Capitulo 8

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Ya de regreso en la casa del abuelo, Amara y los demás vieron que su tía Ámbar acababa de llegar con el resto de los primos. Amara, buscando un momento a solas con Nicolás, usó la excusa de que su mochila era demasiado pesada.

-Es muy pesada, no quiero cargarla sola. Nicolás, ¿me ayudas a llevarla a mi habitación? -dijo, intentando sonar despreocupada.

Nadie lo encontró sospechoso, excepto Nora, quien no pudo evitar soltar una risa en voz baja mientras fingía probar la comida invisible que su prima Azul simulaba cocinar.

-Sí, claro -respondió Nicolás, agarrando la mochila y siguiéndola hacia la habitación temporal de Amara.

Una vez allí, Nicolás dejó la mochila en el suelo. Se acercó a Amara y, antes de salir, le dio un último beso suave en los labios.

-Nos vemos abajo, ¿sí? -dijo con una sonrisa.

Amara asintió, pero justo cuando Nicolás iba a salir de la habitación, ambos escucharon cómo algo caía al suelo. Nicolás, al voltear, notó que era el teléfono de Amara, que había caído de su bolsillo. Amara se quedó quieta, mirando el teléfono en el suelo sin hacer ningún movimiento.

-Deja, yo lo levanto -dijo Nicolás, inclinándose para recogerlo. Al hacerlo, vio que la pantalla mostraba un mensaje de Nora: "Baja de inmediato, encontraron un cuerpo cerca del lugar donde desaparecieron los camiones."

Nicolás se quedó serio y le mostró el teléfono a Amara.

-¿Quieres que informe que no vas a bajar? -preguntó con cautela, preocupado por la reacción de ella.

Amara negó con la cabeza, su voz serena pero decidida:

-No, sí voy a bajar. No quiero que se note nada extraño.

Ambos salieron de la habitación sin dar ninguna sospecha. Al llegar a la sala, Amara notó que no había casi nadie presente. Se acercó a su tía Ámbar, que estaba junto a una de las ventanas, mirando hacia afuera con gesto serio.

-Tía, ¿qué está pasando? -preguntó Amara, tratando de mantener la calma.

Ámbar suspiró antes de responder:

-Tu padre, tus tíos y el abuelo fueron a ver el cuerpo que encontraron. Nos dejaron aquí cuidando a los pequeños.

Amara frunció el ceño, sintiendo una mezcla de tensión y curiosidad.

-¿Necesitan ayuda con algo? -ofreció, aunque su mente estaba en otro lado.

Ámbar se acercó a ella, bajando la voz para susurrarle:

-Sé lo que estás haciendo, Amara.

La sorpresa cruzó el rostro de Amara. Sus ojos se encontraron con los de su tía, que le dedicó una sonrisa cómplice.

-No te preocupes -añadió Ámbar-, ve a descansar. Sé que estás agotada.

Amara sonrió nerviosa y asintió. Sin decir más, subió a su habitación, tratando de procesar lo que acababa de ocurrir. No pasaron más de unos minutos antes de que sintiera cómo alguien la sacudía con urgencia. Abrió los ojos y vio a Nora, claramente alterada, mientras Nicolás se mantenía detrás de ella, observándolas en silencio.

-¿Qué pasa, Nora? -preguntó Amara, preocupada por el nerviosismo de su hermana.

Nora, con los ojos llenos de temor, habló rápidamente:

-El cuerpo que encontraron... Era de uno de los trabajadores. Y no fue el único. Encontraron a los otros seis también.

Amara sintió una oleada de pánico recorrer su cuerpo. Todos los trabajadores estaban muertos, menos Celeste.

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