episodio 7

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Malos pensamientos†

Me despierto lentamente, envuelta en la suave oscuridad de la habitación. La luz del sol se filtra débilmente a través de las cortinas, proyectando un tenue resplandor en el techo. Me estiro, sintiendo el dolor residual en mi abdomen, pero esta mañana parece más manejable. La comodidad de la cama y el silencio de la mansión me han permitido dormir profundamente.

Me incorporo en la cama, frotándome los ojos para despejar la somnolencia. Me estiro lentamente, sintiendo el dolor residual en mi abdomen, pero noto con alivio que ha disminuido desde la noche anterior. Al abrir los ojos completamente, me percato de que los platos sucios que dejé anoche ya no están en la mesita de noche. En su lugar, hay un pequeño recipiente con medicamento y un vaso de agua fresca. Sonrío ligeramente, agradecida por la consideración. Tomo las pastillas y me trago el agua, esperando que el dolor se calme aún más.

Después de unos momentos, me levanto y salgo de la habitación, buscando a Robert, pero parece haber desaparecido. Decido explorar la mansión y bajar a la primera planta en busca de la cocina. Sin embargo, pronto me doy cuenta de que este lugar es un laberinto. Las salas y pasillos se multiplican, y me siento como si necesitara un mapa para navegar por ellos. Camino durante varios minutos, girando esquinas y cruzando puertas, pero la cocina sigue sin aparecer. Empezó a frustrarme, y admito que estoy perdida. La grandiosidad de la mansión, que antes me impresionó, ahora me abruma por completo, pero aun sigo admirando la belleza de este lugar.

El silencio en el edificio es opresivo, y comienzo a sentirme como si estuviera explorando un museo abandonado. Después de lo que parece una eternidad, finalmente encuentro la cocina, y mi corazón se alegra al ver a Marcus moviéndose con destreza entre los fogones. Su presencia es un bálsamo para mi ansiedad, y le agradezco en silencio al universo por haber encontrado a alguien conocido en este laberinto de salas y pasillos. Me siento aliviada al poder por fin poder encontrar la amada cocina y poder oler el exquisito olor a comida profesional.

Al entrar en la cocina, Marcus se vuelve hacia mí, y su rostro se ilumina con una cálida sonrisa en cuanto nuestros ojos se encuentran. Su expresión es genuina y acogedora, y me siento inmediatamente más tranquila en su presencia.

Marcus se acerca a mí, todavía sonriendo. - Buenos días, mademoiselle . ¿Cómo te sientes hoy? - Su voz es cálida y amable, y me siento cómoda en su presencia.

- Mejor, gracias - respondo, devolviendo su sonrisa. - La comida que me preparaste anoche estuvo deliciosa.

Marcus se ríe. -Me alegra que te haya gustado. ¿Quieres desayunar?

Asiento entusiasmada, y Marcus me guía hasta la mesa. La cocina está llena de olores deliciosos, y mi estómago gruñe de anticipación.

- Mmm, huele increíble - digo, sentándome en la silla que Marcus me ofrece.

- Es un desayuno tradicional francés - explica, colocando un plato delante de mí. - Crepas con frutas frescas y miel.

La primera mordida es sublime, y cierro los ojos para saborear el sabor. Marcus se ríe y se sienta enfrente de mí.

- ¿Te gusta? - pregunta, sonriendo.

Asiento con la cabeza, con la boca llena. - Es delicioso

Marcus asiente satisfecho con mi respuesta y sigue en lo suyo mientras yo disfruto de la exquisita comida.

- y Robert? - pregunto apenas termino de comer satisfecha por la deliciosa comida.

- el salió Temprano para atender algunos asuntos del señor Eiden. me encargo cuidarte hasta que llegara.

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