas.
Eran las 12 p.m. de la noche, sábado, y Enzo se encontraba solo en casa, estaba en su escritorio estudiando para una prueba que tenía la semana que viene. Su celular vibró.
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Matías.
que estás haciendo?
Estudiar.
y no te apetece hacer algo más interesante?
Tengo que estudiar, Matías.
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asomate a la ventana
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Enzo se levantó rápidamente de la silla por poco tirándola y asomó la cabeza por la ventana, encontrándose con la figura del mayor sonriéndole.
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Matías.
Tenés que estar jodiendo.
abrime la puerta, hace frío
Estás loco? Si se enteran me matan
vamos, se que tus papás no están en la casa y que van a volver en la mañana
Fran te dijo?
:) vamos, salí, quiero verte
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Maldito Francisco. Enzo suspiró y bajó las escaleras casi corriendo abriendo la puerta de la entrada. Ahí estaba parado Matías.
—Estás mal de la cabeza.—
—Hola a vos también.—
Enzo se pasó una mano por el rostro suspirando mirando la sonrisa burlona que le dedicaba Matías. Se hizo a un lado dejando que este entrara a la casa.
—¿Que haces aquí?—
—Estaba aburrido en mi casa y se me ocurrió la idea de venir a ver a un chico lindo.—
