IV: La familia de las joyas

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Esa mañana, tal y como estaba pactado, Jungkook se levantó temprano para comenzar con sus tareas y estar listo para las once.

El despertador sonó a las siete y media anunciando que ya era hora. Jungkook bostezó, quitándose el antifaz de peluche rosa de los ojos mientras miraba a su alrededor con cierta pereza, pero sabiendo que tenía responsabilidades se puso de pie y sacó de su mochila uno de sus discos, encontrando él álbum Gold: Greatest Hits de ABBA. Sin pensarlo dos veces encendió su grabadora y colocó el disco, subiendo el volumen. Dancing Queen comenzó a resonar.

Caminó hacia el baño dispuesto a lavarse la cara y los dientes. Delante del espejo, con el cepillo en la boca y con la espuma escurriendo, Jungkook comenzó a bailar con la energía hasta arriba, luciendo su pijama de corazones mientras tarareaba la canción hasta que escupió en el lavabo.

Luego de eso, Jungkook siguió cantando mientras se despojaba de la pijama, enrollando sus bragas hasta dejarlas olvidadas en un rincón del suelo, entrando a la ducha, midiendo el agua para darse un buen baño con agua tibia.

Entretanto, atraído por la música, TaeHyung se acercó a la habitación en silencio, procurando no ser visto por nadie y entró a la habitación de forma sutil, escuchando el ruido de la regadera y el tarareo de Jungkook. Podía percibir también el aroma natural a frutas que desprendía, acompañado con el olor del gel de baño. Chicle parecía ser.

Cuidadosamente, dejó sobre el tocador una pequeña caja de color negro mate con un moño blanco que originalmente iba a ser un regalo para SiYeon por su cumpleaños, pero al ver que no lo valía ahora en lugar de desecharlo iba a darle un mejor uso. Dejó la caja con su respectiva tarjeta y al escuchar la regadera cerrarse, salió rápidamente de la habitación para irse a la suya propia.

Al salir de la ducha, con una toalla envuelta en la cadera y con otra en el cabello, Jungkook entró a la habitación encontrándose con el regalo sobre el tocador y con curiosidad se acercó, tomando primero la tarjeta.

«Póngaselo esta noche. Iremos a cenar.»

—Kim TaeHyung.

Jungkook mordió su labio inferior para ocultar su sonrisa, encontrándose en el interior de la caja con un hermoso brazalete de plata con una esmeralda incrustada. Todavía no acababa de acostumbrarse a la idea de ser cortejado por un alfa tan imponente como lo era el señor Kim, pero viendo cómo iban las cosas, podría hacerlo.

Cuidadosamente dejó la caja de regalo en su cajón para mantenerlo seguro hasta la noche y retomó su rutina abriendo su cajón acomodado a medias, buscando alguna braga decente para poder usar.

Tardó un aproximado de veinticinco minutos preparándose, priorizando su cabello y su maquillaje, valiéndose de una capa de polvo, corrector y brillo labial con sabor a fresa.

Se ajustó el reloj de muñeca que su madre le había regalado en su graduación y se miró al espejo ajustándose el uniforme. El pantalón le quedaba un poco ajustado, remarcando las curvas de sus muslos y su trasero, la camisa estaba perfectamente planchada, con los botones algo tensos por el volumen de su pecho, sin ningún rastro de arrugas y la corbata negra estaba bien ajustada. Por último se colocó el saco negro, acariciando las franjas amarillas de las muñecas. Sólo pudo pensar que lo único colorido de su ropa eran sus calcetines de corazones.

Por último, sacó de una pequeña cajita su insignia. Las alas. Jungkook siempre había sentido un gran respeto por ese símbolo, colocándolo a la altura de su pecho con cuidado, sintiéndose empoderado con sólo tenerlo ahí.

—No hay omegas pilotos, Jungkook. —susurró para sí mismo—. Eres el primero. No lo arruines.

Una vez estuvo listo, tomó sus gafas de sol y se las colgó de la camisa, para después tomar su gorra y llevarla bajo del brazo, llevando en el hombro un bolso negro que contenía su libreta, su kit de maquillaje, cartera, su discman y su teléfono.

First Class ||TK||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora