【09 𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐】

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Con paso firme, tomó la mano de su pareja, guiándola hacia adelante. Su mirada, llena de confianza, se posó en el horizonte, y una sonrisa cálida, que revelaba la blancura de sus dientes, se extendió por su rostro, irradiando un entusiasmo contagioso.

―¿Nos vamos, Kotoha, y pequeño Inosuke?―

Un rubor se apoderó de las mejillas de la muchacha, mientras respondía con voz trémula.―Ah, sí, por supuesto, Douma-San.―

Él la condujo a través de un mar de hierba verde, alta y espesa. La joven de cabello oscuro se aferraba con fuerza a la mano de su acompañante, presa del miedo a perderse en la inmensidad del campo. Pero al llegar a la cima de una colina, donde un arroyo susurraba melodías suaves, la vista del cielo estrellado la cautivó, y sus ojos brillaron con una emoción inmensa.

―¡Qué belleza!―Murmuro, embelesada.

―Lo sé. Nadie puede resistirse a mi encanto.―

Un sobresalto recorrió su cuerpo.―No, yo...―

Él soltó una carcajada sonora, que resonó en la noche, mientras se sentaba en el suelo, seguido por la de ojos verdes, que imitó su gesto.

―En breve, la lluvia de meteoritos iluminará el cielo. Observa con atención.―

―Sí, claro. Será un recuerdo que atesoraré por siempre.―

Se acercó a ella, casi rozando su cuerpo con el suyo. Uno de sus brazos la envolvió por detrás, mientras que el otro señalaba el cielo, donde las estrellas comenzaban a brillar con mayor intensidad.

―Inosuke se ha dormido. Es adorable. Tiene unas mejillas que dan ganas de comerselas.―

Una sonrisa suave se dibujó en sus labios, provocando un silencio breve, que se llenó con el sonido de sus respiraciones.―Eres muy amable.―Sus ojos se encontraron, y en ese instante, el mundo se redujo a ellos dos.

―Y tú eres muy...―Con el brazo que había mantenido oculto, sacó una navaja de su bolsillo, y con un movimiento rápido, la clavó en su espalda.―Estúpida.―

Las palabras se atascaron en su garganta, y solo pudo toser sangre, mientras su retoño se deslizaba por el suelo, rodando sin control hacia abajo.

―¡Qué lástima! Ese niño tendrá que pagar por la locura de su madre. Al rodar por la colina, dudo que haya sobrevivido. ¡Qué tristeza morir porque la tonta de tu madre fue seducida con facilidad!―Tomó a Kotoha por los hombros, y con una sonrisa cruel, la obligó a mirar hacia el abismo.―Hump. Es inevitable. Es hora de que te unas a los peces.―

Con una piedra tosca, la cabeza le golpeaba, cada impacto, un eco que la muerte celebraba.

―Dime, Kotoha, ¿cuánto tiempo más podrás simular indiferencia, y luego, escapar a gritar a los demás que yo mate a esa estudiante? Tu voz era melodía, pero la letra se fue desdibujando, sin sentido, con cada verso. ¿Cuánto tardarás en comprender que yo, sin compasión, le arrebaté la vida al padre de Inosuke?―



La sangre, un río escarlata que brotaba de su frente, se extendía por sus mejillas como un mapa de sufrimiento. Sus ojos, dos pozos oscuros donde se reflejaba el miedo, buscaban un escape en la penumbra de la habitación. Sus miembros, aprisionados por las cuerdas, se agitaban como alas rotas, incapaces de volar hacia la libertad.

❝𝐏𝐎𝐋𝐈𝐂𝐑𝐎𝐌𝐎❞ | 𝙰𝚋𝚘𝚖𝚒𝚗𝚊𝚋𝚕𝚎𝚜 𝚘𝚛𝚋𝚎𝚜.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora