𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑛𝑢𝑒𝑣𝑒

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El murciélago estaba más que dispuesto a recorrer aquellos milímetros faltantes, quería mancharse con su sangre, ceder ante los finos labios, pero en el fondo sabía que estaba mal, los segundos se volvían eternos en ese momento de cercanía en el que la tensión se hacía cada vez más evidente. Al ver que Bruce no tenía intenciones de seguir golpeándolo ni se veía molesto en lo absoluto, la sonrisa del maquillado se terminó por borrar.

El pelinegro se acercó casi por completo, provocando un ligero roce entre sus labios, lo que terminó de alterar al payaso, que adivinó de inmediato sus intenciones y lo pateó en el estómago para que se alejara, patada que hizo que este saliera de aquel trance.

—¡¿Acaso querías besarme?!— Le reclamó en una voz alterada, que realmente trataba de disimular su nerviosismo, todavía podía sentir el corazón golpeando en su pecho frenéticamente de tan sólo pensar por un segundo en lo que casi sucedió.

—¿Qué clase de estúpida pregunta es esa? ¡Por supuesto que no!— Respondió el murciélago alzando la voz con enojo en un insignificante intento de mentir, no sabía si le molestaba más el hecho de haber estado tan cerca de exponer sus emociones o la inesperada interrupción.

—¡Eres un maldito mentiroso!— El Joker se puso de pie, alejándose de Bruce de inmediato, el cual también se puso de pie, cruzándose de brazos y mirándolo fijamente sin decir una sola palabra —No soy un imbécil, no puedes mentirme en la cara y esperar que sonría sin cuestionarte... Si no te hubiera pateado... ¿En qué diablos estabas pensando? ¡Pensé que nos estábamos divirtiendo!

—Yo también— Contestó Bruce con cierta ironía y frialdad.

—No es gracioso...— Dijo el peliverde luego de limpiarse la sangre de los labios con la manga de la camisa. Bruce suspiró con pesadez, había arruinado las cosas de un modo que ya no podría arreglar, no podía seguir mintiendo, dejó que sus complejas emociones se revelaran en un descuido, cegado por la adrenalina. Internamente se preguntaba que tan lejos hubiese llegado si el golpe no hubiera sucedido, le agobiaba imaginar tal cosa.

—No era mi intención...— Habló el murciélago con un tono de culpa.

—¡No me digas!— Le respondió el de piel pálida con sarcasmo, estaba muy confundido, la intensidad del momento lo dejó desorientado. Afortunadamente reaccionó a tiempo para evitar el desastre, pero en el fondo sentía una inmensa curiosidad por cuál sería el motivo de esa inesperada necesidad que tuvo el murciélago de acercarse a él, sin ninguna intención de golpearlo.
Nunca se hubiera imaginado a su enemigo tratando de besarlo, la idea lo mareaba, le provocaba una sensación indescriptible, no estaba seguro si era una sensación de rechazo o era todo lo contrario.

—Tú no lo entiendes...— Dijo el pelinegro en voz baja mientras se daba media vuelta, resignado a marcharse, buscando escapar de la incómoda atmósfera que él mismo había generado.

—Sé que lo amabas pero...— El Joker observó como su némesis se marchaba, evitando la conversación —¡Bruce, no me dejes hablando solo!

—No quiero hablar ahora— Contestó sin voltear. El payaso se acercó a él, decidido a seguir sus pasos, tenía las emociones revueltas en el estómago de un modo que jamás imaginó posible, aún podía sentir ese ligero roce en sus labios, sin embargo no lo dejaría escapar de la conversación por más incómoda que pudiera resultar.

Bruce no hizo más que darle una mirada de fastidio en respuesta, el maquillado se cruzó de brazos y lo miró de la misma manera. No se dijo palabra alguna en minutos que más tarde se volvieron horas, habían cambiado de papel, ahora era el peliverde el que seguía a Batman con una mirada persistente, sin apartar sus ojos verdosos de él.
Quería hacerle preguntas, muchas preguntas, pero no era el momento adecuado y aunque las hiciera sabía que el contrario ni siquiera se dignaría a responderlas.

❝𝑼𝒏𝒂 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒏𝒐𝒄𝒉𝒆❞ [𝓑𝓪𝓽𝓳𝓸𝓴𝓮𝓼]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora