Primavera Parte 3.

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Izuku terminaba de desayunar para después lavar sus dientes y tomar su mochila. Eran los últimos días de los vacaciones por lo que puso su camino hacia la estación del tren bala en Tokio. La mañana estaba fresca después de una tormenta nocturna mientras todos dormían.

El reloj marcaba las 6:30 am y ahí estaba Yaomomo. La euforia de la chica fue demasiada al ver al peliverde pero él seguía con su ya marcada apatía. Izuku saludaba tranquilamente a la pelinegra y entraron al tren.

Cuando el tren salió de la estación, les ofrecieron algo para beber a los chicos aunque no les apetecía nada en ese momento. Izuku y Yaomomo disfrutaban del paisaje mientras estos comían un chocolate que llevaban en su mochila y, para sorpresa del peliverde, había mucho silencio pues la pelinegra en algún momento se había quedado dormida.

A Izuku le parecía raro encontrar un poco de paz estando con la pelinegra, aún si fue por algo que no estaba en su control. De su mochila tomó su walkman y colocó uno de los cassettes que llevaba y era uno donde podía de leerse al artista Michael Jackson con su álbum más famoso "Thriller".

A pesar de no haber vivido en la época donde los cassettes eran la única manera de escuchar música de forma portátil, Izuku imaginaba una ciudad de Tokio en los años 80 mientras el tren estaba en movimiento.

La idea de este Tokio era una de noche con luces de neón, muy distintas a las luces de los espectaculares de hoy en día. Es como si quisiera ver algo distinto de lo que normalmente observa cada día al despertar, al dirigirse a la escuela, al caminar por la zona comercial. Poco a poco también sus ojos comenzaban a cerrarse.

Al abrir los ojos, apenas había pasado una hora de viaje por lo que aun quedaba una más, lo curioso de esto es que Yaomomo seguía dormida. El peliverde quedó asombrado por la capacidad de dormir en un tren y no resentir las vías ni la velocidad.

Izuku entonces cambió el cassette de su walkman ya que este había terminado unos minutos atrás. La vista ahora era una rústica pues habían dejado Tokio y su tecnología. La tranquilidad que sentía era muy distinta a la que genera lo urbano.

Los pastizales y el sol pegando en su rostro. Es como si viera y sintiera un Japón que nunca antes había visto. La sola idea de distintas formas de trabajo, de comunidades y de expresiones le hizo darse cuenta que, en realidad, el mundo era más grande de lo que imaginaba.

— Wow, eso se ve algo anticuado. ¿Qué es, Izuku? — Preguntó Yaomomo refiriéndose al walkman.

— Sabes, algunas personas preferimos el término "vintage". — Respondió Izuku. — Es un walkman. Así se solía escuchar música antes. Estos son algunos cassettes que compre, los otros me los dio... digamos que un buen amigo.

— Es gracioso, dijiste que no tenías amigos. ¿Cómo es el?

— Es todo un caso, hace unos días murió el amor de su vida. Aunque no estaba casado con ella, ¿puedes creerlo?

— A veces el amor puede llevar a caminos distintos.

Después de una hora, llegaron a Kyoto. La ciudad era muy tranquila y gratificante de ver a comparación de Tokio, con una arquitectura un poco más apegada a la época antigua de Japón. Mucha gente utilizando Yukata pues llegaron el día del festival de primavera para poder observar los fuegos artificiales.

Al llegar al hotel, este era muy lujoso. Izuku estaba sorprendido por que a la vez se preguntaba si tendría suficiente dinero para el hospedaje pero Yaomomo ya contaba con la llave de la habitación. Si, llave.

— Yaomomo, esa es solo una llave. — Dijo Izuku nervioso ya que había algo que lo ponía nervioso.

— Eres muy inteligente, Izuku. Es de nuestra habitación.

Después de eso, Izuku se encontraba sorprendido sentado en la cama mientras Yaomomo esperaba junto a la puerta pues era momento de explorar la ciudad para hacer tiempo y poder observar los fuegos artificiales.

Aunque la única que tenía mucha euforia en su corazón era Yaomomo. Era claramente un dúo bastante peculiar pues las personalidades de los chicos eran claramente distintas. Izuku aquí se preguntaba qué mal había hecho en una vida anterior y que está pagando con la chica.

Al llegar al lugar de los fuegos artificiales al paso de unas horas. Izuku cargaba una gran cantidad de bolsas por las compras que Yaomomo realizó. Llegaron un poco justos de tiempo pues al poner sus pies en el lugar, los fuegos artificiales comenzaron.

A Izuku no le importaba demasiado pero aún así podía verse cierta felicidad por estar ahí, pero no era lo mismo con Yaomomo. A pesar de toda esa alegría que la pelinegra solía emitir, el peliverde notaba cierta nostalgia y tristeza en el rostro de la pelinegra.

Una vez de vuelta en el hotel, Yaomomo e Izuku jugaban a las cartas donde el peliverde superaba con mucha facilidad a la pelinegra que estaba muy desesperada a lo cual el chico solo sonreía.

Al acercarse al refrigerador, la pelinegra notó que había bebidas alcohólicas. Izuku insistía que no deberían ingerirlas pero Yaomomo utilizó la frase "solo se vive una vez".

Su reacción al primer trago fue similar por lo agrio que puede llegar a ser una bebida alcohólica pero, una vez acostumbrados al sabor no había ningún problema en continuar ingiriendo la bebida.

Izuku y Yaomomo reían por cualquier tontería que hicieran pues era obvio que estaban entrando en un estado de ebriedad. Jugaban al uno en ese estado y era un caos total pues hacían combinaciones sin sentido.

Después de unos momentos, los dos chicos jugaban a verdad o reto haciendo y preguntando lo más impensable que jamás harían los chicos.

— ¿Verdad o reto? — Preguntó Izuku.

— Verdad. — Fue la contestación de la pelinegra.

— ¿Cómo es que pudiste pagar este hotel?

— Mi familia es millonaria, Izuku. Todo por un negocio inmobiliario que empezó hace años con mi abuela... ella murió hace días.

— Lo siento mucho, Yaomomo.

— ¿Verdad o reto, Izuku?

— Reto.

— Te reto a llevarme a la cama mientras me cargas de princesa. Después de todo... tendremos que compartir la cama.

Izuku tomó a Yaomomo. Esta se notaba feliz pero cuando la puso en la cama y el peliverde fue por un poco de agua, el sonrojo de la pelinegra fue bastante notorio pues no creía que el chico realmente lo haría.

Ya con las luces apagadas, ninguno de los dos podía dormir, fuera por la sensación de mareo o por el hecho de que ambos estaban en la misma cama.

— ¿Tú amigo se llama Toshinori, cierto? — Preguntó Yaomomo algo nerviosa.

— ¿Lo conoces? — Replicó el peliverde.

— No... — Contestó muy avergonzada la pelinegra. — Pero... mi abuela si... ya sabes, algo de "el amor de su vida".

— ¿Es por eso que pasas tiempo conmigo?

— Por supuesto que no, paso tiempo contigo porque quiero. Mi abuela... me mandó a ver cómo estaba Toshinori, antes de que ella muriera quería saber qué era de el. Cuando te vi con el y le conté a mi abuela, ella estaba muy feliz de que... se viera tan lleno de ti. Me gusta mucho esa parte de ti, que estés con alguien como Toshinori.

— Y serás la única que vea esa parte de mí, solo dime si es que quieres conocerlo. Estoy seguro que le agradarías más que yo.

Allá Donde Solíamos Gritar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora