Cap. 10

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Aristóteles












— Mmm, no está mal — murmura Sebastián cuándo una
pelirroja muy atractiva pasa por nuestro lado.

La observamos mientras se acerca a la barra. Lleva un
vestido negro ajustado y tiene un culo escultural. Arrugo la
nariz en señal de desagrado.

— Del montón.

— No es del montón — dice sin despegar los ojos de su
trasero —. Para nada.

— No me entusiasma.

Suspiro en mi copa mientras paseo la mirada por el local
lleno de gente. Es raro que una mujer u hombre me llame la atención últimamente, sin contar don mordaz. No me canso de él … aunque sea un rebelde.

Recuerdo la conversación que mantuvimos el lunes en mi
despacho y exhalo con fuerza.

Es complicado cómo ninguno.

Estaría bien que pudiese cerrar la boca cuándo lo veo. No
sé porqué, pero siempre acabo exigiéndole cosas y
agarrándolo del pelo. Es cómo si mi cuerpo actuase por su
cuenta y dejase a mi cerebro fuera de la ecuación.

Cada vez que Temo se vá de mi despacho enfadado, me
flagelo por no haber sabido manejarlo.

Conozco a las mujeres y hombres. Sé cómo piensan y, normalmente, consigo que hagan lo que quiero. Con él … no tanto.

Sebastián se humedece los labios mientras observa a la
pelirroja.

— Voy a entrarle.

Se dirige a la barra con paso decidido y le dice algo. Entonces, ella sonríe. Doy un trago a mi bebida mientras lo observo en acción. Le encantan las mujeres…Todas, pero también los hombres. Diría que es cosa de familia.

Los cuatro estamos cortados por el mismo patrón.
Sin embargo, algo ha cambiado en mí últimamente. Ya no
me apetece tanto variar. Me pasa algo y no sé qué es. Veo a
Emilio y a Eduardo hablando con dos chicas en la sala. Están muy animadas y se ríen de todo lo que dicen ellos. Mucho cuerpo, pero poco cerebro.

Doy otro sorbo a la bebida y miro a mi alrededor.

— Eh — me dice Emilio mientras se planta a mi lado —.
Mira quién ha venido.

— ¿Quién? — mascullo, indiferente.

— Vestido color crema, pelo castaño suelto y guapo que te mueres.

Frunzo el ceño mientras miro hacía dónde señala.

Es él. Es Temo.

— Bueno, bueno. Ésta noche promete — digo y sonrío de
oreja a oreja.

Emilio se ríe entre dientes.

— Si no te mata primero, claro — puntualiza mientras me
dá una palmadita en la espalda —. Me voy a la barra.

— Vale, vé.

Está con dos mujeres a las que no he visto nunca. Sin
embargo, me suenan. A lo mejor son compañeras de trabajo. Hablan y ríen. Temo lleva un vestido ajustado de manga larga color crema que enseña mucho escote. Resalta las curvas de su cuerpecito. Se me pone dura. Lleva el pelo suelto y se lo echa a un lado mientras habla. Sólo con ver la curva de su cuello desnudo, siento un nudo en el estómago.

Joder, qué bueno está.

Nunca había tenido una reacción física tan fuerte con un
hombre. No me canso de su cuerpo. Cuanto más me acuesto con él, más lo deseo. Sólo que ojalá no fuera la persona más mordaz que he conocido en mi vida. Aunque, a lo mejor, ahí reside su encanto.

LA ESCALA 《ADAPTACIÓN ARISTEMO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora