Primavera Parte 2.

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Aunque la encargada des biblioteca insistió al peliverde de no asistir y que disfrutará de sus vacaciones de primavera, Izuku se encontraba leyendo justo detrás del estrado donde recibe y deja salir los libros de la biblioteca.

— Hola, I-z-u-k-u. — Fue lo que dijo una hermosa chica.

— Yaoyorozu, ¿vienes a regresar un libro o a molestarme? — Preguntó el chico con ironía.

– ¿Ambas?

— Como sea, gracias por devolver el libro a tiempo.

— ¿No crees que esto es un poco aburrido? ¿Por qué no estás por ahí con tus amigos.

— Puede ser por el hecho de que no tengo amigos.

Después de eso, Izuku fue a devolver el libro a su estante pero no se percató que había una chica pelinegra siguiéndolo. En un principio, a Izuku no parecía importarle pero al ver que no hacía nada más que seguirlo de un lugar a otro, el peliverde comenzó a sentirse un poco incómodo.

— Yao...

— Dime Yaomomo.

— Yaomomo, ¿no tienes alguna otra cosa que hacer el día de hoy?

— Solo estoy pasando tiempo contigo, Izuku.

— Esto está poniéndose algo raro.

La pelinegra solo rio, algo que hizo que toda la atención se desviara hacia ella y el peliverde. Izuku estaba muy avergonzado por lo que continuó haciendo sus actividades como un empleado.

Incluso después del término del turno del peliverde, Yaomomo continuaba a lado del peliverde a pesar de los innumerables intentos por tratar que la pelinegra lo dejara tranquilo. Quería saber con todas sus ganas que es lo que pasaba en la cabeza de la chica.

Al abordar el autobús, la chica hablaba sin parar mientras Izuku solo contestaba "si" y "no". A pesar de acabar con mucha indiferencia. O Yaomomo no lo entendía o solo ignoraba el hecho de que el chico solo estar solo, solo quería estar tranquilo.

— Yaomomo, ¿hay una razón en particular por la cual pasas tiempo conmigo? — Preguntó sin escrúpulos el peliverde.

— A decir verdad, si. — Fue la contestación. — Quisiera saber si quieres acompañarme en un viaje fuera de Tokio pero no fuera de Japón.

— ¿Por qué me invitas a mi? Seguro tus amigos sería mejor compañía.

— A veces son aburridos. ¿Qué dices?

— Digo que eres rara.

Yaomomo solo reía con mucha euforia esto con tal de hacer molestar al chico el cual solo se sentía avergonzado al sentir las miradas hacia su persona y la pelinegra.

En casa se encontraba leyendo en un sillón. La noche era una lluviosa por lo que no pudo ir con Toshinori pero parecía no importarle en lo absoluto. Incluso después de lo sucedido, seguía teniendo la imagen de Toshinori con las cenizas el día anterior.

Trataba de encontrar en que debería creer en qué acto fue ese y después de eso se puso a pensar en lo que él amor realmente representaba o que es la esencia del amor. ¿Hay algo realmente como un "amor verdadero"? ¿Cómo es? ¿Quién dictamina lo que representa el amor verdadero?

Repasar las miles de definiciones sobre lo que es el amor es como un círculo pues es mucho más de lo mismo, tal vez la definición es la misma pero la interpretación es distinta dependiendo el punto de vista de una persona.

Para Izuku podría no importarle en absoluto lo que es el amor, pero cuando ve la expresión de amor no puede evitar cuestionarse si hay algo más. ¿Y si solo es un contrato? ¿Un conflicto de intereses?

Después de un diálogo socrático interno, y a pesar de la lluvia, se dirigió a casa de Toshinori. Si bien Izuku cuenta con una familia, la confianza con ellos no es como la que tiene con el rubio.

La relación de Toshinori e Izuku inició de manera particular cuando el peliverde fue a entregar un pedido cuando trabaja en su supermercado. Podría decir que es la única amistad que realmente frecuenta.

Toshinori le ofrecía una toalla y un poco de té caliente. El rubio reía pues le parecía que poco usual que el peliverde saliera en días lluviosos cosa que avergonzó un poco a Izuku que solo bebía el té.

Por primera vez desde que frecuenta la casa del rubio, observó con detalle cada rincón de la casa con muchas fotos y poca tecnología que es común encontrar en las viviendas hoy en día pero era algo normal ya que Toshinori era alguien mayor.

— ¿Has pensado qué pasará con todo lo que tienes después de que mueras, Toshinori? — Preguntó sin rodeos el peliverde.

— ¿Problemas metafísicos a esta hora, joven Midoriya? — Replicó el rubio. — Espero que todo esto pueda mantenerse pero, al no casarme, sé que todo esto será deshechado. A decir verdad, no me importaría. La última persona que me conoció seguirá aquí y eso es lo que importa.

— Parece que estás dispuesto a dejarlo todo. ¿Ella querría esto?

— Ella y yo tuvimos una parte en este mundo, en esta historia. No me habré ido realmente pues tú, quien conoce quién fui, te quedas en este mundo terrenal. No, joven Midoriya, ella abría querido que la encuentre donde sea que esté ahora. Puede que no lo entiendas ahora, pero podrás darte cuenta que el amor es distinto para todos, pero nos hacer sentir... plenos.

Una vez de vuelta en casa, Izuku despejó su mente pues no quería pensar de más al punto de tener un nuevo diálogo interno despejó nuevo. Solo se acostó y colocó un cassette de audio en el Walkman que Toshinori le regaló de poca fe justo cuando vio que lo estaba utilizando y, poco a poco, fue cerrando sus ojos.

Al día siguiente, Yaomomo volvió a aparecerse en la biblioteca. Esta vez Izuku le pidió que realizara lo que él hacía y esta aceptó con una sonrisa. El plan era para que se mantuviera ocupada y no interfiriera con sus actividades.

Pero se llevó una grata sorpresa ya que cuando se le acercaba gente a preguntar sobre algún autor o libro, esta respondía de inmediato sin preguntarle a Izuku o consultar la base de datos de la biblioteca.

Al pasar las horas, Yaomomo no parecía estar desanimada o algo por el estilo. De hecho esto ayudó a Izuku que se mantuviera tranquilo preocupándose por cumplir lo que hace sin tener que estar al tanto de otra persona.

Por ese momento, Izuku observaba a Yaomomo mientras está atendía de manera muy educada a todo aquel que se le acercara y pidiera ayuda. Se notaba muy elegante en su forma de hablar y llevar a cabo todo lo que pedían por ella.

Izuku se cuestionó un poco sus decisiones que ha tomado en su vida para convertirse en lo que es hoy en día: un solitario. Fue entonces que las miradas de ambos chocaron.

En ese momento, Izuku no había visto algo más hermoso que ella. Era como si una pintura del mejor artista del mundo cobrara vida. Era un sentimiento que era muy difícil de poder explicar pero que para el peliverde era como una revelación.

— Iré contigo, Yaomomo... al viaje.

Allá Donde Solíamos Gritar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora