Capítulo 5: Sombras en el Refugio

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El silencio del refugio era inquietante. La oscuridad se deslizaba entre los pasillos, y el único sonido provenía del goteo constante del agua filtrándose por las paredes antiguas. Harry no había podido dormir, ni siquiera en la modesta cama que Eloise les había proporcionado. Su mente estaba llena de preguntas sin respuestas, y sus instintos le decían que algo estaba mal.

Ron roncaba suavemente en la cama de al lado, mientras Hermione revisaba un viejo libro de notas que había encontrado en una de las estanterías. Neville, aunque cansado, estaba profundamente dormido. Harry se levantó en silencio, caminando hacia la ventana que daba a los exteriores del refugio. Todo estaba cubierto por una densa niebla que hacía que los alrededores se vieran aún más desolados.

—¿No puedes dormir? —preguntó Hermione, sin levantar la vista del libro.

Harry se giró y negó con la cabeza. —No confío en este lugar. Algo aquí no está bien.

—Yo tampoco estoy muy segura de esto —admitió Hermione, cerrando el libro con un suspiro—, pero no tenemos muchas opciones. Si realmente estamos infectados y el virus sigue avanzando, este refugio podría ser nuestra última esperanza.

—Es cierto, pero… —Harry hizo una pausa, buscando las palabras—, siento que hay algo más. Como si nos estuvieran ocultando algo.

—Probablemente lo hagan —dijo Hermione, inclinándose hacia adelante—. El virus ha desmantelado todo el mundo tal como lo conocíamos. Todos ocultan cosas por miedo o desesperación. ¿Pero qué opciones tenemos, Harry?

Harry no respondió. Miró a sus amigos, todos exhaustos por las batallas y el avance del virus. Sabía que tenían razón, pero no podía sacudirse la sensación de que había algo oscuro en el refugio que aún no habían visto.

De repente, un sonido sordo rompió el silencio. Harry y Hermione se miraron al instante, alertas.

—¿Escuchaste eso? —preguntó Harry, acercándose a la puerta.

—Sí, viene de abajo —respondió Hermione, levantándose rápidamente y despertando a Ron con una sacudida suave—. ¡Ron, despierta!

—¿Qué pasa ahora? —gruñó Ron, frotándose los ojos—. ¿Otra batalla?

—Shh, escucha —susurró Harry.

El sonido se repitió, esta vez más claro. Parecía una mezcla entre un golpe y un susurro lejano, como si algo se arrastrara por los pasillos subterráneos. Harry abrió lentamente la puerta de la habitación, y el sonido se hizo más nítido.

—Tenemos que ver qué está pasando —dijo Harry, con su varita en la mano.

—No es buena idea —susurró Ron, poniéndose de pie con rapidez—. Ya viste lo que hay afuera. Si nos metemos en algo aquí dentro, podríamos empeorar las cosas.

—Pero tenemos que saberlo —respondió Hermione—. No podemos quedarnos en la oscuridad todo el tiempo.

Harry asintió, y el grupo salió de la habitación con cautela, avanzando por los pasillos silenciosos del refugio. La atmósfera era sofocante, y la sensación de que algo estaba terriblemente mal no hacía más que intensificarse con cada paso que daban.

Llegaron a una escalera que descendía a lo que parecía ser un nivel subterráneo. El sonido, ahora mucho más claro, provenía de allí abajo.

—¿Qué crees que sea? —preguntó Neville, nervioso.

—Solo hay una manera de averiguarlo —respondió Harry, comenzando a bajar las escaleras.

El grupo lo siguió, sus varitas listas, mientras la oscuridad se hacía más densa. El aire aquí era más frío, casi helado, y había un olor a humedad y descomposición que los hizo contener la respiración. Al final de la escalera, encontraron una puerta entreabierta. Desde el interior se escuchaban voces, susurros apenas audibles.

Harry se acercó a la puerta y la empujó suavemente, abriéndola lo suficiente como para espiar lo que había dentro. Lo que vio lo dejó helado.

Dentro de la habitación había varios cuerpos tendidos en camas, todos conectados a máquinas mágicas que vibraban suavemente. Parecían humanos, pero sus cuerpos estaban deformados, cubiertos de venas negras y con ojos opacos que parecían estar en un estado entre la vida y la muerte. Estos eran claramente los infectados de nivel 4 y 5 de los que Tanya les había advertido.

Eloise estaba en la sala, acompañada de varios magos que parecían estar realizando algún tipo de experimento con ellos. Los infectados no se movían, pero sus cuerpos temblaban ligeramente bajo el efecto de la magia que les aplicaban. Harry pudo escuchar fragmentos de la conversación.

—El virus está mutando de nuevo —dijo Eloise en voz baja—. Pero aún no hemos encontrado la forma de controlarlo. Estos especímenes son nuestra mejor esperanza.

—¿Y los nuevos? —preguntó uno de los magos—. Los que llegaron hoy. Especialmente Potter, parece tener una resistencia inusual.

—Sí —respondió Eloise—. Pero aún es temprano para arriesgarnos. Primero necesitamos estudiar más a fondo el virus en ellos. Si logramos aislar la resistencia, podríamos utilizarla para salvar a todos, o al menos a algunos.

Harry apretó los dientes. Todo el tiempo, los habían estado viendo como sujetos de estudio, no como personas que necesitaban ayuda. El refugio no era un santuario, sino un laboratorio, y ellos eran los experimentos.

—¿Qué hacemos? —murmuró Ron, sus ojos abiertos como platos al ver las deformidades de los infectados en las camas.

—Tenemos que salir de aquí —respondió Harry, con una voz apenas contenida—. Ahora mismo.

Hermione asintió, y el grupo se retiró con el mayor sigilo posible, subiendo las escaleras de vuelta. Mientras lo hacían, escucharon que la puerta detrás de ellos se cerraba, como si alguien más hubiera notado su presencia. El pánico se apoderó de ellos, y aceleraron el paso.

Cuando llegaron a su habitación, Harry cerró la puerta de golpe y todos tomaron aire, tratando de procesar lo que acababan de ver.

—Nos quieren como conejillos de indias —dijo Neville, con la voz temblorosa—. Nos estaban esperando para estudiarnos. No nos van a ayudar.

—Exacto —dijo Hermione, sus manos temblando ligeramente—. Y si se enteran de que sabemos lo que están haciendo ahí abajo, nos podrían… hacer desaparecer.

—Tenemos que irnos —dijo Ron—. No podemos quedarnos aquí ni un minuto más.

Harry estaba de acuerdo. Pero la pregunta era: ¿cómo escapar sin ser descubiertos? Sabían que Eloise y los demás los estarían vigilando de cerca, esperando el momento oportuno para intervenir.

—Nos vamos al amanecer —dijo Harry, tomando una decisión—. No sé a dónde iremos, pero no podemos quedarnos aquí. Necesitamos encontrar a Tanya. Ella nos ayudará.

El grupo asintió, nervioso pero determinado. Sabían que estaban en una situación peligrosa, pero ahora entendían que su única opción era escapar antes de que el refugio los destruyera desde dentro.

Fin del capítulo 5

Harry Potter y el Apocalipsis de EthermorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora