Asuntos arreglados

115 12 75
                                    

Zelda había entrado a su habitación con los lirios en sus manos. Sin mucho entusiasmo, los colocó sobre la mesita de estar para dirigirse hasta su baño y así  poder llenar de agua uno de los floreros.

—¿Pero quién habrá sido la persona que me mandó estos lirios?

Se preguntó, colocándolos dentro del florero, hizo una mueca de desdén al ver aquellos lirios

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Se preguntó, colocándolos dentro del florero, hizo una mueca de desdén al ver aquellos lirios. Aunque le parecían bellos, no eran exactamente sus flores favoritas. Pasó uno de sus dedos sobre los pétalos, suspirando profundamente y recordando las palabras de la reina

—Sé que mi madre tiene razón, no debería seguir soñando con alguien que vivió hace varios años

Dijo acercándose a su librera para tomar algunos libros que le servirían para sus estudios y de paso distraer su mente de cierto rubio legendario. Se sentó en su escritorio y con pluma en mano empezó con sus tareas, pero de vez en cuando desviaba su mirada hasta aquel diario que estaba sobre su cama y que se había convertido en su libro favorito de lectura.

—Lo leeré luego, será mi premio por un trabajo duro.

Dijo con total determinación, pero a los pocos minutos empezó a sentir sus ojos  pesados y no paraba de dar uno que otro bostezo.

—Tengo mucho sueño, creo que...

Susurro haciendo a un lado sus libros,recostó su rostro sobre el escritorio, quedándose profundamente dormida. Uno de los pétalos se tornó color carmesí para luego liberar aquel poder que había robado siendo llevado a una cúpula de cristal qué estaba justo al lado de Agahanim

—Bien, bien, los lirios ya empezaron a realizar su trabajo. Poco a poco, la princesa se irá debilitando y cuando llegue el momento, podré tomar el reino en mis manos.

Dijo con ironía, posando su mano sobre la cúpula de cristal.
Mientras tanto, en Kakariko, Impa se encontraba en la entrada de su mansión. Desde ese lugar pudo ver cómo Apaya caminaba delante de Link, quien llevaba un semblante bastante serio. A los pocos minutos, su nieta entró, la pasó de largo, subió rápidamente las escaleras cerrando fuertemente la puerta de su alcoba.

—Yo se lo advertí

Dijo mirando fijamente a Link quien había entrado ya a la casa llevando en sus manos ambas cestas

—Espero que no hayas sido muy duro con ella

—Espero que no hayas sido muy duro con ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
" Cien años sin ti" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora