¿Segunda oportunidad? - JENLISA g!p

Capítulo 10

Una alarma comenzó a sonar y una mano salió debajo de la sábana para apagarla. Con la cabeza escondida en la almohada, palmeaba sobre la mesita de noche tratando de tocar el celular y detener ese maldito sonido, pero le fue difícil saber dónde estaba y se destapó por completo con un gruñido.

"Quiero dormir más" -Jennie susurró dormida y se apoyó sobre un codo.

En la mesita de noche no se hallaba nada, salvo la lámpara y el envoltorio arrugado de la barrita de chocolate que se comió ayer antes de irse a dormir, y bajó la mirada al piso, ahí estaba el celular. Estiró la mano hacia abajo, lo agarró para detener la alarma y arrugó la frente desorientada del por qué se despertaba temprano hoy. Se refregó los ojos mientras bostezaba y le vino una persona a la cabeza, Lisa. La chica jugaba y ella tenía que ir a verla. Saltó de la cama, salió de su habitación, corrió por el pasillo y empujó a Jisoo antes de que se metiera al baño.

"¡Oye!" -se quejó su hermana y le cerró la puerta en la cara.

Jennie hizo sus necesidades, tiró la cadena del inodoro, se lavó las manos y la cara, se cepilló los dientes, se peinó el cabello todo enredado y se maquilló un poco. Volvió a su habitación, abrió su armario, eligió un outfit y se vistió, se roció perfume por todo el cuerpo, se paró frente al espejo para colocarse los anteojos de sol arriba de su cabeza, y tomó una mochila pequeña para que entrara solo su libreta, una lapicera, una botella de agua, su billetera, su celular y las llaves de su casa.

Bajó las escaleras rápido, vio a su hermana en el mostrador de la cocina y fue hasta ella, arrebatándole el vaso de jugo de naranja que estaba por beber. Se tragó todo el líquido refrescante mientras Jisoo la miraba boquiabierta y le devolvió el vaso para robarle ese tostado de jamón y queso que yacía en el plato para ser devorado. Le dio un gran mordisco y besó la mejilla de la azabache.

"Te quiero" -dijo con la boca llena.

Cerró la puerta de su casa y el taxi se estacionó justo a tiempo en la vereda. Se subió al asiento trasero, saludándolo, y le dijo la dirección a dónde tenía que llevarla. El viaje duró unos 15 minutos, le pagó al señor, se despidió y abandonó el vehículo.

Se adentró al colegio y se perdió caminando hacia la cancha, que un conserje tuvo que guiarla. Llegó al sector de las gradas, se tapó la cara para que el radiante sol no obstruyera su vista y buscó un lugar en la sombra. Se sentó en la primera fila alejada de las familias y dejó su mochila a su lado. Se cruzó de piernas y sacó su libreta junto con la lapicera mientras el árbitro daba inicio al partido.

La atención de Jennie no solo estaba en Lisa, sino en todas sus compañeras. Evaluaba los movimientos de cada una, analizaba su juego meticulosamente y captó las áreas libres que dejaban en la cancha, que rápido tenían que ajustar si no querían perder, pero eso era el trabajo de la entrenadora. ¿Cómo es que ella se daba cuenta y la señora no? ¿Acaso no identificaba las debilidades del rival para adaptar una nueva estrategia? Tenía que hacerlo y, de paso, corregir las deficiencias propias del equipo.

Lo que veía la morena era a la chica que se alineaba de 4, pases preciosos un 30%, regalaba más la pelota que dándosela a una compañera, 2 veces gambeteada y la próxima vez que lo fuera, el rival aprovechará la oportunidad para correr hacia adelante con velocidad y armar un centro, que ni la defensora de 2 lo detendrá y podrían meterles un gol, 3/9 duelos ganados, 2/5 remates bloqueados y 1 despeje; en conclusión, tendría que ser sustituida para reforzar la defensa. La chica pelirroja de 7, aunque jugaba bien, tendría que salir, fue amonestada dos veces, otra tarjeta amarilla y la echan, y nadie desea jugar con 10 jugadoras. La chica de 10 venía más o menos, 4/6 en quites, 2/4 pases largos precisos, 5 pérdidas, 1/3 efectividad de centros.