Capítulo 5

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Liu se encontraba sentada mirando la nada dentro de la habitación que Aixa ocupaba, desde que intentara abrir los ojos la primera vez no lo había hecho nuevamente. Pero Liu pensaba que era lo mejor, ya que de esa forma descansaba más y no se pondría inquieta, porque conociéndola, seguramente querría abandonar el hospital pronto.

Aixa abrió los ojos al día siguiente alrededor del mediodía y se encontró con su amiga Liu profundamente dormida en una silla, en una posición bastante incomoda. Trató de hablarle, pero su voz, que usualmente era fuerte, no fue más que un murmullo débil, despues intento moverse, pero su cuerpo no respondía y la fatiga y la debilidad que sentía, la llevaron a dejar caer pesadamente la cabeza en la almohada nuevamente.

Poco después una enfermera entró y reviso sus signos vitales, salió sin decir nada, para momentos más tarde, entrar un doctor.

―Me dijeron que ya había despertado ¿Cómo se siente? ― le preguntó el médico, Aixa iba a responder cuando Liu dejo escapar un bajo ronquido, el cual hizo reír a Aixa y al doctor.

―Me siento cansada y débil.

―Eso es normal tras haber sufrido un ataque al corazón ― Aixa puso cara de sorpresa ante lo que el doctor le había dicho.

― ¿Porque ha pasado? Considero que soy joven para un infarto ¿No es así?

―Así es, pero me temo que usted padecía ya de una cardiopatía isquémica no diagnosticada a tiempo y el infarto fue quien lo revelo.

―Soy piloto ¿podré volar de nuevo?

―Yo le sugiero que por ahora no se preocupe por eso, por el momento descanse y nada más.

 El doctor salió del cuarto sin decir más, mientras que Aixa no estaba feliz por la respuesta del galeno. Liu despertó cuando la puerta se cerró y de inmediato comenzó a frotarse el cuello.

―Me quede dormida ― dijo Liu para sí misma, sin darse cuenta de que Aixa ya estaba despierta.

―Deberías ir a casa ― la voz baja de la piloto tomó por sorpresa a Liu ―. Gracias por estar aquí, pero necesitas descansar. Estoy rodeada de médicos y enfermeras.

―De acuerdo, me iré. Pero vendré más tarde ― manifestó Liu levantándose de la silla, para acercarse y despedirse de ella con un beso en la frente.

Liu se sentía igual o peor que Aixa, pero sabía que debía continuar adelante y afrontar la realidad que le esperaba en casa, una que aún no deseaba ver, pero que debía hacerlo para seguir adelante. Sin embargo, cuando llegó a casa eran las nueve de la mañana y lo primero que notó, fue que el auto de Ebba no estaba, era algo raro siendo un domingo por la mañana, ya que, por lo general, Ebba solía dormir hasta tarde ese día. Aun así, Liu no quiso hacerse de malos pensamientos y decidió que debía fijarse en otros detalles antes de confirmar lo que sospechaba. Liu entro a la habitación y observo que la cama estaba compuesta, tal y como ella la había arreglado el día anterior, una muestra clara de que Ebba ni siquiera había pasado la noche allí.

Lo segundo que hizo Liu, fue acercarse a la cama para oler el pijama de Ebba, ese que había lavado ayer mismo para que su esposa lo usara por la noche, pero que sin duda no había sido utilizado. Sintió un nudo en la garganta y mientras trataba de digerir la información, le llegó un mensaje de Ebba.

¿Cómo esta Aixa?

Dentro de lo que cabe, bien.

Me alegra oír eso.

¿A qué hora vuelves a casa?

Estoy en casa

Fue la repuesta de Liu, quien se quedó esperando una respuesta de Ebba, quien se había quedado helada al leer el mensaje de Liu. Ebba había enviado el mensaje con la intención de saber a qué hora Liu volvería para ella estar en casa a esa hora, pero resultaba que Liu había llegado antes.

El hilo que todo lo cose Donde viven las historias. Descúbrelo ahora