-Capítulo 3-

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Mi alarma de las 4:00 retumba por toda la habitación

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Mi alarma de las 4:00 retumba por toda la habitación. Abro los ojos con dificultad, sintiendo el peso de la noche sin sueño sobre mis hombros. Me levanto, frotándome los ojos mientras tiendo la cama, como si el simple acto de ordenarla pudiera ordenar también el caos en mi mente. Me dirijo al baño para cepillarme los dientes, tratando de despejarme.

Con un suspiro, voy a mi pequeño clóset y tomo el uniforme de la cafetería, algo cómodo para enfrentar un día tan movido. Hoy tenía una montaña de pendientes. La casa necesita una limpieza a fondo porque la señora Carmen, madre de mi jefe Eric, ha llegado a la ciudad. Ella me había prometido venir por voluntad propia esta semana para ayudarme con Natalia, y su llegada lo cambió todo. Dejo el uniforme doblado en la cama y me encamino al cuarto de lavado, cargada con la ropa sucia.

Colocó las ropas de Natalia y las mías en la lavadora, y tomó los utensilios de limpieza: escoba, trapeador y trapos. Empiezo a limpiar con la misma rutina que he seguido durante semanas, pero hoy parece que el tiempo avanza más rápido. Cuando vuelvo a mirar el reloj, me doy cuenta de que ya casi son las 5:00.

Entro con cuidado al cuarto de Natalia y comienzo a preparar sus cosas para la clase de verano. Colocó el uniforme en el pequeño taburete y organizo sus artículos de aseo personal. Las cremas quedan sobre el gavetero, sus zapatos están limpios y colocados cerca del uniforme. Meto ropa cómoda de repuesto y unos tenis en su mochila junto con su kit de emergencia: curitas, mini crema, ganchos para el cabello, cepillo, antihistamínicos, alcohol, un poco de dinero en efectivo y una mini tarjeta con mis datos y las alergias de Nathalie. También incluye toallitas húmedas y unas toallitas femeninas. Ya le he hablado de estos temas, de su desarrollo, la menstruación y cómo no debe avergonzarse.

Me dirijo a la cocina y preparo el desayuno y la merienda para Natalia. Hago pastas con queso y pollo para el desayuno, y para la merienda, preparo dos sándwiches de pollo, un bol de frutas y una barra de sus chocolates favoritos. Colocó un tenedor para las frutas, servilletas y dos jugos de cartón. La cocina se llena de aromas que apenas logró apreciar, mi mente está demasiado ocupada para disfrutar de ello.

Miro mi reloj y ya son las 5:40. Corro al cuarto de lavado, saco las ropas de la lavadora, las paso a la secadora y meto más ropa en la lavadora. Desayuno rápidamente, apenas saboreando el bocado. Me dirijo al baño para darme una ducha rápida. Mientras me visto con el uniforme, escucho un golpe en la puerta. Me apresuro hacia la entrada, abro la puerta y allí está la señora Carmen, con una sonrisa que ilumina el umbral.

-Hola, mi niña, ¿Cómo estás? -dice ella, abrazándome con una calidez que me reconforta.

-Muy bien, gracias. ¿Y usted? -le pregunto, tratando de esconder mi agotamiento.

-Me alegra que estés bien. Yo estoy bien, gracias -respondió ella con un brillo en los ojos que alivia parte de mi ansiedad.

-Me alegro. Te dejé espaguetis. ¿Quieres que te sirva? -pregunto mientras la conducía hacia la cocina.

Tú y yo contra el mundo {En proceso}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora