Severus Snape se detuvo frente a la intimidante puerta. Al otro lado se escuchaban murmullos y una que otra risa infantil. Respiró hondo, intentando relajarse. No podía dar la impresión de estar nervioso. De todas formas, enseñar a unos mocosos no debería ser más difícil que enfrentarse a Voldemort, ¿cierto? O, en todo caso, que enfrentarse a un Draco que no ha dormido. Eso sí que era difícil.
Sin más, ingresó en lo que sería su salón de clases a partir de ahora.
Veinte pares de ojos se volvieron hacia él, algunos llenos de curiosidad y otros con evidente aburrimiento. Lo cual tenía sentido: eran alumnos de quinto año, ya no estaban llenos de emoción por su primera clase de pociones.
Hubiera preferido a los de primero.
Avanzó con una seguridad que no sentía y se colocó frente al escritorio, el mismo que había pertenecido a su antiguo profesor de pociones. Lo tiraría a la primera oportunidad.
"Buenos días, clase. Soy Severus Snape y seré su profesor de pociones a partir de ahora", dijo, echando una mirada general y captando las miradas curiosas y divertidas de algunos alumnos.
Todo iría bien, pensó con optimismo. Parecían unos jóvenes tranquilos. Se sintió aliviado; por un momento temió que fueran como la banda de idiotas de los merodeadores. Al parecer tendría suerte, estos se veían bastante concentrados en aprender.
Claro que eso solo duró 30 minutos.
Ocurrió mientras explicaba las propiedades de ciertos ingredientes para la poción y la importancia de manejarlos con cuidado. Una alumna lo llamó porque su poción no cambiaba de color, cuando de repente se escuchó una explosión a su derecha.
Los estudiantes se alejaron rápidamente del área afectada, mientras pequeñas ronchas comenzaban a aparecer en su piel. Por suerte, no se trataba de una lesión real, solo manchas de colores que los hacían ver ridículos. Snape rápidamente sospechó que se trataba de una broma.
Una maldita broma.
"Tranquilos, no es nada grave. Con un simple hechizo se quitarán las manchas", intentó calmar a las estudiantes, quienes estaban más preocupadas por su apariencia que por la explosión. Pero solo gritaban y lloraban, furiosas.
"Son peores que Lucius cuando se queda sin acondicionador", pensó, frustrado.
Dándose por vencido con ellas, se giró hacia el grupo que se reía a carcajadas en una esquina del salón.
"¿Cómo se atreven a...?", intentó regañarlos.
"Disculpa, pero no voy a obedecer a alguien que bien podría ser mi hermano, 'señor'", se rió uno de los chicos en su cara. Snape se detuvo, atónito ante la insolencia.
"Este cree que puede darnos clases", se burló una chica.
"Sí, mi hermano fue con él a la escuela. Dijo que es un rarito."
"Exacto, no es más que un mago mediocre", agregó otro, mirándolo con desprecio.
De un momento a otro, la clase enloqueció. Una de las jóvenes afectadas reclamó que las manchas habían arruinado su hermoso rostro, y pronto más estudiantes se unieron a su bando, reclamando a los responsables de la broma. Todos gritaban y se lanzaban objetos. Snape intentó calmarlos pacíficamente.
No quería enojarse en su primer día. Quería ser un buen profesor, ser amable...
El aula quedó en silencio cuando algo, no sabía si intencionado o no, le impactó en la cabeza. El dolor fue inmediato, y sintió el líquido bajar por su nuca.
ESTÁS LEYENDO
Por chismoso, me eché al lobo.
FanfictionEs el cuarto año de Harry, Remus Lupin a estado enseñando ya un tiempo en hogwarts, Severus encuentra esto sumamente molesto ya que este intento mediocre de hombre lobo quiere amigarse con él por alguna razón, pero lleva fracasando casi dos años, a...