Suspiré hondo intentando enfocarme en lo más necesario. Y para la situación en la cual nos hallábamos todo era importante. Pero, el problema más grande se alzaba lejos del reino, kilómetros más allá, justo en las montañas en donde nacían las vertientes hídricas más valiosas del mundo.
Las dragas, eran mucho peor de lo que me las imaginaba. Las máquinas de los Jupiterianos, estaban desangrando la tierra a una rapidez impresionante. Tenían una forma cónica invertida, poseían más de diez metros de altura y sustraían el agua desde su nacimiento, dejando a los ríos como grandes zanjas desérticas en donde toda criatura acuática moría.
No teníamos otra opción: debíamos atacar las dragas, antes de que secaran nuestro mundo. Y eso implicaba salir de la frontera que nos mantenía a salvo. Había perdido a tantas personas durante la última guerra que no podía permitirme perder más. Éramos muy pocos, y abandonar la nueva tierra era sinónimo de muerte.
Todo se hallaba en silencio, levanté la vista y me encontré con los ojos de mí Ofir. Él estaba a mí derecha, era mi principal general, y confiaba en él con los ojos cerrados. Llevaba un lápiz en su mano, lo movía de lado a lado intranquilo. Sabía lo que se le pasaba por esa hermosa cabeza, pero ni en un millón de años iba a permitirlo. Abrió la boca para decir algo; sin embargo, antes de que dijera alguna palabra lo interrumpí.
—¡No! —exclamé dejando caer las hojas que tenía en mis manos.
Los demás generales intercambiaron miradas. Cebrián me observó fijamente, él no podía entenderme.
—Hermana, sé que es peligroso, pero es necesario que alguno de nosotros dirija las redadas. Los viajes son largos, y la operación es de suma importancia. —Cebrián se inclinó hacía mi—. Si Ofir la dirige, tendremos más oportunidades de tener un resultado positivo.
—El general Cebrián tiene razón —intervino Ian—. Sin embargo, comprendo su situación, por eso me ofrezco a ir en su lugar.
—De ninguna manera, ese deber es mío, y yo lo haré —refutó Ofir.
¡No!
Me estiré sobre la mesa y tomé su mano. Debía convencerlo de alguna manera de que no hiciera esa locura.
—Nos casamos en una semana —murmuré mirándolo fijamente—, no podemos separarnos justo ahora.
—Lo sé cariño, sin embargo no podemos perder más tiempo. Cada segundo vale oro, y debemos frenar el avance de las dragas.
Él tenía razón, no obstante, a mi me daba terror que algo pudiera pasarle. Los Shiyloper sabían que era mi pareja, y por ese hecho Ofir se había convertido en un objetivo para ellos. No podía arriesgarlo, pero tampoco quería que la tierra se convirtiera en un desierto.
—¿No vas a desistir? ¿Verdad?
Él negó con la cabeza. Los otros once generales esperaban nuestra decisión. Ellos sabían que a pesar de ser la reina, todas mis decisiones las tomaba en conceso con Ofir. Éramos uno solo. Y como lo decían los Shiyloper, juntos éramos invencibles.
—Vamos a ir los dos.
Ofir soltó un suspiro. Él entendía mi posición, y también el hecho de que lo amaba con toda mi alma. Por eso no permitiría que él solo llevará a cabo una operación de ese tamaño.
—Está bien, iremos los dos.
Los generales sonrieron aliviados. Aunque ninguno lo había dicho de forma abierta, ellos querían que nosotros presidiéramos la operación.
—Visto de está manera, saldremos en diez días junto al equipo especializado. —Revise los listados que contenían los nombres de los miembros del ejército más aptos para la operación.
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Trilogía mañana 3 (LIBERACIÓN)
Fiksi RemajaOsiris es la Reina y líder de la nueva tierra. Las tropas han sido reducidas a causa de la última batalla. Aún así, Osiris no esta sola, Ofir es su prometido y uno de los generales más fuertes del Reino. Juntos lograrán formar una alianza inquebrant...