CAPÍTULO 11

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Justin permaneció en silencio, nada ni nadie lo hizo hablar.
Después de tres días, sin comer, creí que cambiaría de idea, pero no fue así.

El hombre se negaba a decirme quien lo había contratado. Sabía que detrás de él había un pez gordo.

El Orbe había sido protegido, y lo escondimos en lo profundo de uno de los pasadizos que había en el castillo. Resguardado lo mejor posible, para que nadie lo encontrará.

Jordán había abandonado el hospital, y estaba de mejor. Seguíamos trabajando en los experimentos y en la realización de las elecciones presidenciales.
Ese tema empezaba a preocuparme.

Los hombres que ayudaron a Justin fueron contratados por el mismo, todos eran soldados que se vendieron todo porque me creían incapaz de dirigir una nación.

Si las cosas seguían así, lo más probable era que las elecciones serían muy reñidas. Después de conocer el candidato de la oposición, las dudas se acrecentaron.

Se trataba del ex-ministro Grey. El antiguo opositor de mi padre, quien creía ser el único digno de gobernar la nueva tierra.
Usaba a su favor sus títulos: dos carreras universitarias una en derecho internacional y otra en Ciencias políticas, tres maestrías, una de ellas realizada en Harvard, era bilingüe, orador, conferencista y no se cuantas cosas más. Lo único que le faltaba era ser astronauta.

Él se peleaba el título conmigo, que no tenía ninguna carrera importante.

Por eso, previendo lo que podía llegar a suceder, empecé a trasladar poco a poco todo mi equipo de investigación. Justo al lugar en el cual Indira mantuvo secuestrado a Ofir. Allí seguiría operando el comando central, de ser necesario.

No me consideraba como un dictador, pero no pensaba abandonar  la nueva tierra fácil. Había hecho muchas promesas y debia cumplirlas a como diera lugar.

Y el primer paso para cumplir dicha promesa era, descubrir el nombre del líder de la revolución.

—Sigue sin hablar —añadió Ofir saliendo de la sala de interrogatorios—, ¿qué haremos con él?

—Tarde o temprano tendrá que hablar, seguiremos dejándolo sin comida y ahora haré que le suspendan el agua. Vamos a ver cuanto es capaz de soportar, yo no puedo estar segura sin saber quien es el responsable de todo esto.

—Estoy de acuerdo. Justin va a hablar, y cuando eso suceda, ese malnacido va a pagar por intentar asesinarte.

—No es solo por mí, es por todos los que han muerto por su culpa.

—Como, ¿Azumi Chan? —cuestionó Ofir.

—Sí —conteste sin despegar mi vista de la celda en la que se encontraba Justin— ¡Qué manera más vil de asesinar a alguien!

—El cianuro es un veneno mortal. Aún no comprendo como logró dárselo cuando Azumi estaba preso.

—Es un tipo muy peligroso, y me preocupa tu seguridad —agregué mirándolo—. Ellos creen que tu tienes el Orbe, y pueden intentar lastimarte por eso.

—No te preocupes, yo se me cuidar —concedió dándome un corto beso—, nos vemos en un rato, debo ir a darle unas lecciones a mi escuadrón.

—Cuídate, sí.

—Claro que sí, y para que estés más tranquila me llevaré a Ian.

—Esta bien.

Ofir salió de allí, no pude evitar sentir un poco de miedo. Desde el día del ataque andaba paranoica, y muy temerosa.

Dejé a un lado mis dudas y mis temores para hablar con Justin. Lo había intentado un par de veces, sin éxito alguno, esperaba esta vez tener suerte.

—Puedes largarte por donde has venido, no voy a decirte nada.

Trilogía mañana 3 (LIBERACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora