Capítulo 4

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Cadence se quedó en blanco luego de que Eir se fuera, no era así como quería que hubieran terminado la relación entre las dos, pero su cobardía le había hecho imposible no decirle la verdad, pero ademas de eso, había una parte de ella que aun amaba a Eir, pero no la amaba con la misma pasión que amaba a Ebba, además de que Ebba si quería tener hijos y Eir no. Eir se había cerrado a esa posibilidad y ella no estaba dispuesta a quedarse con las ganas de tener un bebé. Y esa era una de las razones con las cuales Cadence se decía a si misma que el que Eir la hubiera descubierto era lo mejor.

Cadence moría de ganas de llamar a Ebba para decirle que estaba bien, que Eir no le había hecho nada, que simplemente se había ido del apartamento hecha una furia y nada más, pero ambas tenían un acuerdo en que después de que volvía Ebba a casa, no podían enviarse mensajes y mucho menos hablarse. Los mensajes se enviaban cuando estaban en horas de trabajo lejos de su pareja. Por lo que Cadence pasó muchas horas llena de preocupación, pensando en lo que pasaría de ahora en adelante con su relación.

Cadence estaba enamorada de Ebba, lo que sintió por ella desde el primer momento en que la vio fue algo que no había sentido nunca, con Eir sentía cosas o las sintió en su momento, pero no fue nada comparado con lo que Ebba le provocó cuando le sonrió aquella primera vez que entro al gimnasio.

No sabía porque, pero sin darse cuenta, se habían acercado desde el primer día en que Ebba llegó, fue como si hubiesen sido imanes, se atrajeron y no dejaron de verse. Luego de tantas miradas y de haber terminado su rutina, se dijeron hola y ese hola trajo una larga conversación, que llevaron a las duchas, escenario que nunca visitaban, pero que ese día y los demás lo hicieron solo para pasar más tiempo juntas.

Y con el paso de los días se fueron haciendo más y más cercanas, hasta que llegaron al momento de las preguntas personales. Momento en el que ambas quedaron al descubierto en que tenían pareja, pero que solo Ebba estaba casada y Cadence vivía en unión libre.

―Pero creo que casarme no ha sido una buena idea ― le confesó Ebba a Cadence.

― ¿Porque? ¿No es lo que esperabas?

Ebba la miró unos instantes antes de abrirse completamente aquella mujer sensual y aunque sabía que aún eran casi unas desconocidas, no podía evitar sentir cierta conexión con Cadence, una que ya no sentía por Liu, una que parecía haber desaparecido desde hacía un tiempo sin que se diera cuenta.

―No lo sé, es difícil de explicar.

― ¿Ya no te gusta tu esposa?

Cadence le había hecho la pregunta que temía escuchar, porque era la verdad, Liu ya no le gustaba, había dejado de perecerle interesante y hacer el amor con ella era aburrido, ya que Liu no quería explorar cosas nuevas, ni usar juguetes. Ebba sabía desde un principio que Liu no era precisamente una persona muy sexual, pero cuando se casaron y consiguió estar con ella, pensó que Liu cambiaría, pero continuaba mostrándose reservada y son mostrar interés en otras cosas.

―Puede que sea eso y algo más. No es que Liu sea fea, pero es reservada ― dijo Ebba ―. Aun así, no creo que sea correcto hablar de ella contigo.

―Claro, lo entiendo.

Y aunque Ebba en un principio no contó todo sobre su relación con Liu, al final Cadence y Ebba, terminaron hablando de las cosas que no les gustaba de sus parejas. Cadence se quejó de que Eir no tenía mucho tiempo libre, ademas de que no quería tener hijos y ella quería tenerlos. Ebba, se quejó de que el sexo con Liu era aburrido y que lo que más hacía en la cama era leer, en lugar de mostrarse provocativa o tratar de revivir la pasión, que solo se limitaba al sexo aburrido de siempre, dos veces por semana, martes y jueves como si se tratara de lavar la ropa exactamente esos días.

El hilo que todo lo cose Donde viven las historias. Descúbrelo ahora