Capítulo 7

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La aparición inesperada de Beatrice en mi puerta fue como una ráfaga de viento helado que atravesó la atmósfera ya cargada de tensión en mi despacho. Sus ojos, rodeados de sombras, mostraban una mezcla de desesperación y temor que me hizo sentir que, de algún modo, ya sabía lo que estaba por venir. La red de intrigas que me rodeaba estaba a punto de complicarse aún más.

—Beatrice —dije con voz calmada, intentando controlar el remolino de pensamientos en mi cabeza—, ¿Qué es lo que tienes que decirme?

Ella se quedó de pie en el umbral por un momento, como si las palabras que estaba a punto de pronunciar pudieran cambiar el curso de su vida para siempre. Finalmente, avanzó unos pasos, sus manos temblorosas agarradas fuertemente una contra la otra.

—No puedo quedarme en silencio más tiempo —dijo con un hilo de voz—. Todo esto... es mucho más grande de lo que imaginas. Charles Denton... no fue el único. Hay más personas involucradas, y si sigues investigando, tu vida también estará en peligro.

Mis ojos se estrecharon mientras analizaba sus palabras. Había esperado que Beatrice ocultara secretos, pero no que fuera tan directa al respecto. Esto significaba que sabía más de lo que había dejado entrever, y tal vez, solo tal vez, era la clave para desentrañar toda esta confusión.

—Cuéntame todo —dije, con un tono más severo—. Si no hablas ahora, no podré ayudarte. ¿Qué es lo que realmente sucedió entre Charles Denton y Sir James Howard?

Beatrice respiró hondo, como si estuviera preparándose para soltar una verdad que la había atormentado durante demasiado tiempo. Se sentó frente a mí, sus manos descansando sobre su regazo, y comenzó a hablar.

—Hace diez años, cuando conocí a Charles, él ya estaba enredado en negocios sucios. Al principio, no lo supe... pensaba que solo era un hombre ambicioso. Pero después de casarnos, comenzó a confiar en mí, a contarme cosas que no debería haber sabido. Me habló de Sir James, de cómo había formado una red secreta de influencias en toda la ciudad. Negocios ilegales, acuerdos bajo la mesa, y más... todo lo que hacía que los hombres como ellos se mantuvieran en el poder.

Mis sospechas sobre la naturaleza de esta conspiración comenzaban a confirmarse. Los poderosos de Londres estaban entrelazados en una red que operaba desde las sombras, más allá del alcance de la justicia. La pregunta era: ¿cuál era el papel de Charles en todo esto, y qué lo llevó a su muerte?

—¿Qué papel jugaba tu esposo en esa red? —pregunté.

Beatrice apretó los labios, como si temiera revelar más de lo necesario.

—Charles no era un hombre inocente —dijo finalmente, con amargura en la voz—. Participaba en las decisiones que tomaban estos hombres. Pero... había límites que no quería cruzar. El último acuerdo que le ofrecieron fue demasiado para él. Algo relacionado con un trato sucio en el extranjero, un tráfico de influencias que iba a afectar a miles de personas. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no podía seguir siendo parte de ese mundo. Decidió que quería salir.

El peso de sus palabras caía sobre mí como una losa de piedra. Charles había querido escapar, pero la red que lo atrapaba era demasiado poderosa para dejarlo ir tan fácilmente. Y, como había empezado a sospechar, ese deseo de abandonar el juego fue lo que le costó la vida.

—¿Y Sir James? —pregunté—. ¿Él fue quien lo mató?

Beatrice negó con la cabeza, pero no con total certeza.

—No lo sé —admitió—. Pero sí sé que Sir James lo amenazó. Charles me dijo que tenía miedo, que lo estaban siguiendo. Creía que alguien en la red sabía de sus planes para abandonarla, y que no lo dejarían irse tan fácilmente.

Bajo el Velo del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora