El sol se encuentra en su punto más alto mientras por la calle las personas caminan pues tienen lugares a los cuales tienen que llegar. Pero por ahora nos enfocaremos en la escuela preparatoria de Tokio mientras los estudiantes comienzan a abandonar las instalaciones pues el horario escolar ha terminado.
Muchas risas y convivencia en la entrada principal pues las vacaciones de primavera han comenzado pero nos enfocaremos en un peliverde que sale sin ninguna compañía y se dirige hacia la biblioteca pública.
El chico, quien trabaja ahí, se encuentra colocando los libros en los lugares indicados y por orden alfabético mientras aprecia la gran infraestructura de la biblioteca. A lo largo del día, o medio día en su caso, el chico cambia de actividades constantemente llevándose al final del día, su paga.
Mientras toma el autobús, mira a distinta gente y su comportamiento ante un viernes por la noche. Antes de ir a casa, hace un desvío en una zona muy tranquila, inclusive el paso de automóviles está prohibida.
Entra a una casa muy bien condicionada pero se dirige a la parte de atrás donde se encuentra un gran huerto donde una persona extremadamente delgada y de cabello rubio, riega las plantas y vegetales con suma delicadeza antes de notar la presencia del peliverde.
— ¡Joven Midoriya! Ven, ayúdame con esto.
El peliverde comenzó a replicar lo que el rubio hacía. Sentía calma el cuidar de las plantas y vegetales mientras planeaba que debería hacer en estas vacaciones de primavera. Pensaba que podría ir a lugares fuera de Tokio o inclusive ir a acampar así fuera el solo.
A pesar de ser un joven atractivo, no es alguien que tenga muchos amigos o que sea popular, por lo general siempre parece estar solo, pero no es algo que le moleste.
— ¿Te he contado la vez que me enamoré profundamente? — Preguntó Toshinori tomando asiento.
— Me las has contando cada vez que vengo, Toshinori. — Fue la contestación. — La conociste en la universidad pero ella se casó con alguien más.
— Los matrimonios arreglados pueden destruir varias relaciones. A pesar de que, en una primera instancia, los matrimonios eran para asegurar los bienes y demás... aunque a ella siempre la amé. Me enteré que falleció hace dos días.
— ¿Quieres que te acompañe a verla? Recuerda que estás algo viejo.
— No te sobrepases conmigo, muchacho.
— Si, si. Lo siento.
Al día siguiente, Izuku Midoriya se dirigía a la biblioteca a pesar de que no lo requería. El lugar cerró a las 2:00 pm y este se dirigí al parque Sumida cerca del área comercial de Tokio.
El clima estaba bastante fresco. El sol estaba en su punto más alto pero esto no le importaba al peliverde pues estando el cubierto por la sombra de un árbol. Por lo que solo sentía el aire pegando en él.
Observaba el cielo azul mientras las nubes seguían su propio rumbo. Muchas incógnitas pasaron por él pero una de esas fueron acerca de que si había algo como el amor que Toshinori había sentido alguna vez.
— Son tonterías. — Pensó en voz alta el peliverde.
— ¿Qué son tonterías, Izuku? — Preguntó una misteriosa voz.
Al voltear, se encontró con una hermosa chica de cabello oscuro, con una figura como de una muñeca. Izuku la reconoció al instante pero no hizo más que volver a ver al cielo, como si no le diera importancia a su compañera.
— Sabes, Yaoyorozu. Es de mala educación espiar a la gente.
— Curioso, ya que da la casualidad que estaba pasando por aquí y te vi. No te estaba espiando ni nada por el estilo.
— Quisiera poder contestarte, pero este clima me ha relajado.
— ¿Si? Bueno, tú todos los días estás muy relajado bajo los árboles.
Izuku se dispuso a voltear a ver a su compañera para evitar ser un poco grosero. Le parecía raro que una de las chicas más populares sino que la más popular estuviera ahí con él y sin nadie de sus amigos alrededor.
Aunque parecía que conversaban como buenos amigos, el peliverde solo contestaba con expresiones cortar pero eso solo hacía que la pelinegra hablara con más y más entusiasmo. Izuku no hacía nada más que eso, pero no le importó a la pelinegra.
Después de un rato, el peliverde salía de una tienda de conveniencia con unos tés verdes fríos, uno para él y otro para la chica de nombre Momo Yaoyorozu. Sin importar la apatía del chico, Momo lo seguía por todas partes sin importar el destino.
Pero la razón por la que está con el, le parecía algo sumamente raro y peculiar. Muchas hipótesis cruzaron por su mente pero decidió ignorarlas al menos por ahora pues sabía que terminaría al momento que decidiera ir a casa.
— Yaoyorozu, es momento de que me vaya. — Dijo Izuku deteniéndose en la parada del autobús.
— Muy bien, Izuku. — Comentó sonriente la pelinegra. — Nos vemos.
"Nos vemos" pensó el peliverde pues eso significaba que que tendría que volver a pasar por esto con su compañera algo que lo dejó agotado.
Al observar por la ventana del autobús, comenzó a tener uno que otro pensamiento filosófico como que se siente algo insignificante en un enorme mundo y también se cuestionó una que otra cosa sobre la muerte.
"¿Duele morir?", "¿Qué hay después de la muerte?", "¿En realidad ascendemos a un plan astral?", etc. Cuestiones que a la edad joven uno puede hacerse.
Pero Izuku realmente pensaba que uno realmente muere cuando lo olvidan. No solo la representación física de la persona sino también su legado, la idea por la que se movía en el mundo.
Al observar como el cielo comenzaba a ponerse oscuro por el caer de la noche, no pudo evitar pensar en que quedará de él. Que es lo que puede dejar o si tan solo sería recordado por alguien. No sabía si el mundo realmente estaba preparado para recibir lo que el chico tendría que ofrecer.
Al día siguiente, se ocupó de algunas tareas matutinas que lo llevaron hasta la tienda de electrónica pues Toshinori le había encargado recoger un artefacto algo viejo para él como lo era un Walkman. A pesar de eso, comenzó a utilizarlo.
Durante el camino, escuchaba música de hace unas dos décadas pero parecía ser algo totalmente distinto a lo de hoy en día. Lluvia caía mientras viajaba por el autobús y justo en las calles observo a Momo Yaoyorozu riendo y disfrutando de la vida.
Ya al anochecer, Toshinori e Izuku caminaban tranquilamente mientras se dirigían al templo para visitar la cripta del que había sido el amor de su vida. La foto de aquella personas que estaba en la cripta, era la de una mujer madura pero muy elegante.
— Siempre fue una persona muy hermosa. Incluso después de su muerte. — Dijo Toshinori mientras tomaba la urna de las cenizas.
— ¿Qué estás haciendo, Toshinori? — Preguntó Izuku sorprendido.
— Solo estoy tomando un último recuerdo de ella.
El rubio abrió la urna y tomó una porción de las cenizas con un pequeño frasco. Tal vez en ese momento Izuku veía esto como un acto raro y extraño, pero por otro lado tal vez era la máxima expresión de amor sabiendo que Toshinori jamás pudo olvidar a quien una vez amo.
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Allá Donde Solíamos Gritar.
FanfictionIzuku es un chico común y corriente. Un día, su compañera de clases, Momo Yaoyorozu lo invita a emprender un viaje sin saber que esta oculta algo.