Liu llegaba todas las tardes agotada, rara vez tenía pocos pacientes y ahora le había dado por beberse dos copas de wiski antes de ir a su habitación para ducharse e irse a la cama. Pero ademas de lidiar con todo lo que estaba lidiando además de la ruptura con Ebba, Liu se encontraba dándole motivación a Aixa para que no se deprimiera por no volver a volar y asistiera a la rehabilitación que el doctor le dijo asistiera para que su vida fuera más o menos normal, pero esta se negaba a ir, así como del mismo modo se negaba a que la ayudaran a ponerse de pie de la cama o a bañarse.
Desde que Aixa llegara, no se había bañado y Liu no había querido discutir con ella, no podía con todo, hacer que se tomara el medicamento, también era una lucha constante día a día y francamente, Liu necesitaba valor, mucho valor para hablarle de una manera en la que no iba a ser la psicóloga, sino su amiga la que le hablara.
Liu se embriagaba con poco, tres pequeñas copas de wiski eran suficientes para que se desinhibiera lo suficiente con las personas de confianza y a las nueve de la noche ya estaba en su punto.
Sin pensarlo ni un minuto más, se dirigió a la habitación de Aixa, quien al escuchar los pasos de Liu, se apresuró a su modo a volver a la cama. Hacía algunos días que la había estado espiando y dado cuenta de que bebía todos los días y despues se iba a dormir.
Liu no se molestó en tocar la puerta de la habitación que ocupaba Aixa, simplemente entró y la miro fijamente. Aixa le sostuvo la mirada y por un largo momento no se dijeron nada.
― ¿Cuándo piensas salir de esa apestosa cama y lavarte el culo y la cabeza? ― la cuestiono Liu.
―Pues si no quieres olerme, sal de la habitación y no puedes echarme porque tu insististe en traerme aquí.
―No voy a echarte, pero como yo te traje, yo te exijo que ahora mismo te levantes de esa cama y te bañes.
―Déjame, soy yo ¿A quién le importa cómo huelo?
―A mí me importas. Así que desvístete ― dijo acercándose a Aixa para ponerla de pie.
― ¡Déjame morir en paz de una vez! ― grito y se puso a llorar.
―No quieres morirte, si desearas morirte no estuvieras tomando tus medicinas o siguiendo la dieta ― la voz de Liu ahora era tranquila ―. Comprendo cómo te sientes, sientes que has perdido todo, pero no es así. Aixa, ni yo misma puedo con todo. Si tú me dejas ¿qué haré yo? Solo nos tenemos nosotras dos y tú quieres dejarme, rendirte.
―Todo lo que tenía era volar ― murmuró Aixa con la cabeza gacha.
― ¿Y yo?
―Y tú.
―Pues por ti y por mí es que debes de seguir adelante. Tú crees que yo a veces no quisiera llorar y no salir nunca de mi cama, las tengo, pero hay personas que tienen problemas más grandes que los míos y los tuyos y siguen adelante. Si me levanto todas las mañanas es por ti, para darte ánimos a ti.
Aixa se puso a llorar y Liu la abrazo, pese a que olía como si estuviera viviendo en las alcantarillas.
―Te quiero ― le dijo Aixa.
―Yo tambien, pero ahora ve y báñate. Yo cambiare las sabanas.
Aixa obedeció y antes de entrar al baño dijo:
― ¿Liu?
― ¿Sí?
―Solo no te vayas a convertir en una alcohólica ― le dijo Aixa mirándola a los ojos y Liu se sonrojo ―. Te he visto y sé porque lo haces, solo te pido que no lo lleves a más.
ESTÁS LEYENDO
El hilo que todo lo cose
RomanceLa vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida y la cual te puede cambiar de la noche a la mañana. Es la historia de seis mujeres que se van conociendo conforme el destino las cruza de una u otra forma. En su camino conocerán el amor, la pérdida...