CAPÍTULO 15

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Dijeron que la luz podía alumbrar hasta el lugar más oscuro. Pero, cuando la luz se extingue, no hay posibilidades de vencer. Retirar la máscara de mi rostro fue lo primero que hice. Xataka había caído a mi lado, con el Orbe en la mano.

—¡Voy a volver! —exclamé tomando el artefacto.

—No hay nada que hacer…

—¡El puede estar vivo! —grité dejando que mi cuerpo descargara todas las lágrimas que llevaba guardadas.

—No. Sabes que no es así, si los Jupiterianos no lo asesinaron se ha ahogado con el aire.

—Pero…

—Ese hombre dio su vida por nosotros. Si los Jupiterianos nos hubieran alcanzado, no hubiéramos podido abrir el portal sin exponernos a que ellos pasarán a este lado.

Caí de rodillas mientras lloraba sin consuelo. Todo era mi culpa. Debí protegerlo mejor. Reu, había estado desde el principio conmigo, y yo simplemente le fallé.

—Lamentó esto reina, siento mucho que tu general haya muerto por mí culpa.

—Esto no es culpa tuya —farfulle con la voz quebrada—, es mi culpa, no debí llevarlo conmigo. ¡Todo es mi maldita culpa!

—El dijo que no te culparas de esto…

—Reu, no merecía morir de está manera.

Me giré para ver a Xataka. Se había recostado en mi cama con una de sus manos alrededor de sus heridas. Hasta el momento no había visto la magnitud y la gravedad de aquellas cortadas. Hacia tan poco habíamos llegado y mi cama ya estaba cubriendose de sangre.

—Xataka, ¿qué tienes?

—Me siento muy mal…

—¿Qué quieres que haga?¿Cómo te ayudo? —pregunté acercándome.

—No hay mucho que hacer.

—Traeré un médico para que te revise —añadí.

—Los médicos humanos no saben como tratarme, no es posible que ellos puedan ayudarme.

—¿Entonces que hago? —pregunté preocupada.

—Nada.

—¿¡Qué!?

—Debo sanar por mi mismo, pero es imposible.

—¿Por qué?

—La única forma de que un Jupiteriano sane con rapidez, es consumir carne.

Tenía que ser eso. Xataka no iba a hacerlo. Y lo que era peor, en la nueva tierra estaba prohibido para los humanos consumir carne de cualquier tipo.

—Encontraré la manera de salvarte —determiné secándome las lágrimas—. Uno de mis mejores hombres dio la vida por salvarnos, su sacrificio no será en vano. Haré lo que sea necesario para que sanes, haría cualquier cosa para… —La voz se me quebró— No importa que, yo voy a salvarte. No perderé a nadie más…, tu eres mi única esperanza de conseguir que tantas muertes acaben, esta noche no solo murió Reu, sino más de un centenar de Jupiterianos.

Cuando alcé los ojos, Xataka estaba viéndome. Su mirada tranquila, me dio serenidad.

—¡Quiero que esto acabé! —exclamé sin poder contener las lágrimas—, daría hasta mi sangre por darle fin a esta guerra. Si mi vida fuese suficiente, no dudaría en darla…

—Tu vida es muy valiosa, y no lo olvides. En cambio, nosotros somos unos consumidores de planetas. No merecemos tus lágrimas, ni tu bondad. Por siglos mi raza ha destruido mundos, uno tras otro, sin importarles nada. Tu, reina mía, no debes sentir pesar por nosotros.

Trilogía mañana 3 (LIBERACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora