CAPITULO 20

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Bristol
Zona Urbana
03 de Agosto de 1980
09:15 AM.

Remus se despertó fatigado. Su cama estaba empapada en sudor, sentía su temperatura elevada, además de dolores en sus músculos y articulaciones. Esos eran los primeros síntomas de su transformación.

Se levantó descalzo y como pudo fue rumbo al baño de su habitación. Al ingresar observó su reflejo en el espejo de la pared izquierda. Tenía unas ojeras prominentes y oscuras, su cabello había crecido unos diez centímetros y estaba revuelto, pero lo más llamativo eran sus ojos que cambiaron de su usual color avellana a un ámbar oscuro.

Se veía terrible, se sentía terrible. Lentamente se desvistió, dejando el polo y short blanco que usaba de pijama en el cesto de ropa sucia y tomó una ducha. Eso lo refrescó un poco. Finalizó su higiene personal lavándose los dientes. Regresó a su habitación con una toalla en su cintura, fue despacio a su armario sacando su ropa interior negra, una camiseta manga larga azul y un pantalón de algodón gris. Se vistió y salió de su habitación calzando sus pantuflas grises, dejando su cabello mojado para que se secara solo.

Caminó hacia el salón en donde encontró a James vestido con una camiseta manga corta gris y jeans, en la barra de la cocina preparando una bandeja con comida.

—Buenos días, Cornamenta. -—Saludó sentándose pesadamente en el sofá más grande frente al televisor.

—¡Ey, Remus!. —El pelinegro le devolvió el saludó al alzar la mirada. —¿Estás bien, amigo?. —Preguntó con preocupación al ver su cansado rostro.

—Sí, solo... Ya sabes.

—Ya veo.—James entendió que se refería a los síntomas que sufría las horas antes de su transformación.—Hice avena. ¿Quieres un poco?

—No, gracias. Tengo cerrado el estómago.

—¿Y qué tal un poco de chocolate caliente? Lily aun sigue con los antojos.

—Una taza estaría bien, amigo. —Remus le sonrió.

James al oír su positiva respuesta se giró hacia la estufa llenando con chocolate de la cazuela una taza que sacó de la repisa. Lo colocó en un platito con una cuchara y se la llevó al castaño.

—Gracias, Jamie.—Remus lo recibió y tomó un codicioso sorbo sin importale que estuviera caliente. El chocolate era una forma de mantener contralada los síntomas de condición.

—No me agradezcas. Eso hacen los amigos.

—¿Cómo está Lils?

—Desde que la trajimos ayer no ha sentido ninguna dolencia. Solo el pequeño Harry llora cuando no estoy a su lado.

—Es bueno que nuestra pelirroja favorita no tenga molestias.—Remus le dijo dejando la taza semi vacía en la mesilla. —Además que Sirius te dijo que el bebé estaría muy apegado a ti mientras afianzan el vínculo.

—Sí. Ahora Lily duerme toda la noche, mientras yo me desvelo.—Remus soltó una sonrisa al escucharlo.—No te rías mal amigo.—James se quejó. —Bueno, viéndote de mejor humor, me iré a mi habitación para llevarle el desayuno a mi esposa.

—Apresúrate. Te estás demorando.—Lo apuró.

—¿Quieres que te acompañe para pasar la Luna llena? Podemos llamar a tu mamá para que acompañe a Lils. —El pelinegro le preguntó recogiendo la bandeja plateada de la encimera.

—Canuto me dijo que me acompañaría. No te preocupes Cornamenta. Tienes que cuidar de tu familia.

—Tú también formas parte de mi familia, Lunático. No olvides que Peter, Sirius y yo nos convertimos en animagos para acompañarte en esto.

DECISIONES  (En Emisión) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora