Capítulo 3

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 Liu llegó a casa y no le sorprendió no encontrara a Ebba en casa, no era la primera vez en esos últimos días o más bien semanas en que Ebba llegaba mucho despues que ella. Desde hacía exactamente seis meses que Liu la notaba extraña, era como si Ebba estuviera transformándose en alguien nuevo, incluso en la forma en que ella misma se veía. Era como si Ebba se hubiera vuelto enamorar y no de Liu precisamente.

Era alguien nuevo, alguien que había robado su corazón y Liu, pese a su apariencia serena y calmada, no estaba precisamente en calma. Ante Ebba fingía no darse cuenta de su nueva felicidad y de aquello que hacía inconscientemente. Liu se había dado cuenta de que para Ebba había pasado a ser solo una amiga. En la cama, solo se limitaban a dormir, si Liu no buscaba tener sexo, a Ebba parecía no importarle y desde esos seis meses simplemente se había limitado a solo recibir y Liu, al darse cuenta de su poco interese dejo de buscarla y solo se limitaban a dormir cada una en un extremo de la cama.

Liu no hizo preguntas a Ebba sobre lo que pasaba, Liu no era estúpida, con aquellos ojos oscuros y serenos era capaz de observar y darse cuenta de todo sin siquiera aparentar que lo sabía, que lo entendía. Liu prefería navegar con su bandera de mujer boba por la vida, pero de que realmente fuera boba, no tenía ningún pelo.

Lo que la hizo sospechar de Ebba, fueron las mentiras que decía y que nunca sostenía, Liu tenía una memoria inigualable y todo lo que le decían se quedaba perfectamente grabado en su memoria. Por eso, fue que pudo darse cuenta de que Ebba ya no era la misma, que Ebba tenía un misterioso alguien.

Liu sabía que Ebba despues de dar clases iba al gimnasio, al menos sabía que iba tres veces por semana y que iba una hora nada más. Sin embargo, un día, los días de ir al gimnasio cambiaban continuamente, pero la ropa que Ebba utilizaba para hacer ejercicio, se encontraba en su maleta intacta, sin usar. No obstante, su ropa tenía otro perfume o cuando Ebba se estaba dando una ducha, Liu entró al baño y Ebba se sorprendió al verla, lo que se le hizo raro a Liu, fue el que Ebba tratara de ocultar su desnudez y Liu se dio cuenta del porqué.

― ¿Con que te has golpeado aquí? ― preguntó acariciándole el morado que había sobre su clavícula.

―Con las pesas ― respondió Ebba tratando de ocultar su nerviosismo.

― ¿Ya te has puesto ungüento?

―Sí.

―Para la próxima ten más cuidado.

―Lo tendré, no te preocupes.

Algo más que había desaparecido, era el que Ebba ya no le dedicaba palabras de cariño y aunque Liu sentía puñales clavándose en su espalda, fingió no darse cuenta, ser ciega y ver hasta donde era capaz de llegar Ebba con su engaño.

Pasaron tres meses de que lo descubriera y Ebba continuaba igual, incluso hasta más perdida por aquella persona que ahora, le enviaba mensajes a menudo y Ebba decía que era el grupo de chat de WhatsApp de sus amigas. Pero Liu sabía que no era así, nunca había revisado el celular de Ebba, pero ante la situación que estaba viviendo, una noche en lo que Ebba se bañaba, Liu aprovecho para desbloquear el celular y ver sus mensajes, pero antes de hacer aquello, apago los datos móviles y el wi-fi para no levantar sospechas. Y ante sus ojos apareció un chat, uno que tenía un nombre tan raro y que no era ninguno de sus amigas en común ni de Ebba. Ebba lo había registrado simplemente con la letra C en mayúscula y aunque estaba en la lista de chats, Ebba había vaciado la conversación.

Un día Liu dejo de preguntarle a Ebba que hacía o donde iba, porque Ebba hacía mucho que había dejado de hacerlo con ella, ahora simplemente iban y venían de la casa como casi dos extrañas que comparten cuarto y gastos de un hogar. Lo único que hacían era tomar el café juntas y nada más, Liu la miraba, pero Ebba tenía sus ojos y sus pensamientos en otra parte menos con Liu, quien estaba envidiosa de la felicidad de Ebba, porque no la compartía con ella.

El hilo que todo lo cose Donde viven las historias. Descúbrelo ahora