Omega Dominante

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No se inglés, pero me pone triste esta canción Sia you can do anything. Y pues la escuche mientras escribía el capítulo xd



La madrugada había caído sobre el castillo, envolviendo los pasillos en un silencio pesado y sombrío. En el dormitorio de Aegon, la atmósfera era tensa pero cargada de preocupación y esperanza. Los maestres habían trabajado diligentemente, limpiando y cosiendo la profunda herida que cruzaba su torso. Ahora, con movimientos cuidadosos, levantaban suavemente su cabeza para hacerle beber un brebaje destinado a recuperar la sangre perdida y fortalecer su debilitado cuerpo.

Alrededor de la cama, la familia observaba cada movimiento con ojos atentos y corazones apretados. Las velas parpadeantes proyectaban sombras danzantes en las paredes, resaltando las expresiones de ansiedad y agotamiento en sus rostros.

Rhaenyra estaba sentada al lado de su hermano, sus dedos deslizando con ternura entre los cabellos dorados de Aegon. Sus ojos reflejaban una mezcla de miedo y determinación. Recordaba con claridad cómo Aegon había estado presente en cada uno de sus partos, sosteniendo su mano y brindándole consuelo en los momentos más dolorosos y vulnerables. Nunca la había dejado sola, siempre había sido su roca en medio de la tormenta.

Ahora, era su turno de velar por él.

Inclinándose hacia adelante, susurró con suavidad cerca del oído de su hermano:

-Estoy aquí, Aegon. No te dejaré solo. Vas a ponerte bien, lo prometo.

Aegon abrió los ojos lentamente, luchando contra el peso del cansancio y el dolor que aún pulsaba en su cuerpo. Al sentir el toque reconfortante de su hermana y escuchar su voz suave, una débil sonrisa se formó en sus labios pálidos.

-Siempre tan terca... -murmuró con un hilo de voz, intentando aligerar el ambiente a pesar de su condición.

Una risa suave escapó de Rhaenyra, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas.

-Aprendí del mejor -respondió, apretando ligeramente su mano.

Alicent observaba la escena desde el pie de la cama, sus manos entrelazadas con fuerza sobre su pecho. La preocupación marcaba cada línea de su rostro.

Viserys, apoyado en su bastón, se acercó unos pasos más, su mirada fija en Aegon.

-Eres fuerte, hijo mío. Esta no será tu derrota -dijo con voz firme, aunque el temblor en sus manos delataba su inquietud.

Daemon permanecía en la sombra, con los brazos cruzados y una expresión impenetrable. Pero sus ojos seguían cada detalle, y la tensión en su mandíbula revelaba la furia contenida y la culpa que lo carcomía por dentro.

El silencio se rompió cuando uno de los maestres se volvió hacia la familia, inclinando respetuosamente la cabeza.

-El príncipe necesita descansar. La herida ha sido tratada, pero requerirá tiempo y tranquilidad para sanar adecuadamente.

Rhaenyra asintió, pero no hizo ademán de moverse de su lugar junto a Aegon.

-Me quedaré con él -declaró con determinación.

Alicent dudó por un momento antes de asentir también.

-Entonces nos turnaremos. No estará solo en ningún momento.

Los demás intercambiaron miradas de acuerdo mientras la quietud volvía a instalarse en la habitación. Afuera, el primer rayo de sol comenzaba a asomar en el horizonte, prometiendo un nuevo día y, con suerte, una pronta recuperación.

Segunda vida.  JACEGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora