Capítulo 10 T2: El Nuevo Camino

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El refugio estaba en un estado lamentable después del ataque de los infectados. Los muebles destrozados y el polvo en el aire eran un triste reflejo de lo que habían vivido. Harry, aún tendido en el suelo, respiraba con dificultad. El dolor por el uso de la magia lo atravesaba como si el virus estuviera apuñalando cada rincón de su cuerpo.

—Harry, no deberías haberte forzado tanto —dijo Hermione con la voz quebrada, sosteniéndolo mientras intentaba mantener la calma.

—No había otra opción —jadeó Harry—. Si no lo hacía, nos habrían matado.

Neville y Ron intentaban recoger los restos del refugio. Theo, visiblemente agotado, se acercó a Soren, que miraba a Harry con una mezcla de lástima y desaprobación.

—No va a durar mucho más si sigue usando magia —dijo Soren en voz baja, apenas audible para los demás.

—No tenemos más opción —replicó Theo—. La magia es lo único que puede protegernos de los infectados. Pero tienes razón... necesitamos encontrar otra forma. No podemos seguir dependiendo de algo que también nos está matando.

Soren asintió lentamente, su rostro endurecido por los años de ver lo peor de la humanidad. Caminó hacia una vieja estantería y sacó un mapa raído, colocándolo sobre la mesa. El grupo se reunió a su alrededor, con Harry luchando por mantenerse consciente.

—Hay un lugar —dijo Soren, señalando el mapa—. Un laboratorio antiguo, construido por magos hace siglos. Según las leyendas, allí desarrollaron tecnología mágica avanzada antes de que la magia se convirtiera en nuestra única fuente de poder. El laboratorio ha estado sellado durante generaciones, pero si los rumores son ciertos, allí podría haber algo que nos ayude a combatir a los infectados... sin usar magia.

—¿Un laboratorio sin magia? —preguntó Ron, frunciendo el ceño—. ¿Cómo es posible eso?

—Los magos de antaño eran sabios —respondió Soren—. Sabían que confiar exclusivamente en la magia podía ser peligroso. Crearon objetos y herramientas que no dependían de ella. Si podemos encontrar ese laboratorio, podríamos tener una oportunidad de sobrevivir... y de salvar a Harry.

Hermione miró a Harry, cuyo rostro estaba pálido y sudoroso. La posibilidad de encontrar algo que pudiera ralentizar el virus, o incluso detenerlo, les daba una pequeña chispa de esperanza.

—¿Dónde está este laboratorio? —preguntó Neville, que también parecía desesperado por una solución.

—No está cerca, eso es seguro —respondió Soren, trazando una línea con su dedo sobre el mapa—. Está en las montañas al norte, en una región inhóspita que ha sido abandonada desde hace siglos. No va a ser un viaje fácil, y no sabemos qué encontraremos allí... pero si tienen alguna posibilidad, es esa.

Harry, con un esfuerzo inmenso, se sentó lentamente. Su respiración era pesada, pero su determinación seguía intacta.

—Iremos —dijo con firmeza—. No podemos quedarnos aquí esperando a que el virus nos mate o a que los infectados nos encuentren. Si hay una posibilidad, por pequeña que sea, debemos tomarla.

Hermione asintió, secando una lágrima antes de volverse hacia los demás. —Tenemos que prepararnos. Si este laboratorio es nuestra única opción, no podemos perder tiempo.

Theo, siempre práctico, comenzó a reunir suministros. Soren les proporcionó pociones para resistir el avance del virus, aunque todos sabían que era solo un alivio temporal. Ron, por su parte, parecía más preocupado que nunca, pero también estaba listo para seguir adelante.

Después de lo que pareció una eternidad de preparación, el grupo estaba listo para salir. El viaje hacia las montañas no sería fácil, pero tenían algo que no habían tenido en mucho tiempo: una dirección clara y una esperanza, aunque frágil.

—Manténganse alejados de los infectados —advirtió Soren mientras los despedía en la entrada del refugio—. Y recuerden, la magia ahora es tanto su aliada como su enemiga.

El grupo asintió en silencio y, sin más dilación, emprendieron su marcha hacia el norte. La noche ya había caído, y el bosque estaba más silencioso de lo habitual, pero sabían que los infectados podían acechar en cualquier lugar. Las máscaras de gas los protegían, pero la paranoia era constante.

Harry, aunque todavía débil, caminaba con esfuerzo al frente del grupo. El virus seguía retorciéndose en su interior, pero intentaba no dejar que el dolor lo dominara. Hermione, a su lado, lo vigilaba constantemente, lista para intervenir si era necesario.

Mientras avanzaban entre los árboles, escucharon un crujido detrás de ellos. Todo el grupo se detuvo en seco, tensos. Theo levantó la mano, pidiendo silencio.

—¿Qué fue eso? —susurró Ron, apretando su varita.

Neville miró a su alrededor, nervioso, pero no podía ver nada a través de la oscuridad. Entonces, de repente, las ramas de los árboles comenzaron a moverse. Una sombra enorme emergió entre los troncos. Era un infectado, pero no uno común. Su piel estaba completamente agrietada, y su tamaño era monstruoso.

—Nivel 4... —murmuró Theo, con los ojos abiertos de par en par.

El infectado rugió, avanzando hacia ellos con velocidad. Harry intentó sacar su varita, pero el dolor en su pecho lo hizo caer de rodillas. Hermione lo sostuvo, pero sabía que no podían enfrentarse a esa cosa de manera tradicional.

—¡Corran! —gritó Theo, mientras lanzaba un hechizo para ganar algo de tiempo.

El grupo se dispersó, tratando de esquivar al infectado. Pero era demasiado rápido. Con un solo movimiento, la criatura golpeó a Theo, lanzándolo contra un árbol cercano. Neville gritó y corrió hacia él, pero Ron lo detuvo.

—¡No podemos vencerlo con magia! —exclamó Ron, desesperado.

Hermione, pensando rápido, recordó las palabras de Soren: "Apunten al corazón o a la cabeza". Sin más opciones, tomó una daga que había llevado y, con un grito de desesperación, se lanzó hacia la criatura. La daga brilló en la oscuridad, encontrando su marca en el pecho del infectado. La bestia rugió de dolor antes de caer al suelo, inmóvil.

Todo quedó en silencio una vez más. Hermione, temblando, se apartó de la criatura, respirando pesadamente.

—¿Estás bien? —preguntó Ron, corriendo hacia ella.

—Sí... pero Harry... —Hermione se volvió rápidamente hacia Harry, que seguía en el suelo, jadeando. El esfuerzo por intentar usar la magia lo había debilitado aún más.

Neville y Theo, ahora recuperados, se acercaron para ayudar a Harry a ponerse de pie.

—No podemos seguir así —dijo Neville, con voz temblorosa—. Cada vez que Harry usa magia, empeora. Tenemos que llegar al laboratorio antes de que sea demasiado tarde.

El grupo asintió, y sin más palabras, reanudaron su marcha hacia el norte. Sabían que cada minuto contaba, y que los desafíos que enfrentaban solo se volverían más peligrosos a medida que se acercaran a su destino.

Fin del capítulo 10

Harry Potter y el Apocalipsis de EthermorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora