Hoy sábado después de una jornada interminable de entrevistas y búsquedas de trabajo por las vibrantes calles de Nueva York, me dirigía de regreso a mi apartamento con los ánimos por los suelos. Cada rechazo que había recibido se sentía como un peso más en mi mochila, y el bullicio incesante de la ciudad amplificaba mi desánimo. Mientras caminaba, el sol se ocultaba detrás de los imponentes rascacielos, sumiendo las calles en una mezcla de sombras y luces que creaban un ambiente casi surrealista, muy distante de mi estado emocional.
De repente, a la vuelta de la esquina, algo brilló con intensidad. Me detuve en seco al avistar un restaurante que destacaba por su lujo y sofisticación. La entrada estaba adornada con detalles de bronce pulido y grandes ventanales que dejaban entrever una decoración exquisita, con mesas elegantemente dispuestas y un aire de exclusividad que me envolvía. Un cartel colgaba en la puerta, iluminado por la luz dorada de la tarde, que decía: "Se busca mesero. Experiencia no esencial, actitud sí."
El contraste entre la elegancia del lugar y mi propio estado de ánimo era abrumador. Miré el cartel con curiosidad y, aunque no era lo que había estado buscando, algo en mi interior me impulsó a intentarlo. Con las expectativas a cero pero con una chispa de esperanza, decidí entrar.
Al cruzar la puerta, el aroma de comida gourmet y el murmullo de conversaciones sofisticadas me envolvieron como una suave brisa. Un hombre de traje oscuro se acercó a mí con una sonrisa profesional.
-Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarte? -preguntó con amabilidad, mostrando un interés genuino.
-Vi el anuncio en la entrada y estoy interesada en el puesto de mesera -respondí, tratando de que mi voz no temblara, a pesar de los nervios.
El hombre me observó durante un momento, evaluando mi presencia. Luego asintió, como si hubiera tomado una decisión.
-Claro, sígueme. Te presentaré a David, el encargado.
Mientras lo seguía por el restaurante, mi corazón latía con fuerza, resonando en mi pecho. En el pequeño trayecto, intercambiamos nombres. Al llegar a una oficina decorada con gusto y elegancia, el hombre me presentó a un hombre de mediana edad, cuyo porte era autoritario pero a la vez amable.
-David, esta es Nathalie. Ella está interesada en el puesto de mesera -dijo el hombre antes de retirarse.
-Buenas tardes, Nathalie -saludó David, extendiendo la mano con una sonrisa cordial-. ¿Qué te trae por aquí?
-Buenas tardes, señor. Vi el cartel en la entrada y pensé que, aunque no tengo mucha experiencia, podría tener una oportunidad aquí -respondí, intentando proyectar una seguridad que no sentía del todo.
David asintió y se reclinó en su silla, cruzando los brazos con un aire de interés.
-Cuéntame un poco sobre tu experiencia. ¿Has trabajado en un restaurante antes?
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Tú y yo contra el mundo {En proceso}
RomanceEl destino del diablo y la diosa de ojos verdes se cruza inesperadamente en el oscuro mundo de la mafia. Un encuentro casual desata una atracción tan peligrosa como inevitable, iniciando una serie de eventos que se salen de control. Lo que comienza...