14.- ¿Quien es Izayoi?

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Narrador

—Señor Takahashi, lo buscan.—

— Digale que estoy muy ocupado.—

Un señor con cabello semi plateado, levanto su martini y lo bebió con tal despreocupación, sentado en su silla de cuero.

— Dice ser su esposa.—

El señor volteo la silla que tenia de lado de la ventana a su secretaria por la inesperada sorpresa de esas palabras. Su esposa.

— Y si no la deja pasar, dice que ará algo que usted no querra. — prosigio hablando la muchacha.

— Qué pase. —
Soltó sin más rodeos.

Al abrir la puerta la Secretaría, entra una delgada
Y alta mujer con verdaderos cabellos plateados, largos y delgados. Un kimono de color morado claro. Un obin anaranjado como el atardecer, una chalina peludita y una peineta cristalina. Rasgos finos y ojos rasgados de color oro.

— Cuánto tiempo. ¿Qué te trai por aquí?. Acaso, pasate a verme.—
El hombre hablo en un tono sereno y despreocupado.

— Dejate de formalidades. Sabes perfectamente a qué vengo. No me interesa en lo más minimo ver tu cabello cada ves más descolorido.— La mujer tomo asiento sin siquiera ser invitada.

— Pero mira quien habla de cabello blanco.—

— Lo tullo es vejes, lo cuan me preocupa si primero no haces tu dever.—

— Desde cuando la señora Izayoi se preocupa por su pobre marido.—
Hablo el señor Takahashi sarcastico, acompañado de una risita fingida.

— ¿Importarame tu?. Ni en mi otra vida, amor.— la ultima palabra, se remarco tanto en su labios como en la mirada escalofriante que le dedico.

— Lose, fuimos la mejor pareja — Aún sin finalizar su sarcasmo el empresario.

La mujer se rasco la cien ya cansada.

— No vine a hablar de ti, ni de mi — Dejando el sarcasmo atras la albina fue clara.

—Como siempre tan directa.
Tengo la herencia asegurada, no se preocupe, My lady.—
Una sonrrisa triunfante se dibujo en los labios del adinerado.

—¿Y desde cuándo hace eso?— cuestiono la oji dorado, recargando su menton en su cruzadas manos.

— Tal vez, desde la ultima ocacion, en la que sierta persona destruyo mi recién fundado banco....mmff  — suspiro el hombre igual ya cansado.

— ¿Así...? — Esta vez fijo aún más la mirada en su "pareja"

El hombre se percató de la poca incruelidad de su mujer y volteo la silla en cuestión de afirmación con un — Por su puesto —

—¡Ososki!...— expresó en un susurró. Acusando su mentira.

El 50ton sintio como una gota de sudor viajó por su frente ¿ De verdad estaba mintiendo?

— N-No se de que me hablas.— Solto por fin el semi plateado.

—Tienes la costumbre de evitar mi mirada cuándo mientes, tontuelo.— Sonrió en señal de victoria.

Mientras el hombre limpiaba su semi sudur, hizo un sptop de sorpresa al escuchar aquellas palabras.

—Tssk, Tonterias — Trataba de disimular sus evidentes nervios.

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