Aarón Cassano.
Moscú, Rusia.La noche es fría y clara, el tipo de noche en la que los secretos se deslizan entre las sombras y los susurros son más peligrosos que cualquier grito. Frente a la imponente puerta de la Bratva, me detengo, dejando que el peso del momento se asentara sobre mí. Había pasado una semana desde que desperté en el hospital, una semana desde que mis compañeros me dijeron que la ladrona había sido identificada, solo para descubrir que no era ella. Que no era Atenea.
Pero yo sabía lo que había visto. Sus ojos, su figura, esa mirada llena de determinación. Podía cerrar los ojos y aún sentir el eco de aquel instante. No era una alucinación. No era una coincidencia. Ella estaba viva, y yo la encontraría, aunque tuviera que desentrañar cada rincón oscuro de este mundo para hacerlo.
Respiro profundamente, ajustando el botón superior de mi traje negro. Cada detalle esta en su lugar: los gemelos de oro, la camisa impecable, la máscara negra que cubre parte de mi rostro, dejando mis ojos expuestos. He regresado. No como el hombre roto que había desaparecido meses atrás, sino como el Boss que el mundo temía. Esta noche, todo el mundo recordaría quién soy.
Con un leve movimiento de cabeza, di la señal para que las enormes puertas se abrieran. El sonido de los goznes resonó en el aire mientras los guardias a mi alrededor mantenían su formación. Nadie habla. Nadie se mueve. Es como si el tiempo se hubiera congelado en el instante en que crucé el umbral.
El salón esta lleno. Docenas de figuras con máscaras, vestidos y trajes elegantes se mueven bajo el resplandor de las arañas de cristal. La música es suave, melancólica, el acompañamiento perfecto para un lugar donde la muerte y el poder caminan de la mano. Mis pasos resuenan en el mármol mientras avanzo con la cabeza alta, con la mirada fija al frente.
Los murmullos comenzaron a propagarse como un fuego lento.
—Es él.
—Aarón Cassano ha vuelto.
—El verdadero Boss.
No necesitaba mirar para saber que todos me observaban. Las miradas son como agujas clavándose en mi piel, pero las ignoro. Esto es lo que significaba ser yo. El respeto y el miedo eran inevitables. Algunos bajaron la cabeza al cruzarse con mi camino, mientras otros se apartaban con movimientos rápidos, temerosos de quedarse demasiado cerca.
Llego al centro del salón, donde un amplio espacio ha sido dejado libre para mí, como si mi mera presencia exigiera ese respeto. Me detengo, dejando que mi mirada recorra a los presentes. No es necesario hablar. Mi sola presencia es suficiente para recordarles quién estaba al mando. Aunque había pasado tiempo, aunque muchos habían especulado sobre mi caída, aquí estoy, reclamando lo que es mío.
Un grupo de mis escoltas permanece cerca, vigilantes, pero se que nadie sería tan estúpido como para intentar algo esta noche. Sin embargo, mi atención no está en ellos. No está en los murmullos, ni en los rostros parcialmente cubiertos que me rodeaban. Esta buscando algo. Alguien.
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Una Alianza Prohibida II (Bilogía Alianzas) ©
RomansaSumido en la oscuridad, Aarón ha caído en un pozo del que parece no haber retorno. La lucha por resistir a la brutalidad que implica ser el nuevo Boss lo consume, pero el peso del poder finalmente lo arrastra. Tras innumerables búsquedas fallidas de...