Cap. 5

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- Contesta, contesta - grita Diego.

- ¿Qué hago? - digo. Las manos me tiemblan de los
nervios.

- Contesta, venga - me insta Carlota mientras toma. el
celular.

- No contestes - tartamudeo mientras intento quitárselo.

Ella lo mueve de un lado al otro.

- Venga, ya, contesta - me apremia.

Se lo arrebato de las manos y lo observo mientras vibra.

- No voy a contestar.

Diego me quita el celular y contesta por mí.

- Hola - dice, poniendo voz de chica, y me lo pasa.

- ¿Qué haces? - exclamo articulando sólo con los labios.

- Hola, Temo - susurra Aristóteles con voz de terciopelo.

Abro un montón los ojos al ver las caras de asombro de
mis amigos. Diego se santigua cómo si estuviera en la iglesia y hace cómo que reza.

- Hola.

- ¿Dónde estás? - pregunta.

- En un bar.

Miro a mi alrededor mientras me tapo la otra oreja con la
mano para oírlo mejor. No le voy a decir dónde estoy
exactamente porque voy hecho un asco. Contengo la
respiración mientras escucho.

- Quiero verte.

Me muerdo el labio inferior. Me he quedado paralizado de
los nervios. Carlota me dá un golpe en el brazo para sacarme del trance.

- Ya te he dicho que tengo novio - insisto - No puedo
verte.

- Madre mía - le dice Diego a Carlota sólo con los labios
mientras se tira del pelo.

- Y yo ya te he dicho que rompas con él.

- ¿Quién te has creído que eres? - tartamudeo.

Diego y Carlota escuchan con atención.

- Sal a la calle, que no te oigo bien - brama.

Salgo fuera. Todo está en silencio.

- Mucho mejor - dice.

Echo un vistazo a los taxis dispuestos en fila.

- ¿Qué quieres, Aristóteles?

- Ya sabes lo que quiero.

- Tengo novio.

- Y ya te he dicho qué hacer al respecto.

- No es tan sencillo.

- Sí lo es. Dame su número y te ahorro el trabajo.

Sonrío por lo descarado que es.

- No me pone nada lo arrogante que eres.

Qué mentira más gorda; nada más lejos de la realidad.

- Tú, en cambio, me pones un montón. Me he pasado el
día empalmado. ¿Qué tal si vienes y acabas con mi sufrimiento?

Oigo los latidos de mi corazón. ¿Ésto vá en serio?

Un par de borrachos pasan por mi lado tambaleándose y
me tengo que apartar para que no choquen conmigo.

- Perdona - gritan.

- Mañana me voy a Mérida - confieso.

- ¿A verlo?

LA ESCALA 《ADAPTACIÓN ARISTEMO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora