Al despertarme esta mañana he sentido por un segundo que estaba en mi casa, que todo lo vivido el día anterior había sido un sueño, bueno, más bien una pesadilla. Pero en cuanto he abierto los ojos y he visto la habitación todo ha vuelto a mí. Esta era mi nueva casa, esta era mi nueva realidad.
Cuando he bajado a la cocina a las ocho y media a por algo para desayunar, las empleadas me han informado que la hora del desayuno es las ocho y que lo sirven en el comedor. Margarita, que es un encanto, me ha servido allí mismo un café y unas tostadas, y me ha informado de todos los horarios de comidas.
Al regresar a mi habitación me he encontrado con Mía que venía a ayudarme a prepararme para la rueda de prensa siguiendo las indicaciones de su padre. Me ha dicho que me ponga un vestido azul claro que queda por debajo de las rodillas, con manga corta y cuello de camisa. Al mirarme al espejo mientras me coloco el cinturón con el logotipo de la marca Gucci me doy cuenta de que no podría comprar ese vestido ni trabajando veinticuatro horas al día durante un mes en el restaurante del puerto.
- Este vestido es...
- Es perfecto para ti.- dice Mía con una sonrisa impecable.- Es sencillo a la vez que elegante.
- No es sencillo.
- ¡Pues claro que sí! Es clásico, cómodo, poco adornado. Es perfecto.- Me da unas sandalias con un tacón demasiado alto.- Póntelas.
- Yo no sé andar con esto.
- Tonterías. Toda mujer sabe andar con un buen tacón. Dale, que aún tengo que maquillarte y peinarte.
Decido hacerla caso, a fin de cuentas ella es la que entiende de moda. Me pongo las sandalias y en cuanto intento dar un paso casi me caigo, al segundo paso creo que me voy a romper un tobillo y al tercero creo me voy a ir de frente contra el suelo. Finalmente consigo llegar hasta la silla del tocador donde Mía empieza a maquillarme. Yo nunca he sido de maquillarme mucho, una raya en el ojo, un poco de sombra y un brillo de labios, pero ella empieza a ponerme un montón de cosas. Después me peina el pelo en un moño clásico.
- Lista, solo faltan unos pendientes de perlas.- me indica Mía cuando puso la última horquilla.
- Esta no soy yo.- murmuro al verme en el espejo, estoy guapa, pero no es mi estilo.
- ¿Qué has dicho?
- Que esta no soy yo. Yo nunca me recojo el pelo así, ni me maquillo tanto. Jamás uso tacones y me gusta maquillarme menos... bastante menos.
- Bueno pero hoy tienes que estar perfecta para la rueda de prensa. Ahora eres parte de esta familia y tienes que lucir como un Bustamante.
No reconozco a la persona que me mira en el espejo, es una versión de mí, pero no soy yo. ¿Esta soy yo ahora? Toda mi vida se había desmoronado, mi casa, mi barrio, mi familia, y ahora yo. No. No puedo perderme entre el lujo y los privilegios de ser un miembro de la familia Bustamante.
- No.- digo mientras intento tranquilizar mi respiración.- No... Yo soy Rey, no Bustamante. Nosotras no podemos permitirnos este vestido... nosotras no... ¡No puedo salir así!
- ¡Estas de Broma! – Me grita Mía.- Llevo toda la mañana dedicada a convertirte en una de nosotros. ¿Así me lo agradeces?
- Yo no soy una de vosotros.
- ¡Eso está claro! Pero tenemos una imagen que guardar... No puedes presentarte como parte de esta familia vestida de cualquier manera. ¡Que va a pensar la gente!
- Me importa bien poco lo que piense la gente. No voy a fingir ser alguien que no soy.
Mía y yo seguimos gritándonos mientras yo intento quitarme los zapatos y ella me lo impide. Nuestros gritos deben de oírse por toda la casa. Bustamante entra por la puerta.
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¿Tenemos un trato?
Teen FictionMarizza es una chica humilde que vive en la zona pobre de la ciudad. Jamás se imaginó que el decidir remplazar a su madre en un catering de una fiesta de la familia Bustamante, la llevaría a terminar haciendo un trato que le cambiaría la vida para s...