7 - Sigue siendo solo Chiara

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PDV Violeta

Chiara me dejó en casa sin decir ni una sola palabra.
No me vio, no me abrió la puerta, no se despidió.
Simplemente me dejó ahí y arrancó el coche a toda velocidad. Al día siguiente apenas pude procesar lo que había pasado y entender un par de cosas:

1. A Chiara de verdad le había llamado la atención todo lo que hacia.

2. No era inmune a nada y me deseaba tal vez antes de lo que yo pensaba.

3. No era mentira cuando sentía que su cuerpo tenía reacción hacia mi en algún momento.

4. Acababa de iniciar algo peligroso que definitivamente no quería parar.

Llegue a la oficina con mi papá esta vez y volví a llegar tarde. Él se fue a su oficina y yo me fui a la de Chiara.

Antes de tocar la puerta repasé como me veía, acomodé mi sujetador, mi vestido y mi pelo, para verme bien. Una vez lo hice solté mucho aire por la boca y toqué la puerta demasiado nerviosa pero decidida.

- Pase.

- Hola, hoy fueron 10 minutos, lo siento, me costó entrar en este jodido vestido, ¿Quién invento este tipo de cierres? - me queje sentándome frente a su escritorio.

Ella me dio una muy pequeña sonrisa que hizo que me relajara un poco.

- Aquí. - indicó señalando el escritorio con la barbilla.

Le obedecí inmediatamente, camine hasta ahí y ella me indico que me sentará en el escritorio.

- ¿No se supone que no debo tocar tu escritorio?

Chiara sonrió de lado, con malicia.

- ¿Tu crees que un escritorio me interesa si tú estás sentada encima de él?

- Ay. - murmuré sentandome - Voy a pensar que realmente le gusto, señorita Oliver.

Soltó un gruñido seductor y puso cada una de sus manos en cada una de mis piernas y las abrió delicadamente poniéndose en medio de ambas.

- No me gustas. - dijo - Te deseo Violeta.

Una oleada de nerviosismo y placer me recorrió cuando
dijo eso.

- Necesito saber. - dijo entonces - ¿Te arrepientes de anoche? - preguntó viéndome directa a los ojos.

Sus manos estaban sosteniéndome firmemente por la cintura y por la intensidad de sus ojos supe que lo que dijera a continuación marcaría mi destino y no tuve ni un poco de miedo a mi respuesta.

- Ni siquiera un poco. - dije con seguridad.

Sus dedos aterrizaron en mi mandíbula, cuando la levantó dejando mi cuello al descubierto su respiración golpeó mi carne sensible haciéndome suspirar.

- Chiara...- solté sin aliento.

- Violeta. - su voz estaba ronca - ¿Quieres jugar sucio? - preguntó pasando su nariz por mi cuello en una caricia
tentadora.

- No soy estupida, no pienses que me estoy ilusionando contigo solo porque me diste un orgasmo. - llevé mis manos a sus hombros y la alejé para mirarla a los ojos - Solo quiero jugar y por la forma en que me miras ahora se que también quieres.

- Habrá reglas.

Chiara estaba cediendo a esto. Realmente estaba pasando.

- Siempre las hay. - contesté.

- Primero, yo no doy besos en los labios. - me acaricio el cuello con los labios.

- ¿Por qué no das besos? - pregunté solo por curiosidad.

La socia de mi padre - Kivi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora