Otra Vez

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Buenaaaaaaaaaaaaaaaaas༼ つ ◕_◕ ༽つ


Este capítulo es largo, porque uní dos capítulos jaja disfruten 



Tres días habían pasado desde que Jacaerys y Aegon se habían encerrado en la habitación, dejándose llevar por el ciclo de celo de Aegon. Cuando finalmente terminó, ambos se bañaron, limpiando cualquier rastro de esos intensos días. Con la cama fresca y ordenada, volvieron a recostarse, los cuerpos relajados, pero aún sintiendo el calor de su cercanía.

Aegon, visiblemente agotado pero lleno de una calma reconfortante, se acurrucó contra Jacaerys, buscando su contacto.

—Quiero mimos —murmuró con una voz adormilada, acercándose aún más al pecho de su esposo.

Jacaerys no pudo evitar reír suavemente ante la actitud mimada de Aegon después de todo lo que habían pasado en esos tres días. Pasó una mano por los cabellos húmedos de su esposo, jugueteando entre los mechones.

—¿Y si no te los doy? —preguntó con un tono divertido, provocando a Aegon solo por el placer de verlo reaccionar.

Aegon alzó una ceja, fingiendo desinterés, pero con un brillo burlón en sus ojos. Se apartó ligeramente y respondió con una sonrisa traviesa:

—Sin problema. Los busco afuera, ya sabes que nadie se negaría... solo mírame. —Lo dijo con una arrogancia juguetona que sabía que enojaría a Jacaerys.

Tal como lo había previsto, Jacaerys le lanzó una mirada de advertencia, su expresión seria y posesiva al instante. Soltó un gruñido bajo, acercándose a Aegon con un aire protector y enfadado.

—No te atrevas... —murmuró Jacaerys, ahora sin rastro de diversión, envolviendo a Aegon con sus brazos, pegándolo contra su cuerpo.

Aegon rió suavemente, disfrutando de la reacción de su esposo, y se dejó envolver por el calor y la seguridad que solo Jacaerys le brindaba. Sus manos comenzaron a acariciar el pecho de Jacaerys en un gesto de reconciliación.

—Sabes que solo bromeaba —susurró Aegon, cerrando los ojos mientras disfrutaba del abrazo, sintiéndose completamente a salvo.

—Más te vale —respondió Jacaerys con voz grave, sin soltarlo, decidido a no permitir que nadie más se acercara a su omega.

El silencio se instaló entre ellos, pero esta vez era un silencio cómodo, lleno de amor y el eco de todo lo que habían compartido en esos días. Aegon suspiró, sonriendo con los ojos cerrados, completamente satisfecho.

Después de un rato, Aegon se levantó con calma y buscó dentro del saco que había traído. Jacaerys lo observaba con curiosidad, atento a cada uno de sus movimientos. Cuando Aegon volvió a la cama, le extendió una pequeña caja, su rostro iluminado por una sonrisa genuina.

—Un regalo —dijo Aegon con sencillez, pero con una chispa de emoción en sus ojos.

Jacaerys tomó la caja, sorprendido, y al abrirla encontró un anillo de metal, simple pero delicadamente trabajado. Antes de que pudiera decir algo, Aegon habló.

—Sé que no es tan valioso como el que tú me regalaste, pero... —Aegon hizo una pausa, su mirada vagando hacia el anillo—. En uno de los pueblos por los que pasé durante mi viaje, conocí a un anciano que había trabajado toda su vida con metales. Me ayudó a hacerlo... lo quise crear para ti.

Jacaerys miró el anillo, notando los pequeños detalles, y comprendió el esfuerzo y el significado que llevaba consigo. Volvió su mirada a Aegon, conmovido por el gesto.

Segunda vida.  JACEGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora