Cap. 8

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Aristóteles







— Tenía que irme — tartamudea.

— ¿Por?

— Porque quería estar temprano en la oficina.

— ¿Y no se te ha ocurrido despertarme? — espeto — Me
sacas de mis casillas.

— Ahora no me vengas con tonterías. Me iré cuándo me dé
la gana.

Y cuelga.

Inhalo bruscamente. A mí no me cuelga nadie.

¡Nadie!

Aprieto la mandíbula y lanzo el celular al sofá. ¡Qué hombre más desesperante, joder!

Entro en mi despacho, enciendo el portátil y me dispongo a
mirar las grabaciones de la cámara de seguridad. Me siento
mientras espero a que se carguen. Aparece una imagen de la puerta principal. Rebobino y veo cómo la cinta retrocede a toda pastilla. Cuándo localizo a Temo, paro la grabación.

¿Qué hora era?

Las 3:58.

Con que tenía que estar temprano en la oficina, ¿eh?

¡Tonterías que !

Ha esperado a que me durmiera para salir a toda prisa . Me
reclino en la silla, estoy cada vez más enfadado.

— No sé a qué juegas, Temo López, pero no te lo
permitiré. Si estás conmigo, estás conmigo. Y harás lo que yo te diga.

Cierro el portátil de un manotazo y subo las escaleras
hecho una furia.

Si buscaba pelea, la ha encontrado.







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1 hora después, salgo del edificio y me dirijo a mi limusina.

— Buenos días, señor Osorio — saluda Josep con una sonrisa mientras me abre la puerta.

— Buenos días — digo al entrar.

Cómo de costumbre, hay un montón de periódicos apilados
junto a mi asiento. Tomo mi café y emprendo el ritual de todas las mañanas. Se tardan 40 minutos en recorrer los 20
kilómetros que me separan de Osorio's Media, así que aprovecho ese tiempo para estudiar a la competencia. Hojeo la pila y elijo El Universal, nuestro rival más acérrimo, y me fijo en la portada.

— El formato es horrible — murmuro por lo bajo mientras
lo abro.

Leo las 2 primeras páginas, y entonces llego a la tercera.



Última hora

El Departamento de Policía de la Ciudad de México ha cerrado una investigación de alto secreto.

En un principio, se creía que el asesino era un
hombre al que la policía había apodado cómo Cara
de Piedra, y al cuál se le atribuyen más de 85 robos
en viviendas de la CDMX.

Pero tras los resultados de las pruebas de ADN, los investigadores ahora creen que quién cometió los crímenes fué el sospechoso conocido en otras
regiones del país cómo el Asesino de la Cinta Roja.

LA ESCALA 《ADAPTACIÓN ARISTEMO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora