Capítulo XVII: Locura

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Me cansé. Me cansé de intentar, me cansé de no poderlo superar.

Me harté. Sigo aquí, pese a que pasaron años.

¿Cómo luciría ahora? No queda más que preguntármelo ya que jamás podré verlo.

Está a tres metros debajo de la tierra, y yo estoy en la superficie aún, esperando. Esperando como si pudiera despertar y salir. Esperando y dejando todo lo que queda de mí.

Lucía tan triste, con tanta desesperación. Era de esperar, yo destruí sus sueños. Destruí todo lo que le quedaba, dejando que estuviera en este lugar horrible, tal y como fue todo el daño que yo le hice a ese ser inocente, que había puesto su amor y confianza en mí, sin saber todo lo que pasaría luego.

Su rostro, ahora borroso en la memoria, era lo que más adoraba. La voz suave y delicada, las forma en que sus cabellos se ondulaban con el viento, la forma en la que llamaba mi nombre, el cómo me dejaba flores silvestres esperando a que no me diera cuenta, todo eso y más, es lo que más extraño, lo que más añoro.

Hubiera dado mi vida si hubiera sabido que se iría para jamás regresar. Si lo hubiera sabido, hubiera querido morir en su lugar. O en todo caso, morir a su lado, mostrando que el amor que sentía no había desaparecido como ellos le hicieron pensar.

Pero ya es tarde. Ya se fue, no puedo hacer que regrese. Tampoco puedo superar la partida.

Todo es tan borroso, tan confuso, tan extraño que me marea.

La amnesia no hizo más que aumentar la angustia. No estuve cuando murió, sino que estuve después, ya que la noticia me llegó tarde.

Estaba lejos, muy lejos. Había sufrido de una enfermedad peor que cualquier otra, el duelo.

Estaba mareado, sin recordar nada. Cuando se acercó a a mí luego del "accidente", me aparté inmediatamente. No quería el tacto de la misma persona de la que me había enamorado en el pasado.

No quería el roce de alguien a quien estuve a punto de darle el anillo. ¿Suena estúpido, no? En ese entonces yo no sabía nada acerca de mis intenciones pasadas y para mí, era alguien a quien jamás había visto, jamás había amado. Todo esto por desconocer que había sido mi todo, que había descifrado sus pensamientos, que había descubierto todo lo que alguna vez me había ocultado.

Pero ya es tarde. Pasaron once años desde que se fue, desde que le arruiné la vida.

Once años de eterno arrepentimiento. ¿Algún día podré superarte? ¿Algún día volveré a amar, sin estar con este dolor oprimiéndome? Me encantaría saberlo.

Ni siquiera tengo fotografías de esa época. No tengo nada para recordarte más allá de tu voz, cabello y la paz que me daba tu presencia.

Sabiendo tan poco acerca de ti, me siento atormentado, me siento devastado. Siento que todo lo he echo mal. Y es verdad, si no hubiera sido por mí, aún estarías entre nosotros.

Te fuiste un día once, hace once años. Te fuiste sin que pudiera evitarlo, sin saber cómo me hace sentir ello el día de hoy.

Once años ya.

No soy más ese muchacho joven del que te habías enamorado. Soy un adulto, uno deprimido, uno destruido.

Tengo heridas permanentes en el cuerpo y si siguieras aquí, no podría correr por la hierba intentando perseguirte.

No podría andar por el campo ni tomar el tren. Supongo que si me vieras, te sorprenderías. Estoy rengo, necesito un bastón para caminar bien.

Quedé así al poco tiempo de recibir la noticia. Fue un accidente de tránsito, nada demasiado grandioso.

Por amor a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora