Capítulo 20 T2: La Emboscada

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El aire en la biblioteca se tornó más denso a medida que los magos oscuros avanzaban hacia ellos. Sus figuras eran sombrías, envueltas en capas negras que parecían absorber la luz de las lámparas. Harry, Hermione, Ron, Neville y Theo se colocaron en posición de defensa, sus varitas firmemente sujetas en sus manos, aunque sabían que usar magia podría acelerar el virus dentro de ellos.

—¡No podemos usar magia! —susurró Harry con urgencia, recordando la advertencia de los sobrevivientes. Sus amigos asintieron, pero el miedo en sus ojos era palpable. Estaban atrapados, y las opciones se reducían con cada paso que los enemigos daban hacia ellos.

—Ríndanse y puede que les dejemos vivir un poco más —dijo uno de los magos oscuros, su voz cargada de malicia—. El virus ya se está cobrando sus vidas. No tiene sentido luchar.

Harry apretó los dientes. No podían simplemente rendirse. La supervivencia siempre había sido su lucha, y esta vez no sería diferente.

—Tenemos que pensar rápido —dijo Hermione, mirando a su alrededor en busca de una salida.

Justo cuando uno de los magos levantó su varita, Theo lanzó un libro pesado hacia su dirección, distrayéndolo. El golpe fue lo suficientemente fuerte como para hacerlo retroceder.

—¡Corran! —gritó Theo, tomando la iniciativa.

El grupo se abalanzó hacia la salida de la biblioteca mientras los magos oscuros comenzaban a conjurar hechizos. Las estanterías a su alrededor explotaban en chispas y polvo, y los libros volaban por los aires como si estuvieran poseídos por una fuerza invisible. Harry sentía el virus arder en su interior, recordándole que no podía usar su magia sin pagar un alto precio.

Atravesaron los pasillos de Hogwarts, sintiendo los pasos de los magos oscuros detrás de ellos. Sus respiraciones eran rápidas, y el terror llenaba cada fibra de sus cuerpos.

—¡Por aquí! —gritó Ron, señalando una puerta que conducía a las mazmorras.

Entraron rápidamente, cerrando la puerta detrás de ellos. El eco de los pasos de los magos oscuros se desvaneció por un momento, pero sabían que no estarían a salvo por mucho tiempo.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Neville, su voz temblorosa mientras intentaba recuperar el aliento.

Hermione sacó su libreta de notas, buscando desesperadamente algún indicio en el diario que Harry había encontrado.

—Este mago del que habla el diario… parece que estaba experimentando con magia oscura para controlar el virus. Si encontramos dónde estaba trabajando, tal vez podamos descubrir más.

—¿Y cómo vamos a encontrar eso sin usar magia? —preguntó Ron, cruzando los brazos con frustración.

Harry pensó por un momento, su mente procesando todas las posibilidades. Sabía que no podían seguir huyendo para siempre.

—Podemos usar el Mapa del Merodeador —sugirió Harry de repente—. Mostrará todos los pasillos y salidas, además de dónde están nuestros enemigos.

Hermione asintió rápidamente.

—¡Claro! Es nuestra mejor opción.

Harry sacó el Mapa del Merodeador de su bolsillo, tocando la superficie con su varita sin pronunciar ningún hechizo. Las líneas comenzaron a dibujarse solas, mostrando los movimientos de los magos oscuros en el castillo. Estaban rodeados, pero había un pasillo en la parte baja de las mazmorras que parecía estar despejado.

—Tenemos que movernos ahora —dijo Harry, señalando el pasillo—. Es nuestra única salida.

El grupo comenzó a avanzar en silencio, siguiendo el camino marcado en el mapa. Los ecos de sus pasos eran amortiguados por las frías paredes de piedra de las mazmorras. La tensión en el aire era sofocante, como si el mismo castillo supiera del peligro que acechaba.

Después de lo que parecieron horas, llegaron a una vieja puerta de madera. Hermione la abrió con cuidado, y entraron a una habitación que parecía un antiguo laboratorio. Había frascos de pociones rotos, papeles esparcidos por todas partes, y en el centro de la habitación, una mesa cubierta de polvo con un caldero oxidado.

—Parece que hemos encontrado su lugar de trabajo —murmuró Hermione, revisando algunos de los papeles.

Harry se acercó a la mesa, observando los documentos. Los escritos hablaban de un ritual para controlar el virus a través de un vínculo oscuro con la magia. Era una práctica peligrosa y prohibida, pero parecía que ese mago había estado desesperado por encontrar una solución.

—Esto no puede ser bueno —dijo Ron, frunciendo el ceño al leer algunas de las notas—. Parece que intentaron usar magia oscura para contener el virus, pero solo lo empeoraron.

—No es una cura, solo es una forma de retrasarlo —dijo Hermione, levantando una de las hojas—. Pero el costo es demasiado alto. El ritual requiere un sacrificio humano.

Neville retrocedió, horrorizado.

—No podemos hacer eso. No hay manera.

Harry asintió. La magia oscura siempre tenía un precio, y él no estaba dispuesto a pagar con vidas inocentes.

—Busquemos algo más útil —dijo Harry—. No podemos recurrir a esto.

Antes de que pudieran continuar su búsqueda, la puerta de la habitación se abrió de golpe. Los magos oscuros habían llegado. Uno de ellos lanzó un hechizo que voló una parte de la pared, y Harry sintió el impulso de levantar su varita.

—¡No! —gritó Hermione—. No podemos usar magia, empeorará el virus.

Pero Harry sabía que estaban atrapados. No tenían otra opción. Con el corazón acelerado, levantó su varita y, por primera vez desde que el virus había llegado a sus vidas, lanzó un hechizo.

—¡Expulso! —gritó, dirigiendo el hechizo hacia el líder de los magos oscuros.

El impacto fue instantáneo, y los magos oscuros fueron arrojados hacia atrás, dándoles unos segundos de ventaja. Pero el costo fue inmediato. Harry cayó de rodillas, sintiendo un dolor insoportable en su pecho. El virus dentro de él había reaccionado, propagándose más rápido.

—¡Harry! —gritó Hermione, corriendo hacia él.

—Estoy bien —jadeó Harry, aunque el dolor lo hacía estremecerse—. Solo… sigan adelante.

Sabía que el uso de la magia les había dado un breve respiro, pero también los había puesto en mayor peligro. El virus avanzaba en su cuerpo, pero no podían permitirse detenerse.

El grupo se levantó rápidamente, ayudando a Harry a caminar mientras huían por un pasillo oscuro. Los magos oscuros se recuperaban, pero ahora tenían una ventaja.

—No podemos seguir usando magia —murmuró Hermione—. Tenemos que encontrar otra forma de enfrentarlos.

Harry asintió, sintiendo el peso del virus ardiendo en su interior. Sabía que el tiempo se les acababa, y que, aunque habían sobrevivido esta vez, la verdadera batalla apenas comenzaba.

Fin del capítulo 20

Harry Potter y el Apocalipsis de EthermorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora