Capítulo 2

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El día siguiente al catering dormí como unas cuatro horas, me levante, fui a mi trabajo en el restaurante del puerto, y al regresar a casa, después de atender a mi madre y a mi abuela, me fui directa a la cama.

Hoy, lunes, me despierto temprano, aunque mi turno no empieza hasta las doce, quiero hacer la compra y dejar la comida hecha a mi madre y mi abuela. Lo primero que hago es ver a mi madre, afortunadamente ya está mejor y podrá regresar a su trabajo con normalidad. Después voy a ver a mi abuela, que duerme plácidamente.

Ella tiene el pelo canoso, aunque antiguamente lo tenía pelirrojo como yo, y sus ojos son iguales a los de mi madre. Estuvo casada con mi abuelo hasta que él falleció de forma repentina cuando mi madre tenía diez años. Fibrilación ventricular o lo que es lo mismo muerte súbita. Ahora es ella la que estaba enferma.

Después de asegurarme de que ambas están bien, me visto con unos jeans y una camiseta azul y salgo directa al mercado. De regreso a casa, Manuel aparece corriendo y gritándome para que le espere.

- ¿Qué ocurre?- le digo en cuento llega donde estoy

- ¿Qué paso el sábado en la fiesta de los Bustamante?

- Nada, al menos cuando yo me fui todo estaba bien.

- Marizza, soy tu mejor amigo, puedes contarme cualquier cosa.- le miro intrigada.- Si ese tipo se atrevió a hacerte algo, le mato, te juro que le mato.

- ¡Pero qué dices! El señor Bustamante ni me miro.

- No me refiero a él, sino al malcriado de su hijo.- frunzo el ceño. ¿Cómo es posible que Manuel sepa algo de lo que paso con Pablo?- Mira Marizza, entiendo que puedas sentir miedo porque él es quien es, pero tienes que denunciarle para que no vuelva a repetirse.

- ¿Denunciarle? – Ahora estoy bastante más confusa que antes. - Manuel, no pasó nada. Él estaba borracho y yo solo le ayude... pero... ¿Cómo lo has sabido tú?

- Por esto.- Manuel me entrega una revista de esas sensacionalistas. En la portada aparece una foto mía con Pablo detrás del arbusto y en letras grandes se puede leer "Pablo Bustamante abuso de una empleada"

- ¿¡Pero que mierda es esto!? – grito en cuento lo leo

- Y dentro hay un artículo de tres páginas donde se dice que abuso de ti con muchas más fotos.

- No. No. No. No puede ser.- abro la revista para comprobar lo que dice Manuel, y puedo ver varias fotos, en una de ellas parece que Pablo me está besando.- ¡Pero esto es mentira!

- Bueno... las fotos...

- ¡Que fotos ni fotos!- no puedo creer lo que estoy leyendo. El articulo asegura que Pablo me llevo detrás del arbusto e intento abusar de mí, incluso llegan a mencionar a una empleada que asegura que es cierto y que de no ser por ella, habría conseguido violarme. - ¡Pero esto es una basura! Manuel, te prometo que nada de lo que dice aquí es cierto.

- Tranquila, te creo. – Me abraza para tranquilizarme.- Lo bueno es que no dicen quién eres tú. Yo lo he sabido porque te he reconocido.

- Pues espero que nadie más que me conozca vea esta porquería. – Me separo de él.- Tengo que irme, entro a trabajar en una hora. ¿Puedes hacerme un favor?

- Claro.- me dedica una sonrisa cómplice

- Necesito que consigas todas las revistas con esta porquería del barrio... si lo ven mi madre o mi abuela...

- Tranquila canija, me ocupare de que no lo vean.

Manuel es como un hermano mayor para mí, de hecho es dos años mayor que yo, él tiene veinticinco y yo veintitrés. Es alto y fuerte, con el pelo oscuro al igual que sus ojos. Llego al barrio con apenas tres años, después de que sus padres fallecieran en un accidente de tráfico, la única familia que le quedo fue su tía Sandra.

