Capítulo 1

98 13 4
                                    

Debería de estar descansando después de mi jornada de diez horas en el restaurante del puerto, sin embargo aquí estoy, delante del espejo, peinándome mi pelo rojo oscuro, mientras mis ojos marrones muestran el cansancio que acumulo. Jamás habría aceptado trabajar otras cuatro horas en el catering de la fiesta privada, pero lo hacía por mi madre.

Mi madre, Sonia, mi abuela, Hilda, y yo vivimos en el barrio bajo de la ciudad. Desde que mi abuela está enferma, mi madre y yo trabajamos para poder pagar sus medicinas. Hoy mi madre tenía que ir un catering, pero esta mañana se levantó con fiebre y el médico le ha dicho que tiene gripe, asique para no perder el dinero por el trabajo, me he ofrecido yo a ir en su lugar.

Ella es una mujer espectacular, alta, de pelo rubio oscuro y los ojos color avellana. Apenas tenía dieciséis años cuando se quedó embarazada de mí, y, como ese hombre no quiso hacerse cargo porque estaba casado, decidió criarme ella sola con la ayude de mi abuela.

- Marizza, gracias por hacer esto por mi.- murmura mientras observa desde su cama como termino de ponerme el uniforme.

- No tienes que agradecerme nada. Lo hago por ti y por la abuela, no podemos perder la oportunidad de ganar algo de dinero.

- Ya lo sé mi ciela bella. Estas preciosa. Dale ves saliendo que no llegues tarde.

- Vale, me voy. Traje sopa del restaurante para ti y para la abuela. Tómatela caliente.- Le doy un beso en la frente con cariño.

- Gracias hija.

Salgo de casa directa a la plaza donde el resto de los empleados de catering esperan para que el encargado nos lleve al lugar del evento. La carretera está bastante despejada. Los primeros tonos del anochecer empiezan a aparecer por el horizonte. Mi destino es la finca Bustamante, nunca he estado en ella, ni tan siquiera en las inmediaciones. Es una finca enorme, rodeada por una gran valla, un gran jardín, una gran mansión y una gran piscina. En esta finca todo es a lo grande.

La familia Bustamante se compone por Sergio Bustamante, su esposa, Mora, y sus dos hijos. El cabeza de familia es un empresario súper importante y actual candidato a la presidencia de la ciudad, mientras que su esposa se dedica a viajar por el mundo. Los hijos, unos buenos para nada. La hija, Mía, solo piensa en la moda, cualquier cosa que no sea un Dior, Prada o Gucci no es de su incumbencia. Mientras que el hijo, Pablo, se bebe todo lo que se pueda servir en un bar, y se mete en la cama a cualquier chica que esté dispuesta a rendirse a sus encantos.

Mi trabajo consiste en pasearme por el jardín, sosteniendo una bandeja con las copas de vino, champan, o aperitivos de esos ridículos. Las reglas básicas son, no hacer ruido, no tropezar ni derramar nada, y no interactuar con los invitados.

- ¡Eh! ¡Eh! ¡Tú! – Me llama el hijo Bustamante y me acerco con la bandeja para ofrecerle una copa de vino.- ¿No puedes traerme algo más fuerte?

- Lo siento señor, pero no atendemos peticiones, solo podemos servir lo que llevamos en las bandejas.

- ¿Tu sabes quién soy yo?- la chulería con la que ha pronunciado esta frase hace que mi sangre hierva, pero debo guardar mi carácter.

- Lo lamento, pero tengo que cumplir con mi trabajo. Si lo desea puede hablar con el encargado.

- El encargado es un inútil como tú. Apártate de mí vista.

- Como ordene.- respondo con una sonrisa falsa y me alejo de él.- Gilipollas.- murmuro cuando sé que ya no me escucha.

Es joven, con pelo rebelde y rubio, de ojos azules. Típico chico que enloquece a todas las sin cerebro. Un muñequito de plástico.

Continuo con mi trabajo, por suerte para mí, no he vuelto a cruzarme con el idiota. Ya se ha terminado de servir la comida, y por tanto no hace falta que sigamos todos los camareros en servicio. Decido ayudar a uno de los chicos a ir recogiendo.

¿Tenemos un trato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora