-Capítulo 7-

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Hoy, supuestamente, tengo una cena con quienes insisten en llamarse mi familia. Desde que amaneció, he estado atrapado en la oficina, rodeado de papeles que no cesan de apilarse en mi escritorio. Firmo documentos con la ayuda precisa y constante de Esteban, mi mano derecha, mientras trato de mantener la concentración. Pero cada golpe de tecla, cada crujido de papel, me recuerda la cena que me espera esta noche en la mansión familiar. No es una cena común. Es una cita forzada, una que me tiene atrapado entre obligaciones y expectativas que no me pertenecen.

-Aparte de la cena de esta noche, ¿hay algo más pendiente? -pregunto, buscando distraerme de la incomodidad que me provoca el encuentro.

Esteban me observa con seriedad, aunque hay algo más en su mirada. Sabe lo que me espera esta noche, y no hay palabras que puedan suavizar la situación.

-Sí, me debes entregar el nuevo modelo de armas para enviarlo a Rusia -responde sin perder su tono profesional, pero la sombra de la conversación que evitamos sigue presente.

Asiento, intentando concentrarme en cualquier cosa que no sea la maldita cena. No soy diseñador, pero debo hacer lo que se espera de mí. Saco una carpeta desgastada del cajón de mi escritorio y le paso los cinco diseños en los que he estado trabajando durante meses. Mientras la luz del sol se filtra por la ventana, iluminando los papeles, no puedo evitar sentirme atrapado. Cada plano, cada trazo es un recordatorio de lo que he construido. Pero mi familia no lo ve. No les importa.

-Estos tres son para nosotros y el Ejército Negro. Quiero que las iniciales A.P. estén en un dorado que destaque -le digo, con voz tensa.

Esteban asiente, pero puedo ver en sus ojos que sabe que mi mente está en otra parte. Como si leyera mis pensamientos, su expresión cambia.

-También tienes una videoconferencia con algunos contactos de la mafia en Rusia.

Respiro hondo. Mis cejas se fruncen. La paciencia, que ya es escasa, empieza a evaporarse.

-¿Y qué quieren ahora? -pregunto, sabiendo que nada de lo que venga de Rusia es sencillo.

-Dicen que no estás cumpliendo con tu papel como líder. Han pasado demasiados años desde que pisaste tu territorio ruso -su tono es frío, casi mecánico, pero no puedo evitar sentir el peso de la crítica en sus palabras.

-Viktor tiene todo bajo control allá. No puedo estar viajando todo el tiempo -respondo, casi con ira, intentando cortar la conversación.

Pero la ira que siento esta noche no viene de Rusia, ni siquiera de mis responsabilidades como líder. Viene de la cena que me espera, del matrimonio que intentan imponerme, de la forma en que mi padre sigue pensando que puede controlar mi vida.

Esteban, sabiendo que no tiene sentido insistir, cambia de tema.

-¿Cuál es el verdadero propósito de la cena de esta noche? -pregunto, con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

Tú y yo contra el mundo {En proceso}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora