FICTOBER Futurista/Déjà Vu [1/2 DekuBaku-Bakudeku]

D31: Un principio para un fin [BakuDeku]

Déjà vu: El último día de tu vida 
|AU Almas Gemelas - relación establecida - tragedia|

Todos poseen un alma gemela y es un hecho tan innegable como la puesta del sol cada día.

También es una característica cruel de la existencia, ya que la mañana en que lo encuentras es la última que puedes vivir.

Izuku tiene cuarenta años cuando lo siente. Ese tirón anhelante, casi insoportable, aparece en su pecho a las siete cincuenta y cinco de la mañana de un día domingo. Lo arrastra por la cama hasta alcanzar la otra orilla, donde Katsuki se ha dado media vuelta para recibirlo entre sus brazos. Ambos saben que reflejan el anhelo del otro y se llenan de júbilo a la vez que agonía.

Solo les queda un día.

Reconocen que tienen suerte de tenerse el uno al otro, de haberse amado durante años antes de que la revelación sucediera. Algunas historias, cuentos y moralejas con el propósito de bajar expectativas, hablaban sobre almas separadas por océanos y continentes enteros; de almas obstaculizadas por el dinero, las leyes o el idioma, destinadas a morir en una desgarradora agonía y soledad.

Es por ello que cuando se tocan, reconociendo cada palmo de piel y cada sonido que provocan sus caricias, ellos se toman su tiempo. Izuku y Katsuki necesitan expresar su devoción mutua como una extensión de tantas almas incógnitas con menos suerte, pero más que eso, necesitan honrar el vínculo que forjaron por ellos mismos a lo largo del tiempo.

Las palmas de Katsuki dejan una marca invisible sobre el abdomen y muslos de Izuku, formando una cadena de recuerdos conjuntos en la búsqueda del placer. A cambio, el cuerpo de Izuku se abre como un receptáculo suave para los sentimientos encontrados, acariciándolos a lo largo y ancho con su deseo convertido en calidez.

Katsuki siempre ha sido un amante generoso, pero esa mañana se intensifica. Da forma a sus sentimientos en un vaivén tan pausado y cuidadoso, que los ojos de Izuku brotan en cristales luminosos, mientras su boca emite canciones jadeantes de un amor en desesperación.

Y al final, ambos se vuelven uno en forma y espíritu: dos almas por fin en comunión, un solo pulso brillante que lo enceguece todo antes de que llegue el final.

Después, revisan su plan a seguir para aquel día.

Primero toman un tren de regreso a Musutafu para visitar el lugar en que se conocieron. Sus sonrisas están llenas de dulzura por los niños que un día fueron, libres de presiones exteriores. Después, sus padres los recibieron y los despidieron con gran tristeza.

Más tarde, hicieron otras visitas. A sus escuelas media y preparatoria. Su primer lugar de trabajo conjunto; el lugar de su primera cita. El restaurante donde celebraron su primer aniversario seguía lleno de opulencia, pero la oficina donde se casaron en secreto fue un alivio cómplice para ambos.

Jamás se soltaron las manos, a menos que fuera absolutamente necesario.

Al final, cuando regresaron a casa, el anhelo por el otro era tan fuerte que dolía. Entonces se metieron a la cama por última vez e hicieron el amor como nunca antes, como si todo el deseo, pasión y ternura se unieran dejándolos sin sentido por breves momentos.

Su último beso disimuló un jadeo tembloroso en los dos al mismo tiempo, ya que compartían el mismo dolor.

—¿Crees que sea rápido?

—Espero que lo sea, Izuku, por el bien de los dos.

—No quiero que duela más, Kacchan... —suplicó Izuku, impotente—. No quiero dejarte ir.

—Yo tampoco —confeso el otro hombre, desesperado—. Eres lo mejor que me pasó en la vida, maldita sea. Ojalá tuviéramos más tiempo.

—Sí... —concordó Izuku, con una sonrisa temblorosa y el corazón lleno—. Al menos te tuve para siempre.

Lo último que Izuku vislumbra a través de sus ojos es una dulce sonrisa y sus oídos captaron, más allá de los fuertes latidos, un susurro amado con la forma trágica del adiós.