Aarón Cassano.
París, Francia.El Louvre brilla bajo las últimas luces del atardecer mientras la ciudad se sumerge en la noche. El lugar es majestuoso, casi intimidante, y esta noche está aún más cargado de historia y lujo. Las paredes, llenas de arte antiguo, son testigos de conversaciones que se han perdido en el tiempo, y las antiguas reliquias parecen observar desde sus vitrinas, ajenas a las intrigas que están por desatarse.
Aunque viviamos en Toulon, pocas veces habíamos venido a París. Recuerdo que de pequeño, mis padres estaban ocupados con la milicia y pocas veces salíamos fuera de casa juntos. No se lo reprocho pero hubiese deseado que encontraran tiempo.
En el gran salón central, los detalles importan. El colgante de esmeraldas, resguardado bajo una caja de cristal, es el protagonista de la noche. Un enjambre de seguridad rodea el lugar, con guardaespaldas colocados estratégicamente en todas las esquinas. Todo el edificio está bajo vigilancia intensa: cámaras, detectores, agentes, cada uno con una función precisa, esperando el más mínimo indicio de peligro.
Alrededor de la joya, se ha montado una exhibición de lo más elegante. La iluminación dorada cae sobre el mármol, y los invitados, vestidos con trajes caros y vestidos de gala, se mueven como si estuvieran en un baile coreografiado. Los equipos de seguridad de élite están camuflados entre ellos, algunos disfrazados de personal del museo, otros aparentando ser asistentes de los coleccionistas, y algunos, como yo, directamente vigilando cada centímetro del salón. El aire está cargado de tensión, pero también de esa clase de energía que solo las grandes riquezas y los secretos oscuros pueden generar.
Claire y Matthew están trabajando desde la furgoneta de vigilancia, monitoreando cada cámara, cada sensor. Están en comunicación constante conmigo y los otros agentes. Masón, en su papel de guardia de seguridad, se pasea entre los invitados con una mirada vigilante, mientras James, más reservado, se mantiene en la retaguardia, cerca de una de las salidas secundarias.
—Las puertas se están cerrando —la voz de Claire resuena en mi oído, cortante directa y con un tono claro de advertencia—. Todo parece en orden por ahora.
Los últimos invitados van entrando al salón, algunos hablando en voz baja, otros simplemente moviéndose de manera despreocupada entre las obras. Los coleccionistas más importantes están aquí, y la subasta está a punto de comenzar. Frente al colgante, los invitados susurran especulaciones sobre el valor de la joya, su historia, su significado. Pero para mí, el verdadero valor está en el riesgo que representa. Sé que alguien más tiene su ojo puesto en esta reliquia.
Doy un paseo por la periferia del salón, manteniendo los ojos abiertos. Las posiciones de los guardias están calculadas al milímetro, cubriendo cada entrada y salida. Hay un guardia cerca de la vitrina, dos más en las esquinas de la sala, y otros distribuidos entre los invitados. Todo parece normal, pero esa sensación de peligro inminente no se disipa. Algo está fuera de lugar.
ESTÁS LEYENDO
Una Alianza Prohibida II (Bilogía Alianzas) ©
RomanceSumido en la oscuridad, Aarón ha caído en un pozo del que parece no haber retorno. La lucha por resistir a la brutalidad que implica ser el nuevo Boss lo consume, pero el peso del poder finalmente lo arrastra. Tras innumerables búsquedas fallidas de...