Siempre ha sido muy protector conmigo, si alguien se metía conmigo en el colegio el me defendía sin importarle las consecuencias. Así fue como nos conocimos, era mi primer día de colegio y mi abuela me había regalado una chocolatina para que me la comiera en el recreo, un niño mayor que yo quiso quitármela y Manuel me defendió dándole un puñetazo en el estómago. Desde ese día nos hicimos inseparables.

Después de haber preparado algo de comer para mi madre y mi abuela, salgo a mi trabajo en el restaurante del puerto. No es que me encante ese trabajo, pero al menos paga las facturas.

Cuando llego el dueño, un señor regordete de unos cincuenta años y medio calvo, está esperándome en la entrada.

- Lo siento Marizza, pero es mejor que no vengas a trabajar.- Puedo observar que tiene la revista en la mano.- ¿Por qué no te tomas un tiempo?

- No necesito ningún tiempo, lo que necesito es trabajar.- intento entrar pero me lo impide

- No es una sugerencia, es una orden. Por un tiempo es mejor que no trabajes aquí.

- ¿Estas de broma?- niega con la cabeza.- ¿Y cuánto tiempo me ordenas que me tome?

- Indefinido... mejor dicho... permanente.

- ¿Qué? ¿Pero no puedes hacerme eso?- empiezo a ponerme nerviosa. Por esa porquería de revista me estaban despidiendo de mi trabajo. Un trabajo que aunque no me entusiasmase, lo necesitaba para poder ayudar en mi casa.– Sabes muy bien que necesito el trabajo para pagar las medicinas y el tratamiento de mi abuela.

- Lo siento, pero no quiero exponerte, ni exponer al restaurante.

-Pero... por favor... eso es todo mentira.- señalo la revista.- Es puro sensacionalismo... no...No pasó nada de lo que pone en esa basura.

- El problema no es que sea cierto o no, el problema es que pueden relacionarte con mi restaurante, y Bustamante es un tipo con poder... con mucho poder...

- ¡Ósea que es eso! Le tienes miedo a ese tipo. – Nos quedamos en silencio un rato.- Por favor, no me haga esto.

- Lo siento. Pero mi familia, mis hijos, sin el restaurante no puedo mantenerles. Entiendo que tú necesitas el dinero para tu abuela, y por eso voy a pagarte una buena indemnización y te daré buenas referencias, pero no puedo arriesgarme.

- Perfecto. –me resigno.

El dueño entra dentro del restaurante y me saca un sobre. Me lo entrega y me desea suerte. Me hubiera encantado decirle que es un cobarde y un idiota por creerse esa porquería, pero cuando me ha mencionado a su familia he comprendido que, al igual que yo, también necesita mantener el trabajo para cuidarles.

Con toda la rabia acumulada tomo rumbo hacia mi casa. Me pregunto como voy a explicarle a mi madre lo que ha ocurrido. Probablemente ella me diga que no pasa nada y que trabajara el doble para poder mantenernos a las tres hasta que yo encuentre otra cosa. Siempre me ha cuidado y ha buscado un futuro mejor para mí. Desde que tengo uso de razón ella y mi abuela han trabajado sin descanso para darme una buena vida y una buena educación, pero cuando mi abuela cayó enferma hace cuatro años yo tuve que dejar mis estudios para cuidarla.

Al llegar a casa un coche negro, elegante, que desde luego no pertenece a nadie de este barrio, está estacionado delante de mi puerta. Justo delante de esta se encuentra un hombre trajeado, con gafas de sol, alto y musculoso. Al intentar entrar, me lo impide y cuando le explico que yo vivo ahí, se mueve hacia un lado dejando libre la puerta para que pase.

- ¿Qué ocurre?- pregunto al entrar y ver a mi madre sentada en la mesa junto al señor Bustamante.

- Hija, el señor Bustamante ha venido para hablar contigo sobre la fiesta del sábado.

Mierda, mierda, mierda.

¿Tenemos un trato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora