Capítulo 2: La Resistencia Silenciosa

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El sonido del viento silbaba a través de las grietas en las ventanas rotas de Hogwarts. El castillo, que alguna vez fue un refugio de aprendizaje y magia, ahora estaba sumido en una atmósfera lúgubre, con cada rincón ocultando algún nuevo peligro. Harry respiraba con dificultad bajo la máscara de gas que la mujer le había dado. El olor metálico de la sangre aún colgaba en el aire después de la batalla con las criaturas de nivel 3.

El grupo de sobrevivientes que había llegado era pequeño, pero parecía organizado. Mientras todos se ajustaban las máscaras, la mujer que había hablado antes dio un paso adelante, su rostro todavía marcado por cicatrices de antiguas batallas.

—Me llamo Tanya —dijo, su tono firme y autoritario—. Somos parte de lo que queda de la Resistencia Silenciosa. Nuestros magos han estado investigando Ethermor desde que comenzó, pero hemos descubierto que la única manera de resistir el virus es evitando su propagación mediante magia. Estas máscaras filtran las partículas en el aire que lo contienen, ralentizando su progreso en el cuerpo.

Harry, Ron, Hermione y Neville, ya desgastados, escuchaban en silencio. El cansancio físico y emocional era evidente en sus rostros. El virus había hecho que cada día fuera una batalla de supervivencia, y la esperanza de revertir los efectos parecía cada vez más lejana.

—¿Y qué están haciendo para detener el virus? —preguntó Harry finalmente. Su voz sonaba áspera por la máscara.

Tanya suspiró, como si el peso de la pregunta fuera demasiado para cargar.

—Estamos buscando respuestas. Ethermor no es natural. Fue creado por algo o alguien, y sabemos que empezó en el mundo muggle, pero fue diseñado para atacar a los magos. El virus se alimenta de nuestra magia, y cada vez que usamos un hechizo, nos hacemos más vulnerables.

Hermione dio un paso adelante, su mente brillante a pesar de la fatiga. —Pero hay algo que no entiendo —dijo—. Si el virus es tan letal, ¿cómo es que todavía estamos vivos?

—Porque aún no han llegado al nivel 3 —respondió Tanya con seriedad—. Cada uno de ustedes está infectado, pero el virus tarda en desarrollarse completamente. Hay niveles. Al principio, puede parecer una simple enfermedad, pero mientras más lo alimente la magia o el aire contaminado, más rápido avanzará. Si alcanzan el nivel 3, perderán su humanidad. Se convertirán en esas criaturas que acaban de enfrentar.

—¿Y después del nivel 3? —preguntó Ron, su voz temblando ligeramente.

—Después de eso, no hay retorno —respondió Tanya con un brillo oscuro en sus ojos—. Se convertirán en bestias completamente salvajes, incapaces de razonar, y su única meta será devorar a otros para sobrevivir.

Un silencio inquietante llenó la sala mientras todos procesaban la información. Sabían que el virus era letal, pero ahora, enfrentados con la realidad de su naturaleza, la situación parecía aún más desesperada.

—¿Qué hacemos entonces? —preguntó Harry finalmente, rompiendo el silencio.

Tanya miró a los jóvenes frente a ella, evaluando su estado físico y mental. —Lo primero que deben hacer es seguir usando las máscaras. El aire está contaminado en todas partes, y sin ellas, no durarán mucho. Segundo, deben moverse con nosotros. Sabemos de un lugar seguro donde hemos estado investigando un posible tratamiento, pero es un viaje largo y peligroso.

Neville, quien había permanecido en silencio hasta ahora, habló con un tono preocupado. —¿Y qué pasa si el virus avanza más rápido en nosotros?

Tanya miró a Neville con seriedad. —Si alguno de ustedes empieza a mostrar los signos de nivel 3, habrá que tomar decisiones difíciles. No podemos permitir que nadie se convierta en una amenaza para el grupo.

El comentario cayó como una bomba entre ellos. Nadie lo dijo en voz alta, pero todos sabían lo que significaba: si uno de ellos avanzaba demasiado en la infección, tendrían que eliminarlo. Era una cruda realidad que no estaban preparados para enfrentar, pero sabían que era inevitable.

—No nos convertiremos en eso —dijo Harry, con la determinación de un líder que no quería rendirse—. Encontraremos una manera de detener esto.

Tanya lo miró con una mezcla de respeto y compasión. —Eso espero. Pero por ahora, debemos seguir adelante. Prepárense para moverse. Nos dirigimos a un antiguo refugio, un lugar donde aún podemos estar seguros… al menos por un tiempo.

El grupo de supervivientes comenzó a moverse rápidamente, recogiendo suministros y organizando la salida del castillo. Hogwarts, alguna vez un lugar de seguridad y esperanza, ahora parecía una trampa mortal para los pocos que quedaban. Las criaturas de nivel 3 acechaban en las sombras, y con cada minuto que pasaba, el aire se volvía más denso con el virus.

Mientras se preparaban para partir, Harry se acercó a Hermione, quien había estado tosiendo de manera intermitente.

—¿Estás bien? —preguntó, con una preocupación evidente en su voz.

Hermione asintió débilmente, pero su palidez no hacía más que incrementar la preocupación de Harry. —Estoy bien… por ahora —respondió—. Pero Harry, tenemos que encontrar una cura pronto. No sé cuánto tiempo más podremos resistir.

—Lo sé —dijo Harry, apretando los labios—. Pero no vamos a rendirnos. No ahora.

De repente, un ruido fuerte resonó por los pasillos. Era un sonido que ya les resultaba familiar: el eco de garras raspando la piedra.

—¡Vienen más! —gritó Ron, señalando hacia la entrada del Gran Comedor. Tres figuras deformadas aparecieron en la oscuridad. Eran usuarios de nivel 3, y su mera presencia hizo que el corazón de todos en la sala latiera con fuerza.

—¡Prepárense! —ordenó Tanya—. Apunten al corazón o a la cabeza, es la única forma de matarlos.

Las criaturas rugieron y se lanzaron hacia ellos con una velocidad aterradora. Harry levantó su espada, sintiendo el peso del metal en su mano, y corrió hacia la primera bestia. Con un movimiento rápido, logró esquivar sus garras y clavó la espada en su pecho, pero la criatura no cayó inmediatamente. Se retorció, gritando en agonía antes de finalmente desplomarse.

Ron y Hermione luchaban con otra bestia, mientras Neville y Tanya intentaban detener a la tercera. El caos envolvía la sala, y cada segundo se volvía una batalla por la supervivencia.

Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, las tres criaturas yacían muertas en el suelo. El grupo respiraba con dificultad, cansados pero aliviados de haber sobrevivido.

—Tenemos que irnos ahora —dijo Tanya, limpiando el sudor de su frente—. No podemos quedarnos aquí más tiempo.

Con una última mirada a Hogwarts, Harry y sus amigos se prepararon para abandonar el castillo, sabiendo que el mundo que conocían estaba desapareciendo, y que lo que les esperaba más adelante era incierto y peligroso.

Fin del capítulo 2

Harry Potter y el Apocalipsis de EthermorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora