Para Yumi Ai Mitsuki, el pasado no es solo una sombra que la persigue. Es una verdad incómoda que se refleja en cada mentira que ha contado, y que ahora, finalmente, deberá enfrentar.
Aqua Hoshino x OC
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Sentimientos
★★★★
Esa noche, los Hoshino y la pequeña Mitsuki durmieron juntos, acurrucados en un solo nido de mantas y almohadas, temiendo que al despertar todo se desvaneciera como un espejismo, que Yumi ya no estuviera allí con ellos. La luz de la luna se filtraba por la ventana, bañando la habitación con un resplandor suave y etéreo, como si quisiera proteger aquel momento tan frágil, tan perfecto.
Los tres Hoshino se aferraban a Yumi con fuerza, sus brazos rodeándola con la desesperación de quienes temen perder algo irremplazable. Aqua, con su seriedad habitual, tenía el rostro hundido en el cabello de Yumi, respirando su aroma, memorizando su calor, como si quisiera grabar su presencia en lo más profundo de su ser. Ruby, por su parte, había envuelto su cuerpo diminuto alrededor del de Yumi, sus manos entrelazadas en la espalda de la niña, aferrándose con la esperanza de que aquello no fuera un simple sueño, sino una realidad que no se desvanecería con el amanecer.
Ai, en el otro extremo, los abrazaba a todos con sus largos brazos, como una madre protectora que intentaba contener el mundo para que no los alcanzara. Sus ojos, abiertos en la oscuridad, brillaban con una mezcla de alivio y preocupación. Había luchado tanto por darles a esos niños una vida mejor, por ofrecerles un hogar donde el amor fuera lo único que importara. Y ahora, con Yumi entre ellos, sentía que algo más grande había comenzado, una promesa de familia que había nacido de las cenizas de un pasado roto.
Yumi, en el centro de aquel abrazo, cerraba los ojos con fuerza, su pequeña figura temblando ligeramente. Nunca había conocido un amor tan cálido, un refugio tan reconfortante. Era como si estuviera atrapada en un sueño del que no quería despertar. Sus manitas se aferraban a las camisas de Aqua y Ruby, con la desesperación de quien teme que todo se desvanezca en un instante. Sentía el latido de sus corazones, fuertes y constantes, y deseaba que ese sonido nunca se apagara, que nunca se alejara de aquellos brazos que ahora la rodeaban con tanto amor.
—No me dejen ir... —susurró en la penumbra, su voz apenas un murmullo que se perdió entre el silencio de la noche.
—Nunca, Yumi —respondió Ruby, su voz quebrándose ligeramente mientras sus lágrimas rodaban por sus mejillas—. Nunca te dejaremos ir.
Aqua, sintiendo el temblor de Yumi, apretó su abrazo, su rostro endurecido por la determinación. Para él, Yumi era más que una amiga; era un símbolo de esperanza, de lo que la vida aún podía ofrecerles a pesar de todo el dolor que habían soportado.
—Te prometo que siempre estaremos aquí para ti —susurró Aqua, con voz firme, como si estuviera haciendo un juramento sagrado—. Nunca más estarás sola, Yumi.
La pequeña Mitsuki, sintiendo la sinceridad en sus palabras, se relajó ligeramente. Cerró los ojos, dejándose llevar por el ritmo lento y calmado de sus respiraciones. Era un momento único, uno que guardaría en su corazón por siempre. Porque, por primera vez, sentía que pertenecía, que era amada incondicionalmente, sin miedo ni condiciones. Y en esos brazos, en aquel hogar improvisado hecho de amor y promesas, encontró la paz que tanto había anhelado.
