Capítulo 1: Ecos de un Crimen

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La niebla envolvía Londres como un manto oscuro, ocultando los secretos que sus calles guardaban celosamente. Caminaba solo, como era mi costumbre, evitando el bullicio de las multitudes que, a menudo, se perdían en su propia insensatez. En este vasto laberinto de ladrillos y sombras, prefería confiar en mi lógica fría y despiadada en lugar de la calidez de la compañía. La noche tenía una forma de invocar recuerdos que preferiría olvidar, ecos de un pasado que aún pesaban en mi mente.

Era una de esas noches en las que la luna se ocultaba tras un velo de nubes, dejando que la oscuridad reinara por completo. El aire era denso, impregnado de la humedad que precede a la lluvia. Mis pasos resonaban sobre el empedrado, y cada sonido parecía amplificarse en la soledad de las calles desiertas. Me dirigía hacia la mansión de Lord Abernathy, una imponente estructura de ladrillo rojo que se alzaba orgullosa en medio de la bruma. Había recibido un mensaje urgente: un asesinato había tenido lugar en sus lujosas habitaciones. No era el primer caso de homicidio que se me presentaba, pero cada uno de ellos traía consigo una historia que deseaba desentrañar.

Al llegar, el espectáculo de luces temblorosas iluminaba las ventanas, como si la casa misma estuviera consciente del horror que se había desatado en su interior. El bullicio de la policía era inconfundible, sus voces murmurando entre sí mientras los sirvientes, con rostros pálidos, se apiñaban en un rincón. En medio de esa confusión, mi mente se centró en el hecho de que, para ellos, este era un simple crimen; pero para mí, era una pieza más en un rompecabezas que debía resolver.

La puerta principal se abrió con un crujido y un oficial de policía me hizo un gesto para que entrara. El vestíbulo era amplio y ornamentado, con candelabros brillantes que colgaban del techo, y una alfombra roja que absorbía el eco de mis pasos. El aire estaba cargado de un olor a cera y a flores marchitas.

"Inspector Alastair Voss", me presenté, ajustando la solapa de mi abrigo, sintiendo cómo las miradas de los presentes se posaban sobre mí. Era un investigador privado conocido por resolver casos complicados, pero también por mi falta de tacto social. Me dirigí hacia el grupo de oficiales que estaban discutiendo acaloradamente. El sargento Jenkins, un hombre robusto con una expresión cansada, se me acercó.

"Inspector Voss, gracias por venir tan pronto. El cuerpo está en el estudio. La víctima es Lord Abernathy."

"¿Las circunstancias del fallecimiento?" pregunté, ignorando las miradas curiosas de los sirvientes.

"Fue apuñalado, parece. Sin embargo, hay algo más. La escena es... peculiar", dijo Jenkins, y su tono reveló su inquietud.

Me dirigí al estudio, una habitación ricamente decorada, llena de libros y objetos de arte. La luz de una lámpara parpadeante iluminaba el rostro sin vida de Lord Abernathy, que yacía sobre la alfombra, un charco de sangre oscureciendo el rojo vibrante de la tela. La herida en su pecho era evidente, pero lo que capturó mi atención fue el aspecto sereno de su rostro. No parecía un hombre que acababa de ser asesinado; más bien, parecía como si hubiera encontrado la paz en medio del caos.

Me agaché para examinar el cuerpo. En su mano, noté un pequeño objeto brillante: un medallón. Con delicadeza, lo retiré de sus dedos. Era un relicario con un grabado que apenas podía distinguirse en la penumbra. Al abrirlo, encontré la imagen de una mujer que no reconocí, pero su expresión era de ternura y tristeza. ¿Quién era ella? ¿Tenía alguna conexión con su muerte?

Me levanté y miré a mi alrededor. La habitación estaba llena de cuadros y fotografías, cada uno narrando una historia diferente, pero lo que realmente buscaba eran las respuestas a las preguntas que comenzaban a formar un torbellino en mi mente. ¿Quién podría haber deseado la muerte de un hombre que, a primera vista, parecía tenerlo todo? Mientras examinaba la habitación, noté algo inusual en el estante: un libro que parecía fuera de lugar. Era un diario, desgastado, con la portada de cuero agrietada.

Bajo el Velo del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora