Papá Inuyasha

Capítulo 23 : Epílogo

-Todavía no lo puedo creer, Inuyasha. Nuestra madre murió por nosotros. -Sesshomaru estaba actualmente en su forma humanoide mientras Suki dormía.

Inuyasha lo estaba abrazando. Se apartó un poco para mirarlo a los ojos. -Creo que murió por ti y por Suki. No puedo imaginar que haya muerto por mí. Después de todo, la primera vez que la vi, la llamé «vieja perra». Un aspecto un tanto desagradable para un yerno, ¿no crees? Inuyasha hizo una mueca divertida en un esfuerzo por aliviar un poco la angustia de Sesshomaru.

Sesshomaru resopló. "Era lo que era. Probablemente no se dio cuenta de que lo estabas usando como un nombre despectivo. Se rió de ti y dijo que eras como Padre".

-¿Qué te parece? -Inuyasha reflexionó sobre la idea-. Bueno, de todos modos, honraremos su memoria. ¿Qué le gustaría?

-No lo sé. Tendré que hacer un viaje al castillo del cielo cuando pueda. Tal vez dejó unas memorias o una petición a sus ayudantes.

Sesshomaru se quedó callado y pensativo. "Nunca pensé que ella se preocupara por mí". Cuando dijo eso, comenzó a llorar de nuevo. Inuyasha lo abrazó con fuerza.

-Está bien, cariño. Está bien llorar por los seres que amas -Inuyasha acarició el cabello de su hermano.

"¿Amor?" murmuró Sesshomaru.

-Sí, amor -susurró Inuyasha-. Ella no sabía cómo demostrarlo, pero dio su vida por ti. Eso fue un acto de amor.

-Debería haber dicho algo al menos una vez en mi vida -sollozó Sesshomaru.

Inuyasha lamió las lágrimas de su hermano. "A veces nuestros seres queridos no son capaces de decirlo, así que el resto de nosotros lo decimos por ellos".

Los brazos de Inuyasha eran cálidos y fuertes, pero sus palabras le dolían. Su madre nunca le había dicho que lo amaba. Sesshomaru nunca sintió que le importara. No se había dado cuenta de lo mucho que se parecía a su madre. Nunca le había dicho a Inuyasha que lo amaba, pero Inuyasha afirmaba que lo sabía. Iba a solucionarlo en ese mismo instante.

Empujó a su hermano hacia atrás y lo miró a los ojos.

-Te amo. Te amo, Inuyasha.

Sesshomaru se sintió más ligero, como si le hubieran quitado un peso de encima.

Inuyasha tenía lágrimas en los ojos y una enorme sonrisa en su rostro. Ahogándose en lágrimas, susurró: "Me encanta escuchar eso, Sesshomaru. Pero siempre lo supe. Hablas mientras duermes, Koi".

Los compañeros se miraron, sonrieron y se abrazaron aún más fuerte.

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En el pueblo, la vida estaba volviendo a la normalidad. La mano de Miroku ya no tenía ninguna maldición. Aliviado de no poder transmitir más una maldición a sus hijos, se arrodilló ante Sango y le pidió que se casara con él. La alegría inundó su ser. Las palabras eran inalcanzables, así que lo cubrió de besos.

Kagome se rió. Fue un placer presenciar ese momento en la vida de su mejor amiga.

Hojo estaba siendo monopolizado por todos los jóvenes de la aldea. Él era su nuevo héroe. Un humano que luchó contra Naraku. Hojo les recordó que Miroku, Sango y Kagome también eran humanos y que habían estado luchando contra Naraku por más tiempo. No parecía importar; los muchachos de la aldea estaban deslumbrados.

Kagome tuvo piedad de él y lo atrajo hacia su lado.

"¡Miroku finalmente le pidió a Sango que se casara con él!" Kagome estaba radiante.