FICTOBER Futurista/Déjà Vu [1/2 DekuBaku-Bakudeku]

D25: Visión [DekuBaku]

Déjà vu: Época anterior 
|Relación establecida - AU Canon Divergencia - Post-canon- Mencionada muerte temporal de personaje - Trauma psicológico - Dolor/Consuelo|

No debía ser una sorpresa para nadie que a Izuku siempre le fascinaron los quirks a un grado preocupante. El paso de los años y exposición a la sociedad no hizo nada para disminuir su interés, más bien, le ayudó a ser cauteloso al momento de mostrarlo frente e otras personas. Kacchan, de hecho, era una de las pocas excepciones a su regla, aunque incluso algunas partes de su interés las mantenía en secreto para él.

El quirk «visión de época» era uno de ellos, pero Izuku no lo mantenía en secreto de Kacchan porque fuera peligroso, sino porque era un romántico con ansias de angustia. Tal vez debía culpar de eso a su infancia y pubertad conflictivas con el otro hombre; a todos esos años de añoranza y anhelo a flor de piel. Pero no importaría si lo hiciera realmente, ya que a final de cuentas, lo hecho, hecho estaba, sus vidas no cambiarían de rumbo por ello.

Además, ¿por qué querría cambiar su presente si tenía a Kacchan en su vida?

No, no. No pensaba en alejarse del amor de su vida por nada del mundo, tan solo quería añadir una capa de ensoñación sorpresa, una descarga emocional intensa y novedosa, mientras compartían su día a día.

De saber que Izuku pagó a una especialista en «vidas pasadas», para que lo ayudara a ver más sobre su «otra vida», Kacchan se burlaría de su ingenuidad antes de recordarle que no necesitaban más que el presente, donde ambos se amaban sin tragedias inventadas por algún extra charlatán.

Izuku también lo sabía, pero quería experimentar con ello de todos modos.

Los momentos en que parte de la visión interfería con su realidad se sentían surreales. En un momento, ambos estaban compartiendo el almuerzo y al otro, Kacchan se hizo borroso, como acuarela líquida sobre un lienzo antes de cambiar. El entorno también era extraño, estaban frente a una fogata asando carne o mejor dicho, más huesos que carne y estaban rodeados de un campo nevado. Por un instante, casi pudo sentir la rigidez de la ropa abrigadora engullendo su silueta, la brisa gélida en sus mejillas antes de apaciguarse con una oleada tímida de calor.

Entonces, ese Kacchan abrigado para un duro invierno le habló:

—¿Quieres un poco de mi parte? —dijo, antes de desdibujarse en un Kacchan actual con el ceño fruncido.

Señalaba con una mano un par de alas de pollo fritas, ya que optaron por la ración poco saludable del mes.

Izuku declinó su propuesta, pero con una sonrisa agradecida en los labios.

La segunda vez que ocurrió fue durante esa misma noche, mientras se relajaban en la tina con una sesión de besos y caricias.

Ambos se desdibujaron un poco, la piel de Kacchan casi fundiéndose con la suya encima de su regazo, antes de que retomaran forma en las aguas termales de una cueva. Hundirse en Kacchan mientras la visión se mantenía fue una experiencia duplicada, como sintiéndose en dos lugares a la vez. El placer en una curva exponencial, inigualable para los sentidos intensificados. El sonido de chapoteos, mientras se balanceaban contra el otro, aumentaba bajo la acústica de la cueva; sus jadeos y gruñidos se aceleraron también, como si el ritmo de las embestidas fuera parte vital de la naturaleza.

Una vez que culminaron de éxtasis en los brazos del otro, Izuku enfocó los ojos en la distancia, mirando la nieve cayendo en el exterior.

Fue el frío repentino lo que lo trajo de vuelta esa vez, ya que el agua de la tina se había enfriado mientras hacían el amor